El efusivo apretón de manos entre el comandante supremo de las Fuerzas Armadas y el general duró apenas unos segundos, pero el mensaje viajó miles de kilómetros, desde la Fortaleza de San Carlos, en Perote, Veracruz, donde el mandatario encabezó la conmemoración del Bicentenario del Heroico Colegio Militar, hasta Arlington, en Virginia, frente al Pentágono, donde la DEA tiene su sede central.
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El Departamento de Justicia de Estados Unidos informó en aquellos días de octubre que Cienfuegos Zepeda, identificado como El Padrino, estaba acusado de cuatro cargos relacionados con narcotráfico.
Pero un mes después, a las 19:12 horas del 18 de noviembre, el general abandonaba las oficinas de la Fiscalía General de la República en el hangar de Toluca, Estado de México.
Los oficiales de la DEA y del propio Departamento de Justicia pidieron a un juez federal en Nueva York que desestimara los cargos, bajo el argumento de “consideraciones sensibles e importantes de política exterior”.
Al inicio de este año, López Obrador atribuyó las acusaciones contra Cienfuegos a una venganza de la DEA por no haber podido controlar al Ejército. Vaya, que el general sí tiene quien lo defienda y lo premie.
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Y hablando de milicias, algo que estaba guardado como un secreto fue develado en una reunión con integrantes de la Concamin por la misma Xóchitl Gálvez Ruiz, senadora del PAN, empresaria y aspirante del Frente Amplio por México a la Presidencia. La hidalguense ha dicho que está en contra de la militarización, a pesar de que conoce la visión de los militares y tiene un hermano que es general de la Defensa Nacional. Su nombre es Jaime Xicoténcatl Gálvez Ruiz, coronel de Zapadores con amplia trayectoria.
“Los propios militares van a agradecer, ya que tengo un hermano general en el Ejército y conozco la visión de las Fuerzas Armadas (...) Creo que el Ejército debe regresar a cuidar la seguridad nacional”, declaró Gálvez. Habrá que ver cómo la ingeniera de profesión logra ganarse a los mandos castrenses cuando le brotan los discursos incendiarios.
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Azotados por las sequías, inundaciones y hasta extorsiones del crimen organizado, los productores agropecuarios del país lamentan que mientras los partidos políticos, sus legisladores y aspirantes a un puesto de elección popular se siguen dando hasta con la cubeta rumbo a las elecciones de 2024, para ellos no hay siquiera un salvavidas para evitar que se ahoguen en el mar de problemas que los aquejan, y que ponen en riesgo nuestra soberanía alimentaria. Pero, nos aseguran, no pierden la esperanza de que las dos principales aspirantes a la Presidencia, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, volteen a verlos para que, con sus buenos oficios, reciban los apoyos necesarios para producir los alimentos que consumimos, y que productos como la cebolla, el aguacate, la lechuga, el chayote y la naranja, entre otros, frenen su escalada de precios y se evite así que los bolsillos y la alimentación de los mexicanos estén en un grave riesgo.