El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) fijó “nuevas” medidas regulatorias a la empresa América Móvil que es el Agente Económico Preponderante en Telecomunicaciones (AEP-T), debido a que tiene un gran poder de mercado.
El régimen de medidas asimétricas al que está sujeto el AEP-T cumplió ya 10 años, sin embargo, no hay cambios sustanciales, mantiene poco más del 56% de los ingresos totales del sector, en términos de ganancias registra 64.8% del total frente a sus competidores, supera en 5.7 veces el monto que registra el segundo lugar, evidentemente la regulación asimétrica no ha funcionado, pese a que en la pasada década el regulador las revisó y ajustó.
¿Las “nuevas” medidas van a cambiar algo? no, lo que se anuncia como novedoso, no es tal, ya existían en la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión o en las resoluciones previas de preponderancia que había emitido el IFT, por lo que estamos ante meras modificaciones de grado a la regulación ya existente, tales matices no tendrán eficacia e impacto alguno. En efecto, ya existen previsiones para que no haya equipos bloqueados que funcionen con un solo operador, la libre posibilidad de cambiarse de compañía, replicabilidad de tarifas, transparencia en contratación pública, etc.
Además, en el cumplimiento de las “nuevas” medidas anunciadas se vive un contexto donde no se sabe quién supervisará lo anunciado: hay en curso una reforma constitucional que será aprobada la siguiente semana que extinguirá al IFT, en el nuevo modelo, no queda claro quién será el encargado del sector, esto quedará en las reformas a las legislaciones secundarias.
De entrada, lo que hace hoy el IFT, podría pasar a la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes o bien, la nueva Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones y la parte de competencia económica pasaría a la Secretaría de Economía; luego entonces, la efectividad de las “nuevas” medidas dependerá de quien será la institución encargada.
Sin perder de vista que el AEP-T va a impugnar las medidas asimétricas en un entorno judicial que se encuentra entre la incertidumbre y el hartazgo por la renovación que tendrá.
En suma, el nuevo entramado institucional representará en el corto plazo una curva de aprendizaje o cuellos de botella administrativos (nueva doble ventanilla) con el riesgo de afectar la competitividad en telecomunicaciones, además de que no se debe descontar alguna queja por incumplimiento al TMEC o algún señalamiento de nuestro principal socio que seguramente defenderá a sus inversionistas, bajo una presidencia que se vislumbra nacionalista y proteccionista con Donald Trump.
El camino regulatorio para el sector telecomunicaciones no se ve sencillo, al retornar a las formas y los modos de hace cuatro décadas; el reto para el gobierno federal es que tiene que impulsar y abrir las puertas a la inversión y a mayor competencia, de lo contrario, será un retroceso.