/ miércoles 25 de septiembre de 2024

AMLO: pedagogía de la irresponsabilidad

En una semana Andrés Manuel López Obrador dejará de ser, formalmente, presidente de la república. Los balances de su gestión han empezado a aparecer. En materia educativa, diversos analistas, investigadores, y periodistas han mostrado que la Cuarta Transformación fue sólo un cuento. Era previsible.

El revanchismo le ganó a las ideas y la ocurrencia a la imaginación. A pesar de construir una retórica exaltada, el Programa Sectorial de Educación 2020-2024 estuvo basado en una lógica convencional. Los objetivos generales de este programa cayeron en los clásicos ejes de la política educativa (equidad, “excelencia” y gestión), pero con un agravante.

Para granjearse al magisterio, separaron del componente de calidad el propósito de “revalorizar” al docente. Esta disociación fue un error. Quizás por eso la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación tuvo problemas para ligar su trabajo de orientar didácticamente al profesor con su atribución de “mejorar” la educación. En resumen, hubo un diseño de políticas y programas deficiente desde el inicio del sexenio.

También era incongruente que mientras este gobierno decía emprender la “revolución de las conciencias”, su programa educativo apenas planteó 22 metas educativas verificables para 2024. Al revisar el Sexto Informe de Gobierno, nos enteramos de que “no hay información disponible” para este año, aunque si tomamos datos de 2023 sí podemos saber qué tan eficiente fue el gobierno de AMLO en materia educativa. La gran mayoría (68%) de sus propósitos para el final del sexenio está lejos de cumplirse.

Al comparar las metas establecidas con lo reportado a la fecha, sólo hay dos metas de 22 que se han cumplido. Ahora hay más bachilleratos con electricidad y con lavabos de lo que se planteaba para 2024 (2% y 1% más, respectivamente). AMLO entonces ha cumplido sólo con diez por ciento de lo que su propio gobierno estableció y ello, en materia de infraestructura en la educación media superior.

Para educación básica, también hay mejoras en infraestructura, pero con la salvedad de que el gobierno ajustó los indicadores para saber cuántas escuelas contaban con agua potable, electricidad, baños, lavabos e instalaciones para discapacitados. De acuerdo con el Sexto Informe se excluyeron de la estadística nacional a las escuelas de cursos comunitarios pertenecientes al CONAFE (Consejo Nacional de Fomento Educativo), pese a que el indicador original incluía a los “diferentes tipos, niveles y modalidades” educativas. Lógicamente, al hacer este ajuste cuatro indicadores de cinco mejoraron.

Si bien la infraestructura escolar es esencial para crear “entornos favorables para el proceso enseñanza-aprendizaje”, esperábamos que un gobierno con una retórica grandilocuente estableciera referentes amplios para saber si en verdad cumplió con su objetivo de “transformar” la educación de México. ¿O es que ante la ineficiencia y los incumplimientos fue más efectivo ocultar datos, inventar cuentos y decir mentiras? El mandatario que prometió “no robar, no mentir y no traicionar” expresa en promedio 90 mentiras diarias en su conferencia matutina llamada La Mañanera (SPIN).

Esperamos que todas las niñas, niños, jóvenes y adultos no aprendan la “pedagogía de la irresponsabilidad” que hereda AMLO. Las y los maestros tenemos la obligación de enseñar que la realidad limita el voluntarismo, los hechos cuestionan nuestras creencias y la crítica pública es imprescindible para no cometer los errores que afectan a la mayoría. Por el bien de todos, primero los pobres y la verdad.

En una semana Andrés Manuel López Obrador dejará de ser, formalmente, presidente de la república. Los balances de su gestión han empezado a aparecer. En materia educativa, diversos analistas, investigadores, y periodistas han mostrado que la Cuarta Transformación fue sólo un cuento. Era previsible.

El revanchismo le ganó a las ideas y la ocurrencia a la imaginación. A pesar de construir una retórica exaltada, el Programa Sectorial de Educación 2020-2024 estuvo basado en una lógica convencional. Los objetivos generales de este programa cayeron en los clásicos ejes de la política educativa (equidad, “excelencia” y gestión), pero con un agravante.

Para granjearse al magisterio, separaron del componente de calidad el propósito de “revalorizar” al docente. Esta disociación fue un error. Quizás por eso la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación tuvo problemas para ligar su trabajo de orientar didácticamente al profesor con su atribución de “mejorar” la educación. En resumen, hubo un diseño de políticas y programas deficiente desde el inicio del sexenio.

También era incongruente que mientras este gobierno decía emprender la “revolución de las conciencias”, su programa educativo apenas planteó 22 metas educativas verificables para 2024. Al revisar el Sexto Informe de Gobierno, nos enteramos de que “no hay información disponible” para este año, aunque si tomamos datos de 2023 sí podemos saber qué tan eficiente fue el gobierno de AMLO en materia educativa. La gran mayoría (68%) de sus propósitos para el final del sexenio está lejos de cumplirse.

Al comparar las metas establecidas con lo reportado a la fecha, sólo hay dos metas de 22 que se han cumplido. Ahora hay más bachilleratos con electricidad y con lavabos de lo que se planteaba para 2024 (2% y 1% más, respectivamente). AMLO entonces ha cumplido sólo con diez por ciento de lo que su propio gobierno estableció y ello, en materia de infraestructura en la educación media superior.

Para educación básica, también hay mejoras en infraestructura, pero con la salvedad de que el gobierno ajustó los indicadores para saber cuántas escuelas contaban con agua potable, electricidad, baños, lavabos e instalaciones para discapacitados. De acuerdo con el Sexto Informe se excluyeron de la estadística nacional a las escuelas de cursos comunitarios pertenecientes al CONAFE (Consejo Nacional de Fomento Educativo), pese a que el indicador original incluía a los “diferentes tipos, niveles y modalidades” educativas. Lógicamente, al hacer este ajuste cuatro indicadores de cinco mejoraron.

Si bien la infraestructura escolar es esencial para crear “entornos favorables para el proceso enseñanza-aprendizaje”, esperábamos que un gobierno con una retórica grandilocuente estableciera referentes amplios para saber si en verdad cumplió con su objetivo de “transformar” la educación de México. ¿O es que ante la ineficiencia y los incumplimientos fue más efectivo ocultar datos, inventar cuentos y decir mentiras? El mandatario que prometió “no robar, no mentir y no traicionar” expresa en promedio 90 mentiras diarias en su conferencia matutina llamada La Mañanera (SPIN).

Esperamos que todas las niñas, niños, jóvenes y adultos no aprendan la “pedagogía de la irresponsabilidad” que hereda AMLO. Las y los maestros tenemos la obligación de enseñar que la realidad limita el voluntarismo, los hechos cuestionan nuestras creencias y la crítica pública es imprescindible para no cometer los errores que afectan a la mayoría. Por el bien de todos, primero los pobres y la verdad.

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