/ viernes 20 de septiembre de 2024

Un México más fuerte

El debate contemporáneo se ha centrado entre dos tendencias: por una parte, está el Estado mínimo, una idea ligada al neoliberalismo que hace referencia a la casi nula intervención del Estado en la vida de sus ciudadanos, por ejemplo Milei en Argentina; y, por otra parte, está el Estado fuerte, en el que la prioridad es la prevalencia y prosperidad del colectivo que es la nación, la soberanía y la autodeterminación, esto es evitar que los poderes fácticos, oligarcas y extranjeros definan lo que nos es propio. Bajo este último modelo es como han prosperado las naciones en el siglo XXI.

México ha continuado un proyecto de transformación, orientado a fortalecer al Estado mexicano después de décadas de desarticulación por la política neoliberal. En este contexto, se planteó y se aprobó la Reforma al Poder Judicial, la cual es el cambio más grande que haya tenido una democracia importante en el mundo como lo es la mexicana.

Y ésta no viene sola, las reformas a la Guardia Nacional, al reconocimiento de los derechos plenos a los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanos, entre otras iniciativas, son parte del proyecto para potenciar las capacidades del Estado mexicano y construir la base para una mayor equidad y desarrollo. Es natural que se tengan dudas, pero es claro que representan un proyecto de nación articulado, patriótico y sensato.

Esto nos lleva a dos definiciones fundamentales, cómo ser gobierno y cómo ser oposición. Por un lado, el PAN abandonó cualquier formación ideológica, no se asume como neoliberal ni ha construido un discurso contemporáneo. Mientras que Morena se basa en una agenda pragmática que busca fortalecer al Estado.

En el caso de Querétaro, Morena tomó la definición de ser una oposición determinada, un contrapeso, pero siempre en positivo, con un proyecto claro, diferente, incluyente, con prosperidad y bienestar bajo una visión social, algo que el PAN no ha logrado a nivel nacional o en alguna entidad.

Durante los últimos 40 años, la estrategia neoliberal fue desarticular al Estado para que fuera más vulnerable frente a los grupos de poder y del mercado, esto significó irle quitando facultades y diluirlo para privilegiar los intereses de una minoría rapaz.

Gudiño Pelayo, jurista mexicano, habla al respecto en su obra “El Estado contra sí mismo”, en el que prácticamente sostiene que algunas ocasiones es el mismo Estado quien provoca la ingobernabilidad por las malas decisiones que toma, al grado de autosabotearse y deslegitimarse. Por lo que es de la mayor urgencia y conveniencia una visión patriótica, que fortalezca las capacidades del Estado, más al servicio de la gente y menos al de las oligarquías, una agenda para un México más fuerte.


Académico y diputado por Morena

@LuisH_Fernandez

El debate contemporáneo se ha centrado entre dos tendencias: por una parte, está el Estado mínimo, una idea ligada al neoliberalismo que hace referencia a la casi nula intervención del Estado en la vida de sus ciudadanos, por ejemplo Milei en Argentina; y, por otra parte, está el Estado fuerte, en el que la prioridad es la prevalencia y prosperidad del colectivo que es la nación, la soberanía y la autodeterminación, esto es evitar que los poderes fácticos, oligarcas y extranjeros definan lo que nos es propio. Bajo este último modelo es como han prosperado las naciones en el siglo XXI.

México ha continuado un proyecto de transformación, orientado a fortalecer al Estado mexicano después de décadas de desarticulación por la política neoliberal. En este contexto, se planteó y se aprobó la Reforma al Poder Judicial, la cual es el cambio más grande que haya tenido una democracia importante en el mundo como lo es la mexicana.

Y ésta no viene sola, las reformas a la Guardia Nacional, al reconocimiento de los derechos plenos a los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanos, entre otras iniciativas, son parte del proyecto para potenciar las capacidades del Estado mexicano y construir la base para una mayor equidad y desarrollo. Es natural que se tengan dudas, pero es claro que representan un proyecto de nación articulado, patriótico y sensato.

Esto nos lleva a dos definiciones fundamentales, cómo ser gobierno y cómo ser oposición. Por un lado, el PAN abandonó cualquier formación ideológica, no se asume como neoliberal ni ha construido un discurso contemporáneo. Mientras que Morena se basa en una agenda pragmática que busca fortalecer al Estado.

En el caso de Querétaro, Morena tomó la definición de ser una oposición determinada, un contrapeso, pero siempre en positivo, con un proyecto claro, diferente, incluyente, con prosperidad y bienestar bajo una visión social, algo que el PAN no ha logrado a nivel nacional o en alguna entidad.

Durante los últimos 40 años, la estrategia neoliberal fue desarticular al Estado para que fuera más vulnerable frente a los grupos de poder y del mercado, esto significó irle quitando facultades y diluirlo para privilegiar los intereses de una minoría rapaz.

Gudiño Pelayo, jurista mexicano, habla al respecto en su obra “El Estado contra sí mismo”, en el que prácticamente sostiene que algunas ocasiones es el mismo Estado quien provoca la ingobernabilidad por las malas decisiones que toma, al grado de autosabotearse y deslegitimarse. Por lo que es de la mayor urgencia y conveniencia una visión patriótica, que fortalezca las capacidades del Estado, más al servicio de la gente y menos al de las oligarquías, una agenda para un México más fuerte.


Académico y diputado por Morena

@LuisH_Fernandez