La guerra industrial comercial entre China y los Estados Unidos es un conflicto comercial iniciado en marzo de 2018, después de que el expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump anunciase la intención de imponer aranceles de 50 000 millones de dólares a los productos chinos bajo el artículo 301 de la Ley de Comercio de 1974, argumentando un historial de «prácticas desleales de comercio», robo de propiedad intelectual y una transferencia forzada de tecnología americana a China.
En represalia, el gobierno de la República Popular China impuso aranceles a más de 128 productos estadounidenses, incluyendo en particular la soja, una de las principales exportaciones de Estados Unidos a China. Aunque algunos economistas y políticos argumentan que el persistente déficit comercial de Estados Unidos es problemático, muchos dicen que no es un problema5y pocos abogan por las tarifas como una solución. Esta guerra comercial ha impactado de manera negativa las economías de ambos países. En los Estados Unidos, la guerra comercial ha elevado los precios para los consumidores y ha traído complicaciones a agricultores y fabricantes.
El desarrollo tecnológico e industrial temprano en los Estados Unidos estuvo facilitado por una confluencia única de factores geográficos, sociales y económicos. La disponibilidad de tierras y mano de obra educada, la ausencia de terratenientes, la diversidad de clima y un mercado de productos de calidad contribuyeron a la rápida industrialización de Estados Unidos. También contribuyeron con ello la disponibilidad de capital, la presencia abundante de canales navegables, ríos y vías fluviales costeras, y la abundancia de recursos naturales que facilitaron la extracción de energía barata.
Si embargo, en la década de los 80s, los gringos equivocaron la estrategia, decidieron mandar la industria fuera y concentrarse en tecnología. Este pues ha sido el más grande y grave error cometido en Washington. Fieles a su táctica de copia, aprende y mejora los chinos se comieron a los gringos y, desde 2019, el régimen de Pekín ha logrado socavar a los Estados Unidos dando un golpe certero a la economía americana. Ahora, para el mundo y en especial para Estados Unidos, el tema para conservar la seguridad nacional es debilitar a los chinos. Solo baste recordar que, actualmente el 80 por ciento de la producción mundial de antibióticos se elaboran en china. muy grave.
Lamentablemente ahora vienen por México, mientras que el comercio global da señales de debilitarse, el envío de bienes de China a México no para de crecer hasta colocarse como una de las rutas con “el comercio de mayor crecimiento en el mundo en este momento”, según la empresa europea de análisis de datos Xeneta. La demanda de contenedores para el comercio en esta dirección incrementó 59,7% en enero en comparación con el mismo mes en 2023. Por otro lado, las desleales prácticas comerciales chinas y sus constantes marrullerías económicas y de producción acaban con marcas reconocidas mexicanas pertenecientes a la industria automotriz, textil y de proveedores de manufactura.
Al mismo tiempo que, México es una atractiva alternativa para Pekín, ya que es un país de renta media que paga salarios comparables a los que se pagan en China.