/ miércoles 18 de mayo de 2022

Al maestro con cariño

Ser maestro es una de las profesiones que implica tener una enorme vocación. Exige una entrega y una incondicionalidad absolutas, al servicio de esos educandos a los que se quieren transmitir conocimientos. Las 24 horas del día se quedan cortas para cubrir con todas las obligaciones propias del magisterio, lo que conlleva un agotamiento difícil de sobrellevar.

Los maestros están mal pagados y, quienes están atenidos al sindicato, sufren las de Caín por conservar las plazas, a las que, con tanto esfuerzo, se logra acceder. En México y en muchos otros países del Orbe, empezando por Estados Unidos, hay una fuerte deserción, a extremos que, nuestro vecino del norte solicita extranjeros que se animen a ir a ocupar tantas vacantes.

Se celebró su día y, como es insana costumbre, salió el tlatoani a echar uno de sus intolerables rollos, en tanto, la secretaria de Educación anunciaba que se les daría un aumento de un 7.5 por ciento, a los empobrecidos mentores.

De la diarrea verbal del “preciso” sobresalió la orden expresa en cuanto a los “nuevos contenidos” de la enseñanza. Dijo que no se quiere un alumnado que sepa hacer bombas, sino que sean “creadores de fraternidad, maestros que enseñen a alumnos que van a ser buenos ciudadanos fraternos”. “Que el tronco sea una formación orientada al humanismo”.

La demagogia vil de esta palabrería se puede sintetizar en pocos términos: quiere individuos “adoctrinados” que obedezcan sin chistar, en calidad de borregos, las líneas oficialistas. Está patente en los nuevos libros de texto, en los que se transparenta la ideología de la izquierda obsoleta de su hacedor, actual encargado de contenidos de la SEP, Marx Arriaga.

El amiguete de la “no primera dama”, quien tiene la responsabilidad de elaborarlos, de acuerdo a las entrevistas y a sus declaraciones -además de a los contenidos- es un personaje radical, de una ideología de esa izquierda extrema que jamás ha entendido que los tiempos cambian y que se cayó el muro de Berlín. Por el contrario, sus actitudes son equiparables a las de un Putin soviético, un Díaz Canel -porque Raúl Castro fue más abierto que el actual dictador cubano-, un ignaro Maduro o un criminal como el Ortega nicaragüense.

A esos dictadorzuelos tropicales y sus tan obsoletas formas de pensar se imita con un intento de reformar los planes y programas académicos, sin pies ni cabeza. A los maestros, por supuesto, no se les ha consultado para nada y al actual líder del sindicato se le ignora y utiliza menos que a figura decorativa.

AMLO puso la secretaría de Educación en manos de una personaja corrupta, Delfina Gómez, a la que se sentenció por haberles quitado parte de su sueldo a sus empleados -cuando era presidenta Municipal de Texcoco-, cínicamente, para ayudar a la formación del partido Morena.

¿Qué ejemplo puede ser para la ética magisterial, el que la SEP esté en manos de una delincuente? Pero, como el pastor de Palacio la perdonó y la distingue con su afecto, sus pecados quedaron borrados.

Además de corrupta la maestrita es de una ignorancia supina, lo que es una vergüenza solo de pensar que ocupa el despacho por el que pasaron mega glorias nacionales.

Poco deben haber celebrado los verdaderos maestros, en la aflicción de verse en manos de la ignorancia, la demagogia y los discursos de una especie de pastor de secta, ajeno a lo que supone el conocimiento para el desarrollo de cualquier país.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq