El pasado martes se llevaron a cabo las elecciones legislativas en los Estados Unidos para renovar la Cámara de Representantes y un tercio del Senado (recordemos que la Cámara Alta se renueva por tercios cada dos años y los senadores duran 6 años, mientras que la Cámara Baja se renueva en su totalidad cada dos años y en ambos casos existe la reelección indefinida).
Dicho lo anterior, reconozco que fui uno de aquellos opinadores que – como muchos otros – predijo un triunfo masivo del Partido Republicano y que habría una ola arrolladora; que los candidatos negacionistas (de la legitimidad de la elección de Joe Biden) habrían de triunfar e incluso desbancar a sus contendientes demócratas y que ambas cámaras habrían de pasar al control republicano. La gran sorpresa es que la famosa “ola roja” no fue. El mapa se pintó de azul (rojo es el color de los republicanos y azul de los demócratas). ¿Sorpresivo? Sin duda; los pronósticos nos fallaron a todos (una vez más).
La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿qué sucedió y ello qué significa? Vamos por partes. Para responder a la pregunta sobre qué sucedió, debemos mencionar algunas medidas que la mayoría republicana (o conservadora) de la Suprema Corte tomó hace unos meses: la eliminación del aborto legal a nivel federal, dejando la decisión a los estados, y algunos de los mismos impusieron prohibiciones extremadamente estrictas al respecto. Lo anterior creó un movimiento de indignación entre las mujeres (especialmente las jóvenes) quienes masivamente se pronunciaron al respecto y salieron a votar en contra de lo anterior (que se traduce en sufragios demócratas). El otro factor que explica la “ola que no fue” es el voto de los jóvenes (menores de 30 años). Ellos también de forma sumamente importante salieron a votar por el partido que, de acuerdo con su visión, representa mejor sus ideales y principios (o en contra de quien representa lo contrario). En otras palabras, el voto “duro” o la base demócrata ejerció su derecho y salió de su casa el día de la elección (aunado a que los candidatos alineados con el ala radical de Donald Trump no fueron muy competitivos que digamos).
La pregunta es entonces: ¿qué sigue y qué podemos esperar en el futuro? Invariablemente esto pone en la pelea a los demócratas para mantener la Casa Blanca en 2024, cosa que se veía prácticamente imposible hace un tiempo, pero el gobierno tiene que poner atención a la inflación, porque este es un problema subyacente que afecta al bolsillo de los ciudadanos y ello siempre ha repercutido en quien tiene el poder. Pero esto es una lección para hacerle ver al partido demócrata que cuando tiene una causa común y deja de dividirse internamente, tienen posibilidades de ganar. Otra consecuencia de esto es que quizá la candidatura de Trump eventualmente para repetir en la Casa Blanca se desvanece ante estos resultados, abriendo la puerta a otros contendientes como el gobernador de Florida Ron DeSantis, quien aspira a competir en dos años.
La lección más importante es entonces: en política, nada está dicho y el último minuto también tiene 60 segundos.