Bien acierta quien sospecha que siempre yerra
Francisco de Quevedo
Hace unos años, escuché una interesante conferencia sobre el error humano, de la cual me parece oportuno compartir algunas reflexiones.
En varias ocasiones he expresado mis puntos de vista acerca del liderazgo, como por ejemplo, que el papel más importante de un líder en cualquier organización es hacer buenos juicios bien fundamentados, además de tomar decisiones informadas que produzcan buenos resultados.
Pero ¿qué pasa si tomas malas decisiones? ¿Quiere decir que eres un mal líder?
No necesariamente.
Los seres humanos estamos expuestos a cometer errores, lo importante es estar conscientes de ello y, si caemos en alguno, debemos ser capaces de tomar las medidas para revertir sus consecuencias. Yo mismo he cometido varias equivocaciones, pero también trato de ser rápido en reconocerlas, revertirlas y, lo más importante, aprender de ellas.
En la conferencia que mencioné al principio del artículo, conocí a una autora que ha dedicado su vida al estudio de los errores humanos: Kathryn Schulz, quien considera que debemos abrazar, o incluso celebrar nuestros errores.
Yo no iría tan lejos, pero lo cierto es que constituyen la oportunidad de aprendizaje más valiosa que tenemos. Para ello, es fundamental aceptarlos, entenderlos y aprovechar la ocasión que nos brindan para mejorar, sin evadir nuestra responsabilidad.
Es difícil decir “me equivoqué”; sin embargo, si logramos reconocer que erramos y nos desprendemos del miedo, podremos analizar detenidamente el proceso que nos llevó a tomar una decisión equivocada.
De acuerdo con Schulz, muchas veces estamos atrapados por una necesidad enfermiza de sentir que estamos en lo correcto y nos cegamos. Al analizar nuestros errores debemos evitar que se involucren nuestros sentimientos y reconocer que, en ocasiones, el error simplemente sucede.
Paradójicamente, es un error pensar que el éxito es sinónimo de “nunca equivocarse”. Pensar que siempre estamos en lo correcto puede ser bastante peligroso.
Nadie es perfecto. Quien piensa así, sufre de lo que Schulz llama “hubris nemesis”, cuya traducción del griego significa, a grandes rasgos, que tu arrogancia puede ser tu peor enemigo.
Schulz también nos recuerda que la palabra “error” tiene su origen en el latín y significa “vagar”. Pero esta misma habilidad de vagar con nuestro pensamiento es fuente de creatividad, por lo que no debemos castigar el error a toda costa.
Yo no celebro los errores, pero respeto y valoro a quienes son capaces de reconocerlos, asumen su responsabilidad y generan un aprendizaje a partir de ellos.
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