Los bienes manufacturados son, desde hace muchos años, producto del comercio internacional y las cadenas de valor globales; por lo tanto, la menor disrupción puede resultar caótica, como se ha demostrado durante los últimos 13 meses. Sin embargo, a río revuelto, ganancia de pescadores y con la debida planeación, México podría estar frente a una gran oportunidad.
Recientemente, especialistas en Estados Unidos (EU) han propuesto profundizar la relación comercial al amparo del T-MEC y asegurar que las cadenas productivas se alejen de Asia y regresen a Norteamérica mediante el Ally-Shoring, que consiste en estrechar lazos en investigación, desarrollo, así como de seguridad y gobernanza, para asegurar que tanto los insumos y como el ensamblaje, ocurran en la región.
De acuerdo con la U.S.-Mexico Fundation (think tank dedicado a estudiar la relación bilateral), Estados Unidos enfrenta problemas de contratación derivados de la pandemia, que podrían persistir en el tiempo; mientras que México cuenta con una fuerza laboral complementaria y capacitada. La propuesta para resolver éste problema es impulsar una fuerza laboral bilateral, bajo el esquema de Ally-Shoring .
Entre los beneficios de éste apuntalamiento aliado, la Fundación destaca: una cadena de suministro más resiliente, una relación comercial más integral, impulso a la productividad de la región y cumplimiento de los requisitos de contenido, proximidad y suministro que marca el TMEC. Incluso, la huella de carbón se reduciría al acortar las distancias entre el insumo, la armadora y el mercado.
Para ser exactos, en México, hay 3.6 millones de personas jóvenes, calificadas (que cuentan con, al menos bachillerato concluido) y disponibles, en busca de empleo, de acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de INEGI. Mientras en EEUU, hay 4.6 millones más de puestos vacantes, que buscadores de empleo, según la U.S. Chamber of Commerce.
Para las empresas mexicanas que participan en las cadenas de valor cubiertas por el TMEC, esta profundización suena bien porque es cierto que estamos frente a la imperiosa necesidad de reajustar nuestras cadenas productivas y hacerlas menos dependientes de los insumos de China y Asia-Pacífico.
También el upskilling (o mejoramiento de habilidades) para su fuerza laboral sería de gran impacto y la experiencia de tener operaciones bilaterales, podría dar un impulso muy interesante a las empresas, las personas y la economía mexicana. A nivel nacional, el flujo de Inversión Extranjera Directa aumentaría en montos pero también en sectores de alta demanda tecnológica
Sin embargo, el sector privado mexicano necesita certeza y claridad en dos asuntos: el primero radica en cómo sustituir ciertos insumos esenciales que hoy no se producen en la región sino solo en Asia y cuyo desarrollo no puede darse de la noche a la mañana. Tal es el caso de piezas electrónicas, semiconductores, derivados del silicio y sustancias químicas.
En segundo es sobre cómo va a quedar la situación laboral de los trabajadores. Pues el análisis propone una fuerza laboral bilateral pero sin detallar un modelo de movilidad sino solo enfatizando en que los programas de visado laboral requieren modernizarse y que la política migratoria debe pasar de “defensiva” y solo proteger a sus trabajadores internos, a una “afirmativa”, que incluiría a la fuerza laboral mexicana participante en las cadenas productivas radicadas en EEUU.
El asunto laboral no es poca cosa, pues la propuesta habla de vacantes de trabajo a cubrirse en Estados Unidos pero para sectores productivos al amparo del TMEC y dentro de una cadena de producción binacional.
En suma, es una propuesta interesante que coincide con lo que muchos organismos empresariales mexicanos hemos enfatizado sobre reducir la dependencia de los insumos y bienes intermedios de origen chino. Sin embargo, hay que leer esta propuesta a la luz de las diferencias entre EEUU y China, que desde la presidencia de Donald Trump, no han hecho más que escalar de una guerra comercial expresada en aranceles, hasta el complejo escenario que vemos hoy, con la reciente visita a Taiwan, que si bien no fue de Estado, sí generó una respuesta estatal por parte del mandatario chino Xi Jinping.
Empresario