Durante muchos años, la estabilidad política y la paz social de México han sido motivo de interés tanto en el interior como en el extranjero, en virtud de que a diferencia de lo que ha sucedido en otros países donde se recurrió a la violencia para cambiar la forma de gobierno o la distribución del poder, aquí se ha tratado de articular las manifestaciones políticas de manera que los partidarios del disenso encuentren cauces civilizados para acceder al ejercicio del poder y así contar con instituciones estables y firmes que finalmente, son el sostén de nuestro Estado.
Lo cierto es, que sólo con instituciones sólidas se pueden afrontar las crisis o los retos, y los recién galardonados con el Nobel en Economía 2024 podrían explicar lo que está pasando en México, la tesis es sencilla: los países fracasan porque tienen instituciones débiles.
Daron Acemoglu y James Robinson son autores del libro “Por qué fracasan los países” ponen de relieve cómo las instituciones y las políticas económicas son determinantes para la prosperidad y el bienestar social. La concentración de poder en manos de unos pocos, causa desigualdad y corrupción, por lo que no queda más remedio que repensar nuestras estructuras políticas y económicas, pero de manera incluyente y consensada.
Por desgracia, la reforma judicial sigue generando incertidumbre, ahora en las instituciones electorales; al Instituto Nacional Electoral (INE) le fueron notificadas ordenes judiciales de suspender la organización de las elecciones judiciales y para no caer en desacato, solicitó que el Tribunal Electoral (TEPJF) resuelva si debe acatar o no.
Se trata de un caso complejo: no es fácil que un juzgador ordene que se desacate el mandato de otro juez; pareciera que el INE quiere actuar con “pies de plomo” para no caer en responsabilidades (no tienen la “piel de elefante” que el oficialismo) que ignoran y cuestionan los actos judiciales.
La renuencia o precaución del INE frena el paso que traía la implementación de la reforma judicial, lo que podría interpretarse de diversas formas, entre ellas, empiezan a percibir que será tan complicada la organización de la elección que tratan de evadir ese costo.
En México, asumíamos que se tenía instituciones sólidas, una autoridad electoral robusta, una división de poderes funcional, órganos autónomos en plenitud, pero no es así, la formación de una mayoría basto para que se borrará la división de poderes y se eliminaran contrapesos, regresando abruptamente a la época setentera de la hegemonía en el poder.
Lo que debe tener claro el partido oficial y la nueva administración, es que las instituciones nacionales, tienen un deber y misión de origen, que no se puede cambiar sólo en un texto legal, la esencia y el respeto entre poderes, son los que en la actualidad los tienen hoy en el poder, entonces ¿por qué destruir instituciones? o a dónde nos llevan.