/ martes 26 de noviembre de 2024

Agenda Confidencial / ¿"Dádivas“ o “derechos de los mexicanos”?

Los programas sociales del gobierno Federal, cuya principal característica en los seis años de la 4T fue regalar dinero en “cash” a los adultos mayores, estudiantes de casi todos los niveles educativos, productores del campo, entre otros, se convirtieron en uno de los cuatro motores de la economía nacional para el próximo año.

Los funcionarios encargados de construir el segundo piso de la Cuarta Transformación afirman que las Becas Benito Juárez, las de Educación Básica Rita Cetina, las de Educación media superior, jóvenes escribiendo el futuro; las de preparatorias y universidad para el bienestar, y las que se otorgan a niñas y niños en edad pre escolar, seguirán siendo la base de dichos programas, así como los de Sembrando Vida, Producción para el Bienestar, reparto gratuito de fertilizantes y precios de garantía, más los nuevos que creó la presidenta Claudia Sheinbaum, recibirán el próximo año 1.1 billones de pesos, según la Secretaría de Hacienda.

Algunos los llaman dádivas, pero el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, prefiere denominarlos “derechos de los mexicanos”. Sean lo que sean, desde que se instauraron estos programas nunca se había repartido tanto “cash” para la causa de los pobres como en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Cada año, desde 2019 hasta 2024 el “gasto en protección social per cápita”, como lo define la secretaria de Hacienda, creció de manera sostenida; empezó en 2019 con 11 mil 139 y pesos, y terminó la administración mencionada arriba de los 16 mil. Y para que los beneficiarios no se desalienten y le echen ganas al trabajo fecundo y creador, en 2025 se acercará a los 17 mil. ¡Más del 50 por ciento en sólo seis años!

Hay quienes consideran que la repartición de “cash” a través de los programas sociales ha contribuido a combatir la pobreza, reducir la brecha de la desigualdad, impulsar el crecimiento económico y reconstruir el tejido social, lo que es una “verdad a medias”. Cifras del Coneval señalan que la proporción de personas que se encontraban entre 2020 y 2022 en pobreza en México, se redujo de 41.9 a 35.3 por ciento. Sin embargo, la brecha de la desigualdad cada día se ve más grande, el tejido social se deteriora aceleradamente, y su contribución al crecimiento económico es cuestionable, si se considera que este indicador durante el sexenio pasado fue mediocre.

Si bien es cierto el “gasto en protección social per cápita” se ha incrementado notablemente gracias al “cash” que se reparte, nadie ha querido reconocer su contribución a la causa política. Gracias a la “maquinaria electoral”, aceitada por dichos programas, Claudia Sheinbaum obtuvo en la elección presidencial cerca de 36 millones de votos, casi el doble de los que consiguió Andrés Manuel López Obrador en 2018. Y se sospecha, nada más se sospecha que desde el arranque de este gobierno están “trabajando” para que, en la elección del 2030, llegue a los 40 millones de sufragios, sea quien sea el candidato/a, de Morena, claro.

Los programas sociales del gobierno Federal, cuya principal característica en los seis años de la 4T fue regalar dinero en “cash” a los adultos mayores, estudiantes de casi todos los niveles educativos, productores del campo, entre otros, se convirtieron en uno de los cuatro motores de la economía nacional para el próximo año.

Los funcionarios encargados de construir el segundo piso de la Cuarta Transformación afirman que las Becas Benito Juárez, las de Educación Básica Rita Cetina, las de Educación media superior, jóvenes escribiendo el futuro; las de preparatorias y universidad para el bienestar, y las que se otorgan a niñas y niños en edad pre escolar, seguirán siendo la base de dichos programas, así como los de Sembrando Vida, Producción para el Bienestar, reparto gratuito de fertilizantes y precios de garantía, más los nuevos que creó la presidenta Claudia Sheinbaum, recibirán el próximo año 1.1 billones de pesos, según la Secretaría de Hacienda.

Algunos los llaman dádivas, pero el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, prefiere denominarlos “derechos de los mexicanos”. Sean lo que sean, desde que se instauraron estos programas nunca se había repartido tanto “cash” para la causa de los pobres como en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Cada año, desde 2019 hasta 2024 el “gasto en protección social per cápita”, como lo define la secretaria de Hacienda, creció de manera sostenida; empezó en 2019 con 11 mil 139 y pesos, y terminó la administración mencionada arriba de los 16 mil. Y para que los beneficiarios no se desalienten y le echen ganas al trabajo fecundo y creador, en 2025 se acercará a los 17 mil. ¡Más del 50 por ciento en sólo seis años!

Hay quienes consideran que la repartición de “cash” a través de los programas sociales ha contribuido a combatir la pobreza, reducir la brecha de la desigualdad, impulsar el crecimiento económico y reconstruir el tejido social, lo que es una “verdad a medias”. Cifras del Coneval señalan que la proporción de personas que se encontraban entre 2020 y 2022 en pobreza en México, se redujo de 41.9 a 35.3 por ciento. Sin embargo, la brecha de la desigualdad cada día se ve más grande, el tejido social se deteriora aceleradamente, y su contribución al crecimiento económico es cuestionable, si se considera que este indicador durante el sexenio pasado fue mediocre.

Si bien es cierto el “gasto en protección social per cápita” se ha incrementado notablemente gracias al “cash” que se reparte, nadie ha querido reconocer su contribución a la causa política. Gracias a la “maquinaria electoral”, aceitada por dichos programas, Claudia Sheinbaum obtuvo en la elección presidencial cerca de 36 millones de votos, casi el doble de los que consiguió Andrés Manuel López Obrador en 2018. Y se sospecha, nada más se sospecha que desde el arranque de este gobierno están “trabajando” para que, en la elección del 2030, llegue a los 40 millones de sufragios, sea quien sea el candidato/a, de Morena, claro.