/ miércoles 8 de marzo de 2023

Agua y mujeres: historias de la desigualdad en su acceso  

Por Piedad Gómez, Coordinadora de proyectos de Agua Capital


El crecimiento poblacional en las zonas urbanas y periurbanas ha impuesto un reto significativo para la atención de la demanda de los servicios de agua y drenaje. En el Informe 2020-2022 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Sustentable (CONEVAL), se destaca el aumento de personas en situación de pobreza extrema en zonas urbanas, con un impacto directo en la carencia de servicios básicos.

El organismo detectó que dentro de la población en situación de pobreza, el segmento considerado de pobreza extrema fue la que aumentó en mayor medida, al pasar de 7.0% (8.7 millones de personas) en 2018 a 8.5% (10.8 millones de personas) en 2020, concentrándose un mayor número de personas en situación de pobreza extrema en las zonas urbanas.

La carencia de servicios de agua potable y saneamiento esta ligada al asentamiento de poblaciones en zonas periurbanas con poco o nulo desarrollo de infraestructura hídrica, lo que si bien, afecta universalmente a una comunidad, tiende a ser más severo para las mujeres, quienes en su mayoría son las encargadas de vigilar que la vivienda cuente con agua potable para la preparación de alimentos, limpieza y actividades de cuidado de hijos, hijas o adultos mayores.

Olga Gamboa, originaria de Guadalajara, Jalisco, vive la carencia continua de servicios de agua desde hace 13 años, cuando llegó a vivir a la Colonia Santa Rosa en la Alcaldía Venustiano Carranza. Su vida y la de su familia ahora se mueve alrededor de las horas en las que les llega el agua, que generalmente son sólo 3 horas al día, entre las 20:00 y las 23:00 horas.

Y aunque para ella, abrir la llave y que saliera el chorro de agua era un acto cotidiano, hoy sabe lo que es vivir en la escasez y el tandeo. “Organizamos nuestro día a partir de las horas que tenemos agua. Salimos al trabajo y a la escuela, pero sabemos que cuando regresemos a casa, tenemos unas horas para bañarnos, lavar ropa, cocinar, lavar trastes y reservar agua para la mañana siguiente. Somos afortunados de tenerla unas horas, pero es muy limitado y estresante tener una cotidianidad así”, comenta Olga, de 36 años.

De acuerdo con el CONEVAL, las dificultades que tienen las mujeres para el autoabastecimiento del agua potable pueden agravarse para aquellas que realizan doble jornada laboral –trabajo remunerado y en el hogar. “Las mujeres que dedicaron más de cuatro horas al día al quehacer del hogar, 47.4% vivieron en situación de pobreza, mientras que para los hombres que dedicaron el mismo tiempo la tasa fue de 36.9%”, señala el reporte.

Para 2020, en México 29.1 millones de mujeres viven en situación de pobreza, es decir el 44.4% de todas las mujeres que residen en el país. En general, respecto a las personas en situación de pobreza hay 2.5 millones más mujeres que hombres. Con ello también se vulnera el acceso a varios servicios, entre ellos el acceso al agua que es un factor que obstaculiza el desarrollo de las mujeres.

Agua Capital, el Fondo del Agua de la Ciudad de México, ha documentado cómo en los hogares sin cobertura, en colonias de las alcaldías Iztapalapa y Tlalpan, son sobre todo las mujeres y los niños y las niñas, los encargados de la responsabilidad de acarrear, almacenar y en su caso adquirir pipas de agua.

Liliana, beneficiaria del programa Cosecha de lluvia que Agua Capital, en alianza con Isla Urbana y Fundación Coca Cola, implementó en la Tlalpan ha encontrado en la captación de agua de lluvia una alternativa para contar con reserva de agua en los meses de lluvia. Antes de tener un contenedor en su hogar, Liliana dependía del abastecimiento de agua con pipas, que en tiempo de escasez no sólo incrementaba su costo sino la disponibilidad oportuna para contar con el servicio.

“Con la misma agua hemos aprendido a reutilizarla en la elaboración de alimentos, para lavar trastes, trapear e incluso mantenerla para uso sanitario”.

Queda claro que la falta de acceso al agua profundiza la desigualdad de género, sobre todo a la hora de asignar las tareas de acopio. Abordar las necesidades de las mujeres en relación con el agua, el saneamiento y la higiene es un factor clave para lograr equidad, mejorar sus condiciones de seguridad y de salud.

Por Piedad Gómez, Coordinadora de proyectos de Agua Capital


El crecimiento poblacional en las zonas urbanas y periurbanas ha impuesto un reto significativo para la atención de la demanda de los servicios de agua y drenaje. En el Informe 2020-2022 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Sustentable (CONEVAL), se destaca el aumento de personas en situación de pobreza extrema en zonas urbanas, con un impacto directo en la carencia de servicios básicos.

El organismo detectó que dentro de la población en situación de pobreza, el segmento considerado de pobreza extrema fue la que aumentó en mayor medida, al pasar de 7.0% (8.7 millones de personas) en 2018 a 8.5% (10.8 millones de personas) en 2020, concentrándose un mayor número de personas en situación de pobreza extrema en las zonas urbanas.

La carencia de servicios de agua potable y saneamiento esta ligada al asentamiento de poblaciones en zonas periurbanas con poco o nulo desarrollo de infraestructura hídrica, lo que si bien, afecta universalmente a una comunidad, tiende a ser más severo para las mujeres, quienes en su mayoría son las encargadas de vigilar que la vivienda cuente con agua potable para la preparación de alimentos, limpieza y actividades de cuidado de hijos, hijas o adultos mayores.

Olga Gamboa, originaria de Guadalajara, Jalisco, vive la carencia continua de servicios de agua desde hace 13 años, cuando llegó a vivir a la Colonia Santa Rosa en la Alcaldía Venustiano Carranza. Su vida y la de su familia ahora se mueve alrededor de las horas en las que les llega el agua, que generalmente son sólo 3 horas al día, entre las 20:00 y las 23:00 horas.

Y aunque para ella, abrir la llave y que saliera el chorro de agua era un acto cotidiano, hoy sabe lo que es vivir en la escasez y el tandeo. “Organizamos nuestro día a partir de las horas que tenemos agua. Salimos al trabajo y a la escuela, pero sabemos que cuando regresemos a casa, tenemos unas horas para bañarnos, lavar ropa, cocinar, lavar trastes y reservar agua para la mañana siguiente. Somos afortunados de tenerla unas horas, pero es muy limitado y estresante tener una cotidianidad así”, comenta Olga, de 36 años.

De acuerdo con el CONEVAL, las dificultades que tienen las mujeres para el autoabastecimiento del agua potable pueden agravarse para aquellas que realizan doble jornada laboral –trabajo remunerado y en el hogar. “Las mujeres que dedicaron más de cuatro horas al día al quehacer del hogar, 47.4% vivieron en situación de pobreza, mientras que para los hombres que dedicaron el mismo tiempo la tasa fue de 36.9%”, señala el reporte.

Para 2020, en México 29.1 millones de mujeres viven en situación de pobreza, es decir el 44.4% de todas las mujeres que residen en el país. En general, respecto a las personas en situación de pobreza hay 2.5 millones más mujeres que hombres. Con ello también se vulnera el acceso a varios servicios, entre ellos el acceso al agua que es un factor que obstaculiza el desarrollo de las mujeres.

Agua Capital, el Fondo del Agua de la Ciudad de México, ha documentado cómo en los hogares sin cobertura, en colonias de las alcaldías Iztapalapa y Tlalpan, son sobre todo las mujeres y los niños y las niñas, los encargados de la responsabilidad de acarrear, almacenar y en su caso adquirir pipas de agua.

Liliana, beneficiaria del programa Cosecha de lluvia que Agua Capital, en alianza con Isla Urbana y Fundación Coca Cola, implementó en la Tlalpan ha encontrado en la captación de agua de lluvia una alternativa para contar con reserva de agua en los meses de lluvia. Antes de tener un contenedor en su hogar, Liliana dependía del abastecimiento de agua con pipas, que en tiempo de escasez no sólo incrementaba su costo sino la disponibilidad oportuna para contar con el servicio.

“Con la misma agua hemos aprendido a reutilizarla en la elaboración de alimentos, para lavar trastes, trapear e incluso mantenerla para uso sanitario”.

Queda claro que la falta de acceso al agua profundiza la desigualdad de género, sobre todo a la hora de asignar las tareas de acopio. Abordar las necesidades de las mujeres en relación con el agua, el saneamiento y la higiene es un factor clave para lograr equidad, mejorar sus condiciones de seguridad y de salud.

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