/ domingo 28 de julio de 2024

Caos antopológico

MIRAR

Muchos nos sentimos desconcertados por la lucha de quienes defienden, también en forma violenta, lo que consideran sus derechos, pero que pueden ser caprichos, imposiciones exteriores, intereses egoístas, ideologías de moda o consignas de líderes o grupos económicos. Por ejemplo, ya es ley que, si alguien maltrata a un animal, debe pagar una multa e ir a la cárcel. Pero si mata a un ser humano en el seno materno, eso se considera un derecho, que la misma Suprema Corte de Justicia avala y exige que se reconozca en todas las legislaturas locales. Dicen que eso es justicia con las mujeres, que pueden hacer lo que quieran con su cuerpo, pero no les importa el derecho del ser humano no nacido a vivir, siendo que es víctima, inocente e indefenso. Si en verdad defienden a la mujer, entonces, si un embrión o feto es femenino, tendrían que ser consecuentes y defenderlos. Esto es un caos antropológico, pues se defienden unos derechos y se vulneran otros, igualmente o más dignos. Y si nosotros decimos algo en contra, nos tachan de conservadores, trasnochados, enemigos de las mujeres.

¿Cómo se explica que algunos prefieran tener perros, gatos, pericos o especies exóticas, y no quieran tener hijos? Es un caos antropológico que se desprecie a indígenas, campesinos, afromexicanos, migrantes, indigentes, minusválidos, presos, alcohólicos, drogadictos, sólo por su apariencia externa, por su pobreza. Es un desequilibrio humano que haya quienes defienden las especies en proceso de extinción, la vegetación y la ecología, y esto con razón, pero no apoyan con igual o más fuerza la defensa de la vida humana; no promueven programas de desarrollo para los marginados; no hacen lo posible por detener las guerras que destruyen vidas humanas y defienden la libre venta de armamentos.

Es un caos antropológico que se defienda como derecho poder cambiar de sexo, incluso siendo menores de edad sin consentimiento de sus padres, a pesar de estar genéticamente determinados por nuestra genitalidad. Las personas con diferentes tendencias sexuales son dignas de respeto y no deben ser menospreciadas de ninguna forma. Debe legislarse y sancionarse a quien haga lo contrario; pero eso no significa que sea lo mismo ser varón o mujer, o que un varón que se considera mujer quiera vivir y participar en la sociedad y en los deportes como mujer. Lo que es, es, aunque muchos digan lo contrario. Si no respetamos la naturaleza humana, caemos en un caos.

DISCERNIR

Los obispos mexicanos, en el Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, afirmamos:

“La Iglesia no es ajena o extraña a la sociedad en la que se encuentra inmersa. Esta nueva época exige acompañar a cada persona y renovar con valentía nuestro profetismo evangélico, anunciando con fuerza el valor inestimable de la persona, denunciando todo lo que se opone a su plena realización y discerniendo a la luz del Evangelio esta nueva realidad, para encarnar la experiencia de la misericordia, de la comunión y la solidaridad en esta nueva época”.

ACTUAR

En el mismo documento, los obispos proponemos: “Destacar, en los espacios eclesiales de evangelización y catequesis, una formación antropológica cristiana de manera integral y sistemática, presentando con claridad la persona de Jesucristo, como modelo del ser humano, desde una perspectiva kerigmática. Generar espacios de encuentro, diálogo y trabajo con otros actores de la sociedad, para colaborar en la reconstrucción de la dignidad de las personas y el tejido social de nuestro país” (173, a y b).


MIRAR

Muchos nos sentimos desconcertados por la lucha de quienes defienden, también en forma violenta, lo que consideran sus derechos, pero que pueden ser caprichos, imposiciones exteriores, intereses egoístas, ideologías de moda o consignas de líderes o grupos económicos. Por ejemplo, ya es ley que, si alguien maltrata a un animal, debe pagar una multa e ir a la cárcel. Pero si mata a un ser humano en el seno materno, eso se considera un derecho, que la misma Suprema Corte de Justicia avala y exige que se reconozca en todas las legislaturas locales. Dicen que eso es justicia con las mujeres, que pueden hacer lo que quieran con su cuerpo, pero no les importa el derecho del ser humano no nacido a vivir, siendo que es víctima, inocente e indefenso. Si en verdad defienden a la mujer, entonces, si un embrión o feto es femenino, tendrían que ser consecuentes y defenderlos. Esto es un caos antropológico, pues se defienden unos derechos y se vulneran otros, igualmente o más dignos. Y si nosotros decimos algo en contra, nos tachan de conservadores, trasnochados, enemigos de las mujeres.

¿Cómo se explica que algunos prefieran tener perros, gatos, pericos o especies exóticas, y no quieran tener hijos? Es un caos antropológico que se desprecie a indígenas, campesinos, afromexicanos, migrantes, indigentes, minusválidos, presos, alcohólicos, drogadictos, sólo por su apariencia externa, por su pobreza. Es un desequilibrio humano que haya quienes defienden las especies en proceso de extinción, la vegetación y la ecología, y esto con razón, pero no apoyan con igual o más fuerza la defensa de la vida humana; no promueven programas de desarrollo para los marginados; no hacen lo posible por detener las guerras que destruyen vidas humanas y defienden la libre venta de armamentos.

Es un caos antropológico que se defienda como derecho poder cambiar de sexo, incluso siendo menores de edad sin consentimiento de sus padres, a pesar de estar genéticamente determinados por nuestra genitalidad. Las personas con diferentes tendencias sexuales son dignas de respeto y no deben ser menospreciadas de ninguna forma. Debe legislarse y sancionarse a quien haga lo contrario; pero eso no significa que sea lo mismo ser varón o mujer, o que un varón que se considera mujer quiera vivir y participar en la sociedad y en los deportes como mujer. Lo que es, es, aunque muchos digan lo contrario. Si no respetamos la naturaleza humana, caemos en un caos.

DISCERNIR

Los obispos mexicanos, en el Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, afirmamos:

“La Iglesia no es ajena o extraña a la sociedad en la que se encuentra inmersa. Esta nueva época exige acompañar a cada persona y renovar con valentía nuestro profetismo evangélico, anunciando con fuerza el valor inestimable de la persona, denunciando todo lo que se opone a su plena realización y discerniendo a la luz del Evangelio esta nueva realidad, para encarnar la experiencia de la misericordia, de la comunión y la solidaridad en esta nueva época”.

ACTUAR

En el mismo documento, los obispos proponemos: “Destacar, en los espacios eclesiales de evangelización y catequesis, una formación antropológica cristiana de manera integral y sistemática, presentando con claridad la persona de Jesucristo, como modelo del ser humano, desde una perspectiva kerigmática. Generar espacios de encuentro, diálogo y trabajo con otros actores de la sociedad, para colaborar en la reconstrucción de la dignidad de las personas y el tejido social de nuestro país” (173, a y b).


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