/ lunes 6 de mayo de 2024

Agenda Confidencial / Otra manchita a Salinas 

Beneficiado del proceso de privatización en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y teniendo como “prestamista” al hermano incómodo, Ricardo Salinas Pliego se convirtió rápidamente en uno de los multimillonarios más importantes del mundo, lo que le dio valor para enfrentarse no sólo a quienes lo calificaron como “prestanombres”, sino a varios funcionarios del gobierno Federal (de la Contraloría, PGR, Hacienda), quienes tres años después de la compra del paquete de medios de comunicación estatales, empezaron a investigar posibles trinquetes.

Desde 1996, Salinas Pliego ha estado en el ojo de algunos huracanes políticos; quien no recuerda la “guerra con Televisa” en ese año, después de que se destapó su relación con Raúl, y algunas operaciones bursátiles cuestionables, como la de Unefón. O aquel episodio de 2005 donde los empleados del dueño de Televisión Azteca acusaron al secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, de haber amenazado de muerte a la entonces reportera Lilly Téllez, quien elaboraba un sesudo reportaje sobre el Fobaproa, por lo que presentaron una denuncia de hechos ante la PGR, que después retiraron.

En este sexenio el presidente Andrés Manuel López Obrador le ha “sacado sus trapitos al sol” al señor Salinas con el asunto de las deudas al SAT por varias decenas de miles de millones de dólares que se niega a pagar, con la lana que le dieron los conservadores a la televisora por publicidad, y con la expropiación del campo de golf que el gobierno le había concesionado.

Hoy nos enteramos que en 2020, antes de que AMLO y Salinas “rompieran relaciones”, senadores de MORENA querían ayudarle al Ricardo a poner una “lavandería” reformando la Ley del Banco de México, para que este absorbiera los dólares que captaba Banco Azteca de los mexicanos que trabajan en Estados Unidos, argumentando que “la iniciativa tenía por objeto fortalecer la economía de las familias mexicanas que recibían dólares en efectivo y de la quienes dependen de la actividad turística del comercio de bienes y servicios en la frontera, generar un entorno más adecuado para la administración de los dólares en efectivo para que las familias mexicanas, los comercios, los fondos destinados a los programas sociales de salud y de protección de víctimas, entre otros, resulten beneficiados en el intercambio de divisas”. Como usted sabe, el señor Salinas siempre ha estado preocupado por los “jodidos”, sobre todo aquellos que son clientes de sus negocios. La iniciativa topó con pared en la Cámara de Diputados y en el Banco de México, finalmente se desechó.

El asunto tenía la cola tan larga, que llegó hasta el Congreso de los Estados Unidos, en donde salpicó al legislador demócrata Henry Cuéllar, quien es investigado por recibir presuntos sobornos, hace diez años, de un alto funcionario de Televisión Azteca.

Los malosos de malolandia insisten que a los Salinas hay que hacerle un monumento, sugieren varios observadores políticos. ¿Monumento a la decencia, la integridad, la honradez…? Preguntan algunos. No, a la desfachatez y a la corrupción, precisan los promotores.

Beneficiado del proceso de privatización en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y teniendo como “prestamista” al hermano incómodo, Ricardo Salinas Pliego se convirtió rápidamente en uno de los multimillonarios más importantes del mundo, lo que le dio valor para enfrentarse no sólo a quienes lo calificaron como “prestanombres”, sino a varios funcionarios del gobierno Federal (de la Contraloría, PGR, Hacienda), quienes tres años después de la compra del paquete de medios de comunicación estatales, empezaron a investigar posibles trinquetes.

Desde 1996, Salinas Pliego ha estado en el ojo de algunos huracanes políticos; quien no recuerda la “guerra con Televisa” en ese año, después de que se destapó su relación con Raúl, y algunas operaciones bursátiles cuestionables, como la de Unefón. O aquel episodio de 2005 donde los empleados del dueño de Televisión Azteca acusaron al secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, de haber amenazado de muerte a la entonces reportera Lilly Téllez, quien elaboraba un sesudo reportaje sobre el Fobaproa, por lo que presentaron una denuncia de hechos ante la PGR, que después retiraron.

En este sexenio el presidente Andrés Manuel López Obrador le ha “sacado sus trapitos al sol” al señor Salinas con el asunto de las deudas al SAT por varias decenas de miles de millones de dólares que se niega a pagar, con la lana que le dieron los conservadores a la televisora por publicidad, y con la expropiación del campo de golf que el gobierno le había concesionado.

Hoy nos enteramos que en 2020, antes de que AMLO y Salinas “rompieran relaciones”, senadores de MORENA querían ayudarle al Ricardo a poner una “lavandería” reformando la Ley del Banco de México, para que este absorbiera los dólares que captaba Banco Azteca de los mexicanos que trabajan en Estados Unidos, argumentando que “la iniciativa tenía por objeto fortalecer la economía de las familias mexicanas que recibían dólares en efectivo y de la quienes dependen de la actividad turística del comercio de bienes y servicios en la frontera, generar un entorno más adecuado para la administración de los dólares en efectivo para que las familias mexicanas, los comercios, los fondos destinados a los programas sociales de salud y de protección de víctimas, entre otros, resulten beneficiados en el intercambio de divisas”. Como usted sabe, el señor Salinas siempre ha estado preocupado por los “jodidos”, sobre todo aquellos que son clientes de sus negocios. La iniciativa topó con pared en la Cámara de Diputados y en el Banco de México, finalmente se desechó.

El asunto tenía la cola tan larga, que llegó hasta el Congreso de los Estados Unidos, en donde salpicó al legislador demócrata Henry Cuéllar, quien es investigado por recibir presuntos sobornos, hace diez años, de un alto funcionario de Televisión Azteca.

Los malosos de malolandia insisten que a los Salinas hay que hacerle un monumento, sugieren varios observadores políticos. ¿Monumento a la decencia, la integridad, la honradez…? Preguntan algunos. No, a la desfachatez y a la corrupción, precisan los promotores.