/ miércoles 19 de abril de 2023

Alfabetización digital: una herramienta vs el mundo digital 

por Andrea Navarro


En el mundo digital actual, es muy fácil encontrar en la Internet discusiones virales sobre los riesgos y “amenazas” de las diversas plataformas que son altamente utilizadas por las generaciones más jóvenes, especialmente por los millenials y centennials o ‘generación Z’.

Solo tenemos que abrir el buscador de nuestra preferencia y mirar en la sección de noticias un sinfín de notas de los medios internacionales y nacionales, para darnos cuenta de lo importante que es tener una opinión informada y objetiva sobre cualquier tema, o por lo menos lo más apegada a la realidad posible. Especialmente cuando se trata de evaluar, conocer y aprender a identificar cuáles son los pros y los contras de las diversas herramientas que el espacio virtual tiene para nosotros.

Y, si bien, mucho tiene que ver la coyuntura internacional, donde la tensión en las relaciones diplomáticas y tecnológicas entre Estados Unidos y China (occidente vs oriente) figuran como piedra angular en la discusión pública; el debate sobre la seguridad de las redes sociales como Meta y Twitter, plataformas de contenido como Youtube y Tik Tok, así como de otras plataformas digitales o espacios web para la creación (p.ej.) de FinTech y hasta de los mismos buscadores como Google, debe ayudar a construir una mejor conciencia en la(o)s usuaria(o)s sobre el papel que ésta(o)s figuran dentro de su desarrollo y mejora continua, así como para poder aprovecharlas con responsabilidad.

Pero ¿hasta qué punto el creador, el usuario y el desarrollador de este tipo de productos digitales tienen plena responsabilidad en cuanto a su utilización y constante perfección?

Si bien la mayoría de las plataformas digitales pueden usarse de manera “gratuita”, donde la única moneda de cambio para los usuarios en general son sus datos (preferencias, perfil de usuario, datos personales, etc.), hoy en día la mayoría de ellas cotizan en la bolsa de valores como cualquier otra industria del plano terrenal.

Esto trae como consecuencia una competencia no sólo tecnológica, sino también en relación con su valor agregado tanto para el usuario a modo individual como para la comunidad; ya sea que se les use como herramientas para poder potenciar negocios y marcas personales -desde las más emergentes hasta las ya consolidadas-, o como un medio informativo y de uso de Big Data.

Esto último se refiere, en términos generales, a la obtención, procesamiento, gestión y análisis de una gran cantidad de datos de los usuarios para entender mejor cuestiones como las tendencias del mercado (comercial, político y social) al igual que las preferencias de los consumidores (destacando comportamientos psicológicos y patrones de uso), una práctica que en ocasiones ha sido poco entendida por la sociedad digital e incluso, con justa razón, denunciada por las malas prácticas que han llegado a existir en el mundo cibernético (hackeos, compra e intercambio de datos sin notificación a los usuarios, etc.).

El hecho de que redes sociales como Facebook y Twitter, o de contenido como YouTube, Pinterest y TikTok, alcancen un gran valor en el mercado se debe justamente al tiempo que invertimos para brindar buena cantidad de información a los desarrolladores de las mismas, desde nuestro tipo de preferencias en los mensajes que publicamos, el contenido que vemos y/o denunciamos, entre muchas otras pequeñas acciones que permiten la construcción de espacios más seguros (o inseguros) para toda la comunidad.

No obstante, antes de ver como un peligro a la diversidad de plataformas que tenemos a nuestro alcance y que, a su vez, nos tienen en constante estudio para el incremento de su propio valor, preguntémonos: como usuario y/o desarrollador ¿estoy consciente de mi papel en el uso de cualquier herramienta digital a mi alcance? ¿aprendo, conozco y me responsabilizo del uso que le puedo dar a cualquier plataforma digital desde mis dispositivos electrónicos? ¿conozco, acepto y permito que las plataformas me “impongan” reglas automáticas para otorgarles permisos de medición de mis datos, incluso cuando no tengo una interacción con ellas en ese momento?

De acuerdo con la Western Sidney University (2016), la alfabetización digital se refiere a “tener las habilidades que se necesitan para vivir, aprender y trabajar en una sociedad donde la comunicación y el acceso a la información se realizan cada vez más a través de tecnologías digitales como plataformas de Internet y dispositivos móviles”. Si personas como usted y como yo, que hemos invertido buena cantidad de tiempo interactuando en las principales redes sociales, espacios de contenido y de comercio electrónico, pusiéramos especial atención a este tipo de alfabetización, muchas de las interrogantes serían no solo respondidas, sino que nos permitiría sostener un debate (tanto interior como comunitario) más informado, responsable y sumamente crítico. Y no solo eso, sino que eliminaríamos la percepción de “ser manipulados” por estos productos tecnológicos para convertirlos en grandes herramientas que nos permitan mejorar los problemas del hoy y del mañana. Que al fin y al cabo, ese es el principal objetivo de la evolución tecnológica en el mundo digital.


Asociada del COMEXI, Maestra en Marketing Digital y Comercio Electrónico, y egresada de la Licenciatura en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México - FES Aragón. Asimismo es miembro de la Fundación española Ciencias de la Documentación FD – Mujeres Líderes de las Américas. ç


@andie_nr

por Andrea Navarro


En el mundo digital actual, es muy fácil encontrar en la Internet discusiones virales sobre los riesgos y “amenazas” de las diversas plataformas que son altamente utilizadas por las generaciones más jóvenes, especialmente por los millenials y centennials o ‘generación Z’.

Solo tenemos que abrir el buscador de nuestra preferencia y mirar en la sección de noticias un sinfín de notas de los medios internacionales y nacionales, para darnos cuenta de lo importante que es tener una opinión informada y objetiva sobre cualquier tema, o por lo menos lo más apegada a la realidad posible. Especialmente cuando se trata de evaluar, conocer y aprender a identificar cuáles son los pros y los contras de las diversas herramientas que el espacio virtual tiene para nosotros.

Y, si bien, mucho tiene que ver la coyuntura internacional, donde la tensión en las relaciones diplomáticas y tecnológicas entre Estados Unidos y China (occidente vs oriente) figuran como piedra angular en la discusión pública; el debate sobre la seguridad de las redes sociales como Meta y Twitter, plataformas de contenido como Youtube y Tik Tok, así como de otras plataformas digitales o espacios web para la creación (p.ej.) de FinTech y hasta de los mismos buscadores como Google, debe ayudar a construir una mejor conciencia en la(o)s usuaria(o)s sobre el papel que ésta(o)s figuran dentro de su desarrollo y mejora continua, así como para poder aprovecharlas con responsabilidad.

Pero ¿hasta qué punto el creador, el usuario y el desarrollador de este tipo de productos digitales tienen plena responsabilidad en cuanto a su utilización y constante perfección?

Si bien la mayoría de las plataformas digitales pueden usarse de manera “gratuita”, donde la única moneda de cambio para los usuarios en general son sus datos (preferencias, perfil de usuario, datos personales, etc.), hoy en día la mayoría de ellas cotizan en la bolsa de valores como cualquier otra industria del plano terrenal.

Esto trae como consecuencia una competencia no sólo tecnológica, sino también en relación con su valor agregado tanto para el usuario a modo individual como para la comunidad; ya sea que se les use como herramientas para poder potenciar negocios y marcas personales -desde las más emergentes hasta las ya consolidadas-, o como un medio informativo y de uso de Big Data.

Esto último se refiere, en términos generales, a la obtención, procesamiento, gestión y análisis de una gran cantidad de datos de los usuarios para entender mejor cuestiones como las tendencias del mercado (comercial, político y social) al igual que las preferencias de los consumidores (destacando comportamientos psicológicos y patrones de uso), una práctica que en ocasiones ha sido poco entendida por la sociedad digital e incluso, con justa razón, denunciada por las malas prácticas que han llegado a existir en el mundo cibernético (hackeos, compra e intercambio de datos sin notificación a los usuarios, etc.).

El hecho de que redes sociales como Facebook y Twitter, o de contenido como YouTube, Pinterest y TikTok, alcancen un gran valor en el mercado se debe justamente al tiempo que invertimos para brindar buena cantidad de información a los desarrolladores de las mismas, desde nuestro tipo de preferencias en los mensajes que publicamos, el contenido que vemos y/o denunciamos, entre muchas otras pequeñas acciones que permiten la construcción de espacios más seguros (o inseguros) para toda la comunidad.

No obstante, antes de ver como un peligro a la diversidad de plataformas que tenemos a nuestro alcance y que, a su vez, nos tienen en constante estudio para el incremento de su propio valor, preguntémonos: como usuario y/o desarrollador ¿estoy consciente de mi papel en el uso de cualquier herramienta digital a mi alcance? ¿aprendo, conozco y me responsabilizo del uso que le puedo dar a cualquier plataforma digital desde mis dispositivos electrónicos? ¿conozco, acepto y permito que las plataformas me “impongan” reglas automáticas para otorgarles permisos de medición de mis datos, incluso cuando no tengo una interacción con ellas en ese momento?

De acuerdo con la Western Sidney University (2016), la alfabetización digital se refiere a “tener las habilidades que se necesitan para vivir, aprender y trabajar en una sociedad donde la comunicación y el acceso a la información se realizan cada vez más a través de tecnologías digitales como plataformas de Internet y dispositivos móviles”. Si personas como usted y como yo, que hemos invertido buena cantidad de tiempo interactuando en las principales redes sociales, espacios de contenido y de comercio electrónico, pusiéramos especial atención a este tipo de alfabetización, muchas de las interrogantes serían no solo respondidas, sino que nos permitiría sostener un debate (tanto interior como comunitario) más informado, responsable y sumamente crítico. Y no solo eso, sino que eliminaríamos la percepción de “ser manipulados” por estos productos tecnológicos para convertirlos en grandes herramientas que nos permitan mejorar los problemas del hoy y del mañana. Que al fin y al cabo, ese es el principal objetivo de la evolución tecnológica en el mundo digital.


Asociada del COMEXI, Maestra en Marketing Digital y Comercio Electrónico, y egresada de la Licenciatura en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México - FES Aragón. Asimismo es miembro de la Fundación española Ciencias de la Documentación FD – Mujeres Líderes de las Américas. ç


@andie_nr