La ONU y el poner fin a la violencia contra las Mujeres
Desde el miércoles último, 25 de noviembre, estoy pintada de naranja. Uso pañoletas naranja, vestido naranja, zapatos naranjas, moños naranjas. Me visto de naranja, pues lo pide la ONU desde la inauguración del Día Internacional en contra de la Violencia hacia las mujeres. ¡16 días de activismo mundial!...
Si todas las mujeres del mundo nos uniéramos en esta campaña de la ONU, la cual lleva precisamente el nombre de ÚNETE, podríamos detener un poco esas actitudes machistas que se traducen en violentar los derechos humanos de las mujeres: desde algo tan sencillo como el “calladita te ves más bonita”; “me voy de la casa si no me haces caso”, hasta las violencias extremas como los golpes y los feminicidios, los crímenes de honor y las mutilaciones sexuales...
¿Cómo revertir cinco mil años de patriarcado y por tanto de misoginia?...
En su libro 5000 años de misoginia, la escritora Patricia Segués define la misoginia como “las actitudes y comportamiento de odio, repulsión y aversión hacia la mujer”, “fruto podrido de las sociedades patriarcales que se relacionan con la violencia hacia las mujeres en todos los órdenes de las relaciones humanas: el familiar, el social, el político, el económico”. Si para Patricia Segués la misoginia es producto de la creencia de que la mujer es el “sexo débil” e inferior con respecto al masculino, para mí, es producto del sentido de posesión de lo masculino (el patriarca) sobre lo femenino...
Una vez “derrotado” el matriarcado de hace seis mil años, los varones se “posesionaron” de las mujeres y de su linaje...
Y como tales amos, sin leyes ni equilibrios que los detuvieran en esa posesión, han podido vender en matrimonio contra su voluntad a sus hijas; prohibirles el placer del sexo mutilándolas, asesinarlas, que no es otra cosa que poseerlas hasta la muerte (con el famoso supuesto de “mía o de nadie”); regañarlas o golpearlas si “son rejegas”...
Este dominio en la vida del hogar se traduce en todos los órdenes de la convivencia humana: en leyes religiosas (la mujer tiene que cargar su cruz); políticas (¿las mujeres al poder? ¡¡¡qué barbaridad!!!); sociales: los matrimonios arreglados, la trata de mujeres; la burka y el hiyab musulmanes, velos que las cubren de pies a cabeza...
Apenas llevamos un siglo de “revolución femenina”, término que incluye la lucha de las mujeres por sus derechos humanos. La ONU, desde las Primera Conferencia Internacional de la Mujer, ha asumido la bandera de las mujeres para que se respeten estos derechos en todos los ámbitos: el familiar, el social, el político, el económico, a fin de erradicar la misoginia, madre del machismo y el predominio de leyes, normas, costumbres y rasgos socioculturales de los varones para producir, mantener y perpetuar la sumisión de la mujer en todos los niveles: legal, sexual, económico, de procreación, laboral e intelectual...
Bienvenida la campaña UNETE de la ONU, de aquí al 2030, pues la violencia contra la mujer sigue siendo un tremendo obstáculo para alcanzar la igualdad, el desarrollo, la paz y el respeto de los derechos humanos de nosotras las mujeres y de las niñas...