* Ahora todos contra Urzúa
* AMLO dejó de escuchar
* Yeidckol, víctima del “fuego amigo”
La salida de Carlos Urzúa como secretario de Hacienda y Crédito Público del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, puso al descubierto el desorden de las finanzas públicas de la llamada Cuarta Transformación.
En su carta de renuncia, el exfuncionario mencionó los motivos ideológicos y de imposición con los que no coincidía y lo llevaron a tomar esa decisión que de inmediato sacudió al país, como ocurriría en cualquier otra nación.
Con el texto que envió al Presidente de la República, Urzúa Macías demostró ser un hombre intachable, a quien es imposible que se le atribuya haber tomado una decisión de esta magnitud de manera apresurada o que haya tratado de imponer su capricho.
De inmediato el mercado cambiario reaccionó de manera negativa al registrarse una devaluación del peso, tan temida por la administración lopezobradorista, y la Bolsa Mexicana de Valores reportó su peor caída en lo que va del año.
El golpe que recibieron las finanzas el pasado martes no obedeció a una ocurrencia del gobierno sino a una decisión fríamente calculada, tan fría como los datos que manejan en las finanzas.
Además, los sectores empresariales, industriales y de comercio demandaron al Presidente de la República aclarar el presunto conflicto de interés entre algunos funcionarios públicos, revelado por Urzúa pero que se negó a dar nombres para no generar más caos.
La falta de coordinación entre el secretario de Hacienda y sus “colaboradores”, que ahora sabemos algunos le fueron impuestos, se evidenció el pasado lunes, cuando un laboratorio farmacéutico publicó el desplegado donde reconocen la intención de la secretaría para liquidar los adeudos acumulados desde principio de año, empero no han sido liberados los cheques por la inacción del área encargada de liberar los recursos, o sea la Oficialía Mayor de Hacienda a la que AMLO encargó la compra de todos los medicamentos e insumos del sector salud.
LA SACUDIDA FINANCIERA DE URZÚA
En los círculos más íntimos de las finanzas nacionales ya se advertía lo que ocurriría con la renuncia del ahora exsecretario de Hacienda, porque ha sido evidente la inestabilidad entre el discurso y la realidad, y no puede decirse que Urzúa sea un funcionario deficiente, por el contrario siempre ha demostrado ser un hombre con los pies firmemente afincados.
Lo que se da por seguro en este terremoto financiero, son las consecuencias de malas decisiones cupulares.
Por ejemplo, Carlos Urzúa publicó en redes sociales su renuncia y bastó una hora para que Andrés Manuel apareciera en un video, en lugar de responder a los señalamientos de su excolaborador, se limitó a decir que el cambio no había sido comprendido, que no se podía “poner vino nuevo en botellas viejas” y presentó a Arturo Herrera como sucesor en la SHCP.
Sin duda Urzúa no es “vino joven”, sino un funcionario probado en el campo de la política y los programas sociales, que acompañó a López Obrador en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal del 2000 al 2003, tiempo suficiente para crear, ordenar y echar a andar la ayuda a las personas de la tercera. Sin duda la acción de gobierno más importante que realizó López Obrador hace ya casi 18 años y que le valió el reconocimiento no sólo nacional sino internacional.
Con esta actitud, Andrés Manuel ha comenzado a separarse de aquellos que le acompañaron y contribuyeron a formar esa imagen cercana al pueblo, que le dio el triunfo presidencial en dos ocasiones, aunque en el 2006 se lo robaron Vicente Fox, Marta Sahagún y Norberto Rivera.
Para echar más leña al fuego, el vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez, recordó que “un funcionario no hace la economía”. Olvidó mencionar que sí da tranquilidad a los mercados financieros y evita sobresaltos como el registrado el pasado lunes. Ese nivel de discurso ha comenzado a manejarse en la Cuarta Transformación.
Jesús Ramírez mencionó que en el 2003 Urzúa dejó el gabinete del entonces Distrito Federal para regresar a la academia, “y eso no cambió la política del gobierno de la ciudad”.
Conforme avance el gobierno de López Obrador y ya no se pueda culpar a anteriores administraciones de los errores, el gabinete presidencial deberá contar con total autonomía en la toma de decisiones porque, de no ocurrir, continuarán las renuncias escandalosas.
LA AGONÍA MORENA
Otra parte importante que el Presidente de la República abandonó fue al partido Morena, que creó el mismo López Obrador para llegar a donde está. Ahora, los morenistas están perdidos ante la falta de un liderazgo que les dicte el rumbo.
El fin de semana pasado, se llevó a cabo el Consejo Nacional de Morena sin concretar acuerdos. Sólo hubo escándalo, división, acusaciones y malas decisiones, algo similar a lo ocurrido en otros partidos como el PRI o el PRD, que están por desaparecer.
La primera guerra interna de los “morenos” la encabezan Yeidckol Polevnsky, cercana a AMLO que aspira a reelegirse como presidente del partido, y Bertha Luján, compañera de Ricardo Monreal, con quien López Obrador se ha confrontado en más de una ocasión.
El Presidente está sumergido en su discurso para convencer del cambio propuesto, por lo que desde su triunfo en julio del año pasado no se había reunido con Polevnsky, hasta hace unas semanas que la recibió en Baja California, durante una gira y lo hizo sólo unos minutos.
La falta de apoyo presidencial ha provocado la ambición de otras tribus morenistas que buscan hacerse del importante botín político que se jugará su permanencia en las elecciones intermedias de 2021, cuando se renovará la Cámara de Diputados.
Urzúa trató de poner orden en las finanzas nacionales con la misma entrega que Polevnsky defiende el proyecto de izquierda ante la embestida del “fuego amigo”. Por congruencia, el primero dejó el cargo y provocó un cisma político. ¿Cuánto resistirá la líder de Morena y el resto del gabinete?
Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.
manuelmejidot@gmail.com