Por una #ConscienciaFinanciera
Se aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2024, sin que en él hubiera cambios sustantivos a la propuesta hecha por el presidente López Obrador. De parte de los diputados oficialistas, no hubo interés por generar partidas extraordinarias en beneficio de los municipios guerrerenses devastados por el huracán “Otis”. A lo más, se etiquetó que una vez resuelto el litigio -en caso de que así fuera- en torno a los 15 mil millones de pesos de los fideicomisos del Poder Judicial, éstos puedan transferirse para apoyar a la población suriana.
Al presentar su “Plan General de Reconstrucción y Apoyo para Guerrero”, el primer mandatario aseguró que su propuesta implicará una inversión de 61 mil 312 millones de pesos, principalmente a través de obras de reconstrucción en Acapulco y Coyuca de Benítez, tales como: El adelanto del pago de Pensiones y Programas para el Bienestar; la ampliación de 10 mil jóvenes al Programa Jóvenes Construyendo el Futuro; el aumento de beneficiarios de Becas Nivel Básico, así como una canasta básica semanal para 250 mil familias durante tres meses.
Desafortunadamente, todo indica que los recursos anunciados serán insuficientes. Estimaciones hechas por Enrique Quintana aseguran que se requerirían unos 270 mil millones de pesos para atender los daños ocurridos, Enki Research estimó que serían entre 10 mil y 15 mil millones de dólares. Para el economista Manuel Molano, el golpe costará entre el 0.5 y el 1.0% total del PIB nacional por año. Sin embargo, mientras se reinvierte para recuperar lo perdido, más allá de los subsidios anunciados, ¿cómo habrá de ganarse la vida la gente? Los daños son de tal magnitud, que es altamente probable que la temporada alta de turismo de diciembre a marzo tenga fuertes pérdidas, al igual que la de semana santa. Cada día que pasa, resulta más evidente que se requerirá un programa masivo de empleo temporal -mismo que aún no está contemplado en ningún rubro- para el año siguiente.
El desastre en Guerrero conjuga distintas dimensiones. Desde el punto de vista sanitario, la carencia de agua potable e insumos de limpieza, es generalizada en la mayoría de colonias del Puerto. Aunque se requieren alrededor de 500 camiones para recolectar la basura, el municipio ha logrado apenas involucrar unos 100. El deterioro en las condiciones de sanidad, provocado por el acumulamiento de basura, lodo y encharcamientos, han provocado que los casos de dengue hemorrágico por picadura de mosquito, crezcan de manera considerable.
Junto con lo sanitario, el problema económico y laboral, exhibe importantes complicaciones. La Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco-Servytur) ha adelantado que más del 75% de los 83,801 negocios presentan afectaciones con distinta gravedad e impactos. Según la Canirac, “Otis” dejó en situación de pérdida total a prácticamente 80% de los 5,700 restaurantes del lugar. Adicionalmente, casi 125 mil niños se mantienen sin clases por daños en sus escuelas.
Por último, los daños en la infraestructura hotelera y en condominios han sido de enorme cuantía. Se ha publicado que según imágenes satelitales, el 63% de los inmuebles en la zona costera quedó inutilizado. Adicionalmente, según el Consejo de Cámaras Industriales y Empresariales de Guerrero (Concaingro), “ya está en riesgo de perderse de manera permanente el 90% de la fuerza laboral formal de Acapulco”.
La decisión del gobierno de declarar “por terminada la emergencia en Acapulco” ha sido a todas luces un grave error. Parecería más una intención de darle la vuelta a la página para evitar desgaste político, que una actuación técnicamente fundamentada. No basta con decir que los hoteles reabriran el 15 de diciembre y que se celebrará el torneo “Abierto de tenis” en febrero próximo, para resolver de fondo lo que ahí sucede.
Ante estas cifras y datos, resulta fundamental hacer consciencia sobre el desafío que representará reconstruir Acapulco, pero tambien, de las oportunidades que esto representa para la propia sociedad mexicana. Ante la poca energía que ha impreso el gobierno de López Obrador para atender el desastre, habrá que convocar a que el sector privado, tanto nacional como internacional, de la mano con la sociedad acapulqueña y la solidaridad nacional, tomen la batuta para conducir las inversiones que serán fundamentales para lograr el “Renacimiento de Acapulco”. Ante la ausencia del gobierno, recuperar nuevamente el brillo y fama mundial de “la perla del Pacífico”, hoy está en nuestras manos.