Por Tere Ponce
Murió el poeta Oscar Wong (Tonalá, Chiapas 1948-Ciudad de México, Dic., 2020)
Hace unos cuantos días su hija Guiomar me dio la noticia. Oscar Wong, el gran poeta, Premio Chiapas en Artes 2016, murió de un paro cardíaco. Oscar, el poeta de ascendencia china, fue maestro de muchos escritores que conocieron su generosidad sin límites como miembros de sus talleres literarios en el “Wongasterio” como llamaba al comedor de su casa. Allí, acudimos a leer nuestros textos con la esperanza de que al poeta le gustaran, o nos diera una “pista” para mejorarlos...
Si algo lo caracterizó como maestro, fue su generosidad. A él no le importaba trasladar su conocimiento a sus alumnos. Se entregaba a los textos como si de esta entrega dependiera toda la belleza. Fue un maestro en el sentido más cabal de la palabra. Por esta razón, Elda Peralta y yo lo hicimos el asesor literario de nuestra Editorial Morgana y pusimos bajo su cuidado a siete escritoras que deseaban publicar sus obras en nuestra editorial...
Con gran paciencia, nos enseñó a todas a encontrar la palabra justa, el adjetivo sorprendente, la frase ingeniosa, con que enriquecimos nuestras narraciones. Y así publicamos dos volúmenes de cuentos: Conjuros del pentagrama y Seis conjuros del pentagrama, que él nos prologó como “Los secretos bastiones del alma”. Allí escribió: “Me gusta pensar en la literatura como ese ámbito privilegiado donde el mundo se contiene y el espectador se vuelca a través de una expresión determinada”. “Entre razón y percepción, al igual que entre pensamiento y sentimiento, existe una relación muy estrecha que se expresa a través de la narrativa. Este vínculo es válido en nuestro tiempo puesto que el arte proviene, refleja y tiene su origen en lo que, por comodidad, llamaremos 'realidad'...
Unos años más tarde, publicó un libro fundamental para comprender lo que llamamos poesía: La revelación poética, del mito a la metáfora (Editorial Entretejas, Biblioteca Escritores de Chiapas), un libro que nos habla de qué es la poesía, quién el poeta, su creador; cómo se disfruta, cómo se aprende, cómo se estudia...
De inicio, aborda su ámbito mitológico y acude a las etimologías para decirnos que la palabra “vate” significa vidente. Así el vate o poeta se adelanta a los acontecimientos, puede predecir “los sucesos”, conoce la esencia de las cosas, explica sus orígenes o vaticina la historia. Al conocer la esencia de las cosas y su naturaleza, las determina y las canta...
Wong afirma que la poesía no se enseña, se disfruta; lo que podemos aprender en los libros de retórica o de preceptiva es el “código”, es decir, la versificación y el discurso. Y recuerda que cuando pequeño “guardaba los poemas que provenían de las hojas desprendibles de los calendarios que mi padre obsequiaba cada fin de año; tal vez ahí desarrollé el gusto por la poesía lírica y me nació el impulso por integrar antologías temáticas”...
Y continúa: “En cierto modo descubrí que lenguaje y poesía, magia y religión, mito y conocimiento están íntimamente amalgamados”. Las musas lo llamaron a la región más azul del universo, mientras aquí en esta tierra nos dejó con sus versos, premiados múltiples veces, un legado de amor a la palabra y a la poesía. Descanse en paz...