/ miércoles 11 de septiembre de 2024

A favor de la humanidad

Hablar de un tema tan polémico y controversial es complicado, y hacerlo con la intención de ser objetiva es la finalidad primordial. Y es que, en este texto, lejos de entrar en particularidades, quiero poner en tinta la importancia de los valores sociales que nos definen. La justicia, la verdad, la responsabilidad social y la paz son parámetros imprescindibles para regirnos como sociedad mundial.

No estoy a favor de la guerra en ninguna de sus modalidades. La violencia y el conflicto bélico traen consigo un sufrimiento inmenso y devastador. En circunstancias de guerra, pueden surgir situaciones extremadamente complicadas y difíciles, pero esto no justifica ni minimiza el dolor que se causa. No aplaudo ni me alegro por la pérdida de vidas humanas inocentes, que son las que más sufren en cualquier conflicto. Rechazo con firmeza el adoctrinamiento fundamentalista y extremista que se imparte a niñas y niños, privándolos de su libertad de pensamiento y de una infancia digna.

Lo que me inquieta profundamente es el notable esfuerzo que como sociedad debemos hacer para levantar la voz y condenar los ataques terroristas perpetrados el pasado 7 de octubre contra la población israelí. Me pregunto por qué, en contraste, tras los ataques terroristas del 9/11, pareció generar una respuesta unánime, fuerte y contundente en contra del terrorismo en general. ¿Qué sucedió para que perdiéramos de vista la delgada línea entre tolerancia y violencia? La empatía y la solidaridad deben ser universales, no selectivas. La condena de actos de terrorismo y violencia no debería depender del lugar donde ocurren o de los intereses políticos o culturales en juego.

No deja de doler intensamente el sufrimiento de las víctimas, no solo de los ataques del 7 de octubre, sino también de las personas afectadas de ambos lados desde entonces. Lo que resulta sorprendente y doloroso es la falta de unidad y claridad en la condena del terrorismo. De Hamas. Este grupo no solo oprime a su propia sociedad, utilizando a los civiles como escudos humanos y usando espacios de civiles como bases militares, sino que, en lugar de construir escuelas, parques y centros recreativos para el bienestar de su gente, se enfoca en construir túneles y armas.

A pesar de que muchos países han designado a Hamas como un grupo terrorista, es realmente asombroso que otros países, así como en medios de comunicación, organizaciones internacionales y en redes sociales representa un reto importante definirlo como tal. Al no condenar de manera contundente a Hamas, se evita abordar de manera integral la realidad de la situación en Palestina. La condena a actos de terrorismo debe ser firme y sin ambigüedades, y es crucial para comprender el conflicto. ¿Por qué esto no es lo suficientemente claro?

Los hechos relacionados con la historia y la política de Medio Oriente, y la polarización que esto ha causado, han puesto de manifiesto nuestra fragilidad como sociedad. Este conflicto, que ha sido central en la conversación global durante los últimos 11 meses -aun habiendo muchos otros en curso como la guerra en Ucrania que ha sido devastadora en muchos sentidos- ha revelado nuestras vulnerabilidades humanas. Las historias desgarradoras nos han hecho sentir la crudeza de la realidad mundial. En este mundo hay espacio para todos, siempre y cuando estemos a favor de la humanidad.

*Para Hersh, que creía en una “Jerusalén para todos”. Para Carmel, Eden, Almog, Alex, Ori. Para todos los soldados caídos. Para las víctimas de ambos lados. Por Ariel y Kfir. Por los rehenes. Por la paz.

Hablar de un tema tan polémico y controversial es complicado, y hacerlo con la intención de ser objetiva es la finalidad primordial. Y es que, en este texto, lejos de entrar en particularidades, quiero poner en tinta la importancia de los valores sociales que nos definen. La justicia, la verdad, la responsabilidad social y la paz son parámetros imprescindibles para regirnos como sociedad mundial.

No estoy a favor de la guerra en ninguna de sus modalidades. La violencia y el conflicto bélico traen consigo un sufrimiento inmenso y devastador. En circunstancias de guerra, pueden surgir situaciones extremadamente complicadas y difíciles, pero esto no justifica ni minimiza el dolor que se causa. No aplaudo ni me alegro por la pérdida de vidas humanas inocentes, que son las que más sufren en cualquier conflicto. Rechazo con firmeza el adoctrinamiento fundamentalista y extremista que se imparte a niñas y niños, privándolos de su libertad de pensamiento y de una infancia digna.

Lo que me inquieta profundamente es el notable esfuerzo que como sociedad debemos hacer para levantar la voz y condenar los ataques terroristas perpetrados el pasado 7 de octubre contra la población israelí. Me pregunto por qué, en contraste, tras los ataques terroristas del 9/11, pareció generar una respuesta unánime, fuerte y contundente en contra del terrorismo en general. ¿Qué sucedió para que perdiéramos de vista la delgada línea entre tolerancia y violencia? La empatía y la solidaridad deben ser universales, no selectivas. La condena de actos de terrorismo y violencia no debería depender del lugar donde ocurren o de los intereses políticos o culturales en juego.

No deja de doler intensamente el sufrimiento de las víctimas, no solo de los ataques del 7 de octubre, sino también de las personas afectadas de ambos lados desde entonces. Lo que resulta sorprendente y doloroso es la falta de unidad y claridad en la condena del terrorismo. De Hamas. Este grupo no solo oprime a su propia sociedad, utilizando a los civiles como escudos humanos y usando espacios de civiles como bases militares, sino que, en lugar de construir escuelas, parques y centros recreativos para el bienestar de su gente, se enfoca en construir túneles y armas.

A pesar de que muchos países han designado a Hamas como un grupo terrorista, es realmente asombroso que otros países, así como en medios de comunicación, organizaciones internacionales y en redes sociales representa un reto importante definirlo como tal. Al no condenar de manera contundente a Hamas, se evita abordar de manera integral la realidad de la situación en Palestina. La condena a actos de terrorismo debe ser firme y sin ambigüedades, y es crucial para comprender el conflicto. ¿Por qué esto no es lo suficientemente claro?

Los hechos relacionados con la historia y la política de Medio Oriente, y la polarización que esto ha causado, han puesto de manifiesto nuestra fragilidad como sociedad. Este conflicto, que ha sido central en la conversación global durante los últimos 11 meses -aun habiendo muchos otros en curso como la guerra en Ucrania que ha sido devastadora en muchos sentidos- ha revelado nuestras vulnerabilidades humanas. Las historias desgarradoras nos han hecho sentir la crudeza de la realidad mundial. En este mundo hay espacio para todos, siempre y cuando estemos a favor de la humanidad.

*Para Hersh, que creía en una “Jerusalén para todos”. Para Carmel, Eden, Almog, Alex, Ori. Para todos los soldados caídos. Para las víctimas de ambos lados. Por Ariel y Kfir. Por los rehenes. Por la paz.

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