/ sábado 22 de junio de 2024

La moviola / “Archivo negro: Sombras del crimen”: La lente, el relato, la radiografía

@lamoviola

La pulsión de un México que fluye, según la tradición, no tanto por debajo de su piso habitual, sino en medio de todos nosotros. El horror que corroe el aire, el oxígeno cotidiano de la muerte con la que vivimos y que el relato lo convierte en rito que exorciza. Eso es “Archivo negro: Sombras del crimen”, serie documental que lanza con bombo y platillo la plataforma VIX, que incluso presentó el primer episodio en horario de televisión abierta y estelar.

A lo largo de cinco episodios, se cuentan casos de nota roja que cimbraron al país. Pero en el fondo, más allá de los recursos narrativos y valores de producción que tiene, en la serie hay un doloroso espejo de descomposición social. Cada episodio, para su análisis, rebasa la mera onomatopeya por el complejo testimonio que presenta. Incluso la misma habilidad, talento de los directores para fluir en cada episodio dejan claro lo que nos atrae y horroriza a la vez.

Es tradición, porque en la esencia nacional no sólo se ubica el gusto por el melodrama sino por esas historias de horror que convierten a la nota roja en parte de la canasta básica de una muy buena cantidad de mexicanos, el horror, porque en medio de los recursos cinematográficos hay un espejo sociológico incluso por la necesidad de consumo, en donde se nota el estilo narrativo y periodístico de Diego Enrique Osorno, productor ejecutivo y que hace unos meses presentó para la misma plataforma “El show”, sobre el homicidio de Paco Stanley.

La nota roja que funciona como un prisma social. Ahí está “El hombre que vio demasiado” (Trisha Ziff, 2015), documental sobre el trabajo y la personalidad de Enrique Metinides (1934-2022), el icónico fotógrafo de nota roja mexicana, o la visión narrativa del mismo Vicente Leñero con su novela–reportaje “Asesinato”, sobre el crimen del que fueron víctimas el político Gilberto Flores Muñoz y su esposa la escultora Asunción Izquierdo. Créame, el tema trasciende en lo social la mera pulsión mórbida.

En la serie documental, cada episodio aborda un caso, e incluso los mismos asesinos dan su testimonio ante la cámara, muy en el estilo de lo que acostumbra hacer Osorno: la cámara prendida y silencios que convierten a la lente en un ojo intrusivo que analiza a los que son en los términos de relato personajes.

El episodio del asesino de la zona rosa es estremecedor, con la dirección de José Villalobos, quien hace algunos años presentó “El Charro de Toluquilla”, o el del homicidio del director León Serment y de su ex esposa Adriana Rosique, fraguado por su hijo, por mencionar dos, son un ejemplo de que en la radiografía audiovisual no hay concesiones para el espectador pero que toda historia sirve para crear un relato.

Documental de género negro y con muy buena manufactura, duele profundamente, cada episodio, sin excepción, pero llama a una dolorosa reflexión.

Por cierto, vale la pena abordar el libro de reciente publicación del crítico de cine, periodista, académico e investigador Rafael Aviña, “Mex–Noir”, segunda parte sobre el cine negro en México, en esta ocasión los periodos que aborda son de las décadas de los 60, 70 y 80. La publicación merece su propio espacio, y lo haremos en la siguiente entrega.


@lamoviola

La pulsión de un México que fluye, según la tradición, no tanto por debajo de su piso habitual, sino en medio de todos nosotros. El horror que corroe el aire, el oxígeno cotidiano de la muerte con la que vivimos y que el relato lo convierte en rito que exorciza. Eso es “Archivo negro: Sombras del crimen”, serie documental que lanza con bombo y platillo la plataforma VIX, que incluso presentó el primer episodio en horario de televisión abierta y estelar.

A lo largo de cinco episodios, se cuentan casos de nota roja que cimbraron al país. Pero en el fondo, más allá de los recursos narrativos y valores de producción que tiene, en la serie hay un doloroso espejo de descomposición social. Cada episodio, para su análisis, rebasa la mera onomatopeya por el complejo testimonio que presenta. Incluso la misma habilidad, talento de los directores para fluir en cada episodio dejan claro lo que nos atrae y horroriza a la vez.

Es tradición, porque en la esencia nacional no sólo se ubica el gusto por el melodrama sino por esas historias de horror que convierten a la nota roja en parte de la canasta básica de una muy buena cantidad de mexicanos, el horror, porque en medio de los recursos cinematográficos hay un espejo sociológico incluso por la necesidad de consumo, en donde se nota el estilo narrativo y periodístico de Diego Enrique Osorno, productor ejecutivo y que hace unos meses presentó para la misma plataforma “El show”, sobre el homicidio de Paco Stanley.

La nota roja que funciona como un prisma social. Ahí está “El hombre que vio demasiado” (Trisha Ziff, 2015), documental sobre el trabajo y la personalidad de Enrique Metinides (1934-2022), el icónico fotógrafo de nota roja mexicana, o la visión narrativa del mismo Vicente Leñero con su novela–reportaje “Asesinato”, sobre el crimen del que fueron víctimas el político Gilberto Flores Muñoz y su esposa la escultora Asunción Izquierdo. Créame, el tema trasciende en lo social la mera pulsión mórbida.

En la serie documental, cada episodio aborda un caso, e incluso los mismos asesinos dan su testimonio ante la cámara, muy en el estilo de lo que acostumbra hacer Osorno: la cámara prendida y silencios que convierten a la lente en un ojo intrusivo que analiza a los que son en los términos de relato personajes.

El episodio del asesino de la zona rosa es estremecedor, con la dirección de José Villalobos, quien hace algunos años presentó “El Charro de Toluquilla”, o el del homicidio del director León Serment y de su ex esposa Adriana Rosique, fraguado por su hijo, por mencionar dos, son un ejemplo de que en la radiografía audiovisual no hay concesiones para el espectador pero que toda historia sirve para crear un relato.

Documental de género negro y con muy buena manufactura, duele profundamente, cada episodio, sin excepción, pero llama a una dolorosa reflexión.

Por cierto, vale la pena abordar el libro de reciente publicación del crítico de cine, periodista, académico e investigador Rafael Aviña, “Mex–Noir”, segunda parte sobre el cine negro en México, en esta ocasión los periodos que aborda son de las décadas de los 60, 70 y 80. La publicación merece su propio espacio, y lo haremos en la siguiente entrega.