Por António Guterres
Del Sudán a Ucrania, de Oriente Medio a Myanmar, pasando por la República Democrática del Congo, los conflictos, el caos climático y la inestabilidad obligan a un número récord de personas a abandonar su hogar y dan pábulo a un profundo sufrimiento humano.
Según los datos más recientes, en el mundo hay más de 120 millones de desplazados por la fuerza, de los cuales 43,5 millones son refugiados.
El Día Mundial de los Refugiados es un homenaje a su valor y su entereza; también es el momento de redoblar los esfuerzos para protegerlos y apoyarlos en cada etapa de su viaje.
Los refugiados necesitan la solidaridad mundial, además de la posibilidad de reconstruir su vida dignamente.
Cuando se presenta la oportunidad, los refugiados hacen importantes aportaciones a la comunidad de acogida, pero necesitan igualdad de oportunidades y acceso al empleo, la vivienda y la asistencia sanitaria.
Los refugiados jóvenes necesitan una educación de calidad para alcanzar sus sueños.
Y los generosos países de acogida, en su mayoría países de renta baja o media, necesitan apoyo y recursos para integrar a los refugiados en la sociedad y la economía.
Comprometámonos a reafirmar la responsabilidad colectiva del mundo en lo que respecta a la asistencia y acogida a los refugiados... a la defensa de sus derechos humanos, incluido el derecho a solicitar asilo... a la salvaguarda de la integridad del régimen de protección de los refugiados… y, en última instancia, a la resolución de los conflictos para que quienes se ven obligados a abandonar su comunidad puedan regresar a su hogar.