Hace más de 27 años, después de la muerte de su padre, “se llevó el gato al agua” ayudado por la habilidad de algunos de sus más cercanos colaboradores (uno de ellos encantador, pero de serpientes, según sus detractores). Fueron dos décadas de éxitos rotundos, a los que contribuyeron las administraciones panistas y la última del PRI con “inversiones en publicidad” de decenas de miles de millones de pesos cada año. Pero llegó Andrés Manuel López Obrador a Los Pinos y el imperio empezó a derrumbarse.
El imperio en cuestión empezó a registrar importantes pérdidas prácticamente cada trimestre, según sus propios reportes a la Bolsa Mexicana de Valores. Para tratar de “salvar el pellejo” los accionistas se asociaron con una empresa de comunicación estadunidense, hecho que en un principio negaron y calificaron de “mentiroso” a quien adelantó la operación.
Desesperados por los malos resultados financieros, algunos ejecutivos de la compañía mexicana se vieron en la penosa necesidad de ofrecer supuestos para obtener los derechos de transmisión de la Copa del Mundo para 2018, 2022, 2026 y 2030. También se acusó al imperio de “inflar” los precios de sus acciones en Estados Unidos, por lo que, en 2023, según información publicada, la empresa llegó a un acuerdo para pagar 95 millones de dólares de una demanda colectiva de inversionistas que alegaron que se les ocultó una presunta violación a la Ley de Valores de Estados Unidos. Aparentemente, con esa negociación había superado el escollo.
En un hecho sorpresivo – aunque a decir verdad algunos analistas adelantaron desde el año pasado que “le estaban tendiendo una camita… de clavos” -- la semana pasada el Grupo Televisa dio a conocer que su Consejo de Administración aprobó una propuesta de Emilio Azcárraga Jean, Presidente Ejecutivo del Consejo, para tomar licencia, con efecto inmediato, en tanto se resuelve la investigación que está llevando a cabo el Departamento de Justicia de los Estados Unidos de América, relacionada con la FIFA. Como se anunció previamente el 30 de agosto de 2024. La Compañía sigue cooperando con la investigación”, dice parte del comunicado de la Bolsa Mexicana de Valores.
Cuando Emilio se hizo cargo del negocio, después de la muerte de su padre, comentamos en esta columna: Tiene sus complicaciones y sus asegunes pertenecer a una dinastía, la de los Azcárraga, por ejemplo. Al primero, Azcárraga Vidaurreta, todavía se le recuerda con el nombre que se ganó a pulso: Don Emilio. El segundo, Azcárraga Milmo, sudó "la gota gorda" pero al final logró que dejaran de llamarlo Emilito, y se le conociera sencillamente como Emilio o entre los cuates como “El Tigre”.
Hoy, el barco parece estarse hundiendo, y la primera orden que dio el CEO fue: ¡Sálvese quien pueda!
Lo que llama la atención de este penoso asunto, es que la presidenta Claudia Sheinbaum pidió a los dueños del negocio que expliquen a la opinión pública y a la sociedad que está pasando, lo que nunca ocurrió en la época de Don Emilio y de “El Tigre”.
