/ martes 28 de agosto de 2018

Bazar de la cultura | La cultura alimentaria está en el olvido

Por: Juan Amael Vizzuett Olvera

La pérdida de la identidad cultural nos cobra un precio muy oneroso, en todos los ámbitos: el empobrecimiento del lenguaje, la incuria contra un patrimonio incomprendido; la agonía de las artes populares y el abandono de la sabiduría nutricional, especialmente en las urbes, llamadas “desiertos alimentarios” por la doctora Margaret Chan, cuando fue directora general de la Organización Mundial de la Salud.

Es una problemática poco atendida en las vísperas del relevo gubernamental. Según la OMS, en 2012 siete de cada diez mexicanos padecían sobrepeso, con todas las consecuencias potenciales: diabetes, hipertensión, infartos, discapacidad y muerte.

Aquí se plantea una pregunta: ¿cuántos de estos mexicanos desconocen la cultura alimentaria de la milpa? ¿Cuántos crecieron en la cultura de las comidas industrializadas?

La milpa fue base de la agricultura mesoamericana; a diferencia de los monocultivos agroindustriales, la milpa combina en el mismo terreno maíz, frijol, calabaza y chile.
Las crónicas de Cortés(“Hay todas las maneras de verduras”) y de Bernal Díaz encomian la abundancia de alimentos en la gran Tenochtitlan.

Por una paradoja de la historia, mientras en México pierde terreno la dieta tradicional, en los jardines obreros de Francia se experimenta, al parecer exitosamente, con la milpa, “método tradicional de la América Latina”. Le llaman “technique des trois soeurs”: maíz-frijol- calabaza. Sólo falta el chile, muy fiero para los paladares galos.

Los jardines obreros son parcelas urbanas, se crearon en el siglo XIX para alejar a los trabajadores de las tabernas, proporcionar alimentos a la familia del operario y consolidar su cohesión. Este esfuerzo sigue vivo. Se constata en el actual cine francés. En Bois Guillaume, Normandía, hay cerca de cien parcelas, de unos 200 metros cuadrados cada una.

El jueves 23, tuvimos oportunidad de asistir a la conferencia del Movimiento Ciencia en Obesidad, impulsado por varios especialistas médicos del Grupo de Estudio en Bioética para el sobrepeso y la obesidad. Su objetivo es convocar a un esfuerzo coordinado para “bajar de peso a México”. En esta labor deberían participar los profesionales de la salud, colegios, universidades, instituciones públicas, empresas privadas y medios informativos.

Participaron los doctores Víctor Hugo Córdova Pluma, Jorge Yamamoto, Rubén Antonio Gómez y Carlos Lijszain Sklar. De acuerdo con sus experiencias, el meollo del problema radica en cómo transmitirle la información al público. El doctor Lijszain citó el fracaso de un esfuerzo reciente: un comedor industrial les proporcionaba una dieta cuidadosa a los trabajadores, pero éstos, ya en sus domicilios, consumían comestibles que propiciaban el sobrepeso. El reto es arduo, el tiempo escaso.

El MCO invita a su página de redes sociales: @cienciaenobesidad


Por: Juan Amael Vizzuett Olvera

La pérdida de la identidad cultural nos cobra un precio muy oneroso, en todos los ámbitos: el empobrecimiento del lenguaje, la incuria contra un patrimonio incomprendido; la agonía de las artes populares y el abandono de la sabiduría nutricional, especialmente en las urbes, llamadas “desiertos alimentarios” por la doctora Margaret Chan, cuando fue directora general de la Organización Mundial de la Salud.

Es una problemática poco atendida en las vísperas del relevo gubernamental. Según la OMS, en 2012 siete de cada diez mexicanos padecían sobrepeso, con todas las consecuencias potenciales: diabetes, hipertensión, infartos, discapacidad y muerte.

Aquí se plantea una pregunta: ¿cuántos de estos mexicanos desconocen la cultura alimentaria de la milpa? ¿Cuántos crecieron en la cultura de las comidas industrializadas?

La milpa fue base de la agricultura mesoamericana; a diferencia de los monocultivos agroindustriales, la milpa combina en el mismo terreno maíz, frijol, calabaza y chile.
Las crónicas de Cortés(“Hay todas las maneras de verduras”) y de Bernal Díaz encomian la abundancia de alimentos en la gran Tenochtitlan.

Por una paradoja de la historia, mientras en México pierde terreno la dieta tradicional, en los jardines obreros de Francia se experimenta, al parecer exitosamente, con la milpa, “método tradicional de la América Latina”. Le llaman “technique des trois soeurs”: maíz-frijol- calabaza. Sólo falta el chile, muy fiero para los paladares galos.

Los jardines obreros son parcelas urbanas, se crearon en el siglo XIX para alejar a los trabajadores de las tabernas, proporcionar alimentos a la familia del operario y consolidar su cohesión. Este esfuerzo sigue vivo. Se constata en el actual cine francés. En Bois Guillaume, Normandía, hay cerca de cien parcelas, de unos 200 metros cuadrados cada una.

El jueves 23, tuvimos oportunidad de asistir a la conferencia del Movimiento Ciencia en Obesidad, impulsado por varios especialistas médicos del Grupo de Estudio en Bioética para el sobrepeso y la obesidad. Su objetivo es convocar a un esfuerzo coordinado para “bajar de peso a México”. En esta labor deberían participar los profesionales de la salud, colegios, universidades, instituciones públicas, empresas privadas y medios informativos.

Participaron los doctores Víctor Hugo Córdova Pluma, Jorge Yamamoto, Rubén Antonio Gómez y Carlos Lijszain Sklar. De acuerdo con sus experiencias, el meollo del problema radica en cómo transmitirle la información al público. El doctor Lijszain citó el fracaso de un esfuerzo reciente: un comedor industrial les proporcionaba una dieta cuidadosa a los trabajadores, pero éstos, ya en sus domicilios, consumían comestibles que propiciaban el sobrepeso. El reto es arduo, el tiempo escaso.

El MCO invita a su página de redes sociales: @cienciaenobesidad