Como sabemos, “tope” es la protuberancia transversal hecha en el arroyo para que los conductores moderen la velocidad de sus vehículos en zonas específicas que así lo requieren; pero los hay en exceso y dificultan el tránsito.
Por ley se colocan en calles, avenidas, bulevares y cruceros de ferrocarril, frente a escuelas, hospitales o áreas recreativas, o bien para que hagan alto total en sitios de cruce de peatones; pero hay quienes cometen la infracción de ponerlos donde quieren.
De acuerdo con el INEGI, en 2023 circulaban en la Ciudad de México (CDMX), una de las urbes más habitadas del mundo, seis millones 471 mil 738 vehículos, entre particulares, de servicio público y de carga.
La multitud de topes y vehículos, a la que se suma la mala traza urbana, ocasiona los “embotellamientos”, o sean las aglomeraciones de unidades en calles, avenidas y bulevaresen cualquiera hora del día; a ellos contribuye gran cantidad de baches debida principalmente a la falta de mantenimiento a las vialidades en toda la ciudad. Y no es raro hallar topes con baches anexos.
De acuerdo con el artículo 58 del Reglamento Interior de la Administración Pública del Distrito Federal, hoy Ciudad de México, a la Dirección General de Servicios Urbanos corresponde, entre otras funciones, establecer los criterios y normas técnicas para la conservación y mantenimiento vial, alumbrado público y de todos aquellos elementos que determinan la funcionalidad e imagen urbana de las vialidades que conforman la red vial primaria, vías rápidas y ejes viales, dar mantenimiento preventivo y repavimentar, en su caso, al arroyo en la red vial primaria, en el que hay ese perjudicial exceso de topes.
Se deben suprimir los colocados arbitrariamente y dejarlos o construirlos donde realmente se requiera; se hacen generalmente de asfalto y deben tener dos metros de ancho en vías primarias y uno en vías locales o secundarias, y ocho centímetros de altura.
Sucede que muchos ciudadanos colocan topes frente a sus viviendas o sus extremos también para que los vehículospasen a menor velocidad y evitar accidentes; mas son contraproducentes, pues constituyen más riesgo de que los haya que prevenirlos, y más infición atmosférica.
Otro problema es que cuando los topes no están señalizados adecuadamente, o no hay suficiente iluminación en las calles, los conductores no los ven oportunamente y pueden sufrir daños físicos ellos y materiales sus unidades.
Según las estadísticas, en el 2022 había en México alrededor de 30 mil topes, de los cuales 2,316 no tenían las especificaciones de ley, eran improvisados y propiciaban percances, además, dañaban al medio ambiente, pues reanudar la marcha o acelerarla implica mayor gasto de gasolina y, por ende, generación adicional de dióxido de carbono.
En muchos puntos de la ciudad la reducción de velocidad a que obligan provoca caos vial.
En las áreas encargadas de los Centros de Servicio y Atención Ciudadana de las 16 alcaldías y a LOCATEL se puede solicitar la instalación, mantenimiento y/o remoción de topes, lo que es responsabilidad del Gobierno de la CDMX y las alcaldías, previa opinión técnica.
Las vialidades requieren buenas condiciones y los elementos de reducción de velocidad necesarios y suficientes para hacer más ágil el tránsito vehicular, y así evitar accidentes y aumento de emisiones de gases contaminantes.