Si bien las protestas masivas son las que suelen acaparar la atención de la opinión pública, el principal frente de batalla en la lucha por la equidad de género se encuentra en las organizaciones, sobre todo en las grandes empresas y corporativos que dictan las pautas salariales en el mundo moderno.
No podría ser de otra manera. Los cambios telúricos que experimentan las sociedades a lo largo de la historia se desdoblan en las instituciones insignia de su tiempo. En los siglos XVIII y XIX, ningún cambio era posible si no reconocía el rol preponderante que jugaban las entidades religiosas de la época; en el siglo XX, la idea del Estado Nación fue vital para reconfigurar al orbe bajo nuevos modelos de industrialización y orden geopolítico; en el siglo XXI, por lo menos en el comienzo de esta década, cuesta trabajo pensar en una organización con más poder que la corporación global que opera con el fin de generar riqueza para el sector privado y la sociedad en su conjunto.
Ante este contexto, la llamada revolución morada no debe limitarse a las calles o exigencias de representatividad en medios de comunicación, por el contrario, debe extenderse a los esquemas de decisiones de las empresas. El sector privado, por su parte, debe asumir el reto como una responsabilidad ineludible frente a la sociedad en la que opera.
México camina lento por ese camino. En días recientes, sin embargo, se han registrado varios esfuerzos en la dirección correcta. Quizá el más significativo sea la firma del Compromiso con la Igualdad Salarial, un acuerdo donde diversas organizaciones se comprometen a crear políticas de equidad dentro y fuera de las empresas mexicanas. Impulsada por la Bolsa Institucional de Valores (BIVA) y apoyada por un abanico de 40 instituciones que incluyen organismos multilaterales, banca de desarrollo, agrupaciones gremiales, afores y banca privada, entre otras, el fin ulterior del Compromiso con la Igualdad Salarial es invitar a los principales inversionistas del país a comprometerse con la búsqueda de condiciones de equidad salarial no sólo dentro de sus firmas, sino en todo el universo de empresas que ellos favorecen con sus recursos. De esta manera, afirman los signantes, “la presión vendrá de arriba hacia abajo y el cambio será contundente”.
El documento está en línea con la Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación, cuyo fin es favorecer el desarrollo integral de las y los trabajadores.
De acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo, la brecha salarial entre hombres y mujeres en México rebasa el 20 por ciento. La “igualdad laboral y no discriminación” se refiere al derecho que todos tenemos a la inclusión, igualdad y diversidad en las categorías de contratación, así como al acceso a óptimas condiciones de trabajo, desarrollo profesional y sano entorno institucional. Para poder asegurar que el compromiso no sea letra muerta, las organizaciones participantes asumieron el propósito de medir y transparentar, año con año, los avances alcanzados. Estaremos atentos que así sea. @mauroforever mauricio@altaempresa.com