Hace unos días se dio a conocer que el arquitecto Benjamín Romano retiraba su proyecto de Calzada Flotante para unir la Primera con la Segunda Sección de Chapultepec, a la altura de la Calzada de los Compositores. La noticia ha llamado la atención porque primero parecía que Chapultepec se quedaba sin la conexión entre las dos primeras secciones pero en realidad nos habla de muchas cosas a la vez.
La versión oficial señala que el proyecto de Benjamín Romano requería talar muchos árboles y tenía problemas estructurales que el autor no estaba dispuesto a modificar. Esta parece ser una información engañosa. La obra ya se licitó una vez, se declaró desierto el concurso, se licitó otra vez y se adjudicó a Fredel Ingeniería y Arquitectura. ¿Cómo puede el gobierno licitar una obra sin tener al menos un proyecto arquitectónico?
Pero el fondo del problema no lo estamos abordando. Hace 10 años, cuando se construía la Autopista Urbana Norte, se señaló que se estaban separando la Primera y Segunda secciones. Un antiguo puente convexo sobre los carriles centrales, fue eliminado; se reforzó el aislamiento del perímetro de Los Pinos y se dificultó la comunicación peatonal entre la Primera y la Segunda Sección de Chapultepec. ¿Qué está haciendo el Gobierno de la Ciudad de México en Cuemanco? Exactamente lo que hizo hace una década en Chapultepec, separar lo que podría unirse, por el capricho de una obra vial. Las dificultades que está viendo la Ciudad de México para unir Chapultepec son las que están sembrando en Cuemanco, con el paso elevado en construcción. La Calzada Flotante y la conservación del Humedal son dos caras de la misma moneda.
En el caso de Chapultepec y en el de Xochimilco, dos áreas naturales quedan divididas por el Periférico, pero en el fondo es el mismo problema de otras vialidades. Al construir un segundo piso en Zaragoza, estamos separando más a Iztapalapa de Nezahualcóyotl.
El Hospital de La Raza está a unos pasos de Peralvillo, pero en cierta manera están abismalmente separados, como lo están ambas márgenes de la Calzada de Tlalpan, del Circuito Interior y del Periférico.
Las grandes avenidas han dividido, más que unido, la ciudad. Y si bien no voy a discutir aquí la pertinencia de estas avenidas en la dinámica de la metrópoli, sí creo que debamos poner sobre la mesa que en cualquier reforzamiento de la infraestructura vial o de transporte, debería plantearse como algo básico trabajar la unión de ambos extremos de la vía, sea zona urbana o área verde, como en Chapultepec y Xochimilco.
En este sentido, faltan dos ideas en la mesa. La no construcción del desnivel en Cuemanco para evitar lo que hoy padecemos en Chapultepec; y el soterramiento del Periférico tanto en Xochimilco, Área Natural Protegida, como en Chapultepec, Área de Valor Ambiental, para unirlas cada una. Por lo menos deberíamos tener estimados los costos y los impactos de estas alternativas. No lo hacemos. En la Ciudad en la que todo se planea “al ahí se va” lo que mandan son los caprichos.