/ sábado 5 de mayo de 2018

Avances en la lucha contra el desperdicio de alimentos

Aunque anualmente se producen cantidades de alimentos necesarias para alimentar a toda la población mundial, el hambre sigue siendo un problema que afecta a millones de personas. De hecho, uno de los objetivos de la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible es poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aproximadamente un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a 1.3 millones de toneladas al año.

En contraste, existen aún cerca de 815 millones de personas hambrientas en el planeta, además, 52 millones de niños menores de cinco años de edad padecen bajo peso en relación con su estatura, debido a una alimentación deficiente.

La pérdida o desperdicio de alimentos sucede en los diferentes procesos de la cadena de suministro, desde su salida del sector agropecuario hasta el consumo en los hogares o restaurantes.

Además de representar una pérdida de los recursos e insumos utilizados durante la producción, también tiene un efecto negativo en el medio ambiente y un pone en peligro la seguridad alimentaria global.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que el 6% de las pérdidas mundiales y el 15% de desperdicios de alimentos se dan en América Latina y el Caribe, siendo que 47 millones de sus habitantes padecen hambre. Estas pérdidas alcanzarían para alimentar a más de 30 millones de personas.

En México, se calcula que se desperdician más de 20.4 millones de toneladas de alimentos cada año, lo que representa el 37% de la producción agropecuaria en el país y un costo económico superior a los 100 mil millones de pesos.

Con los alimentos que se desperdician en nuestro país, podría alcanzar para alimentar durante varias semanas a 7.4 millones de personas que se encuentran en pobreza extrema.

En México a través de la Cruzada Nacional contra el Hambre, se han implementado estrategias para minimizar las pérdidas de alimentos durante su cosecha, almacenamiento, transporte, distribución y comercialización.

En la elaboración de estas estrategias, han participado la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en conjunto con dependencias federales, agencias internacionales, sector privado, sociedad civil y la academia.

Actualmente México cuenta con la segunda red de bancos de alimentos más grande del mundo, compuesta por 60 bancos con presencia en 29 entidades del país. Diariamente se dedican a recuperar los comestibles no comercializados pero que continúan siendo aptos para el consumo.

A través de esta red se recuperan cerca de 120 mil toneladas de alimentos cada año, que sirven para ayudar a más de un millón de personas de escasos recursos.

La semana pasada, representantes de los gobiernos de México y Dinamarca, junto con empresas de ambos países dedicadas a la producción, procesamiento, transporte y venta de alimentos, se comprometieron a fortalecer las acciones para combatir esta problemática.

Sin duda, México se ha convertido en un referente mundial en la lucha contra el hambre y el desperdicio de alimentos, sin embargo, aún es posible hacer más. Para ello, resulta fundamental redoblar esfuerzos en materia de sensibilización pública sobre la materia, a fin de que cada uno de los actores claves de la cadena alimentaria, desde empresarios hasta consumidores finales, se sumen a esta noble causa por un México sin hambre.


Senador del PRI por Sinaloa



Twitter: @AaronIrizar

Facebook.com/aaron.irizarlopez



Aunque anualmente se producen cantidades de alimentos necesarias para alimentar a toda la población mundial, el hambre sigue siendo un problema que afecta a millones de personas. De hecho, uno de los objetivos de la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible es poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aproximadamente un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a 1.3 millones de toneladas al año.

En contraste, existen aún cerca de 815 millones de personas hambrientas en el planeta, además, 52 millones de niños menores de cinco años de edad padecen bajo peso en relación con su estatura, debido a una alimentación deficiente.

La pérdida o desperdicio de alimentos sucede en los diferentes procesos de la cadena de suministro, desde su salida del sector agropecuario hasta el consumo en los hogares o restaurantes.

Además de representar una pérdida de los recursos e insumos utilizados durante la producción, también tiene un efecto negativo en el medio ambiente y un pone en peligro la seguridad alimentaria global.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que el 6% de las pérdidas mundiales y el 15% de desperdicios de alimentos se dan en América Latina y el Caribe, siendo que 47 millones de sus habitantes padecen hambre. Estas pérdidas alcanzarían para alimentar a más de 30 millones de personas.

En México, se calcula que se desperdician más de 20.4 millones de toneladas de alimentos cada año, lo que representa el 37% de la producción agropecuaria en el país y un costo económico superior a los 100 mil millones de pesos.

Con los alimentos que se desperdician en nuestro país, podría alcanzar para alimentar durante varias semanas a 7.4 millones de personas que se encuentran en pobreza extrema.

En México a través de la Cruzada Nacional contra el Hambre, se han implementado estrategias para minimizar las pérdidas de alimentos durante su cosecha, almacenamiento, transporte, distribución y comercialización.

En la elaboración de estas estrategias, han participado la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en conjunto con dependencias federales, agencias internacionales, sector privado, sociedad civil y la academia.

Actualmente México cuenta con la segunda red de bancos de alimentos más grande del mundo, compuesta por 60 bancos con presencia en 29 entidades del país. Diariamente se dedican a recuperar los comestibles no comercializados pero que continúan siendo aptos para el consumo.

A través de esta red se recuperan cerca de 120 mil toneladas de alimentos cada año, que sirven para ayudar a más de un millón de personas de escasos recursos.

La semana pasada, representantes de los gobiernos de México y Dinamarca, junto con empresas de ambos países dedicadas a la producción, procesamiento, transporte y venta de alimentos, se comprometieron a fortalecer las acciones para combatir esta problemática.

Sin duda, México se ha convertido en un referente mundial en la lucha contra el hambre y el desperdicio de alimentos, sin embargo, aún es posible hacer más. Para ello, resulta fundamental redoblar esfuerzos en materia de sensibilización pública sobre la materia, a fin de que cada uno de los actores claves de la cadena alimentaria, desde empresarios hasta consumidores finales, se sumen a esta noble causa por un México sin hambre.


Senador del PRI por Sinaloa



Twitter: @AaronIrizar

Facebook.com/aaron.irizarlopez