/ domingo 18 de noviembre de 2018

Cruzar en Caravana

Natasha Uren Vázquez


Momentos previos a que se dieran las elecciones intermedias de los Estados Unidos y a pocos días de que entre el nuevo gobierno en México, miles de personas llegaron a tocar la puerta de la frontera sur pidiendo únicamente cruzar territorio mexicano. Estos visitantes no son un nuevo fenómeno, han atravesado el país de manera silenciosa durante varios años. Sin embargo, esta vez operaron de manera distinta: se vinieron “en bola”.

La mejor descripción de caravana es la siguiente: “Grupo de personas (mercaderes, peregrinos, etc.) que se juntan para viajar en la misma dirección, a pie o en algún vehículo, a través de zonas despobladas o peligrosas para ir prevenidos y ayudarse en caso de necesidad.”

Para poder emitir un juicio de valor, debemos analizar los motivos por los cuales estas personas tomaron la decisión de desplazarse y caminar diariamente entre 40 o 50 kilómetros por día, en condiciones inhumanas, en muchos casos con menores de edad.

La situación de pobreza e inseguridad se ha incrementado tremendamente en Centroamérica; las pandillas sustentan y controlan a la población, con lo que desafían el control estatal y se imponen como poder legítimo. La búsqueda por la supervivencia se convierte en el pan de cada día para cualquier ser humano en estas condiciones.

Tristemente, México se encontró en una disyuntiva ante esta caravana. De un lado, oleadas de solidaridad; del otro, mares de discursos llenos de odio y resentimiento. Gobierno, medios y ciudadanía, todos juntos, hemos sido parte de esta situación.

Mientras el gobierno manda mensajes confusos (un día les niega la entrada y al otro los recibe con bombos y platillos). Los medios tradicionales y no tradicionales de comunicación muestran una cobertura ambivalente del problema (algunos se enfocan en el sufrimiento de los migrantes, otros se muestran más despectivos). Igualmente, hay ciudadanos que corren y acarean apoyos, al tiempo que otros amedrentan y fomentan el individualismo.

Por tanto, es necesario comprender que nadie migra por gusto, nadie abandona lo poco o mucho que ha construido, sino es en busca de algo mejor. Anualmente, más de 450,000 personas transitan por nuestro país para poder llegar al tan anhelado vecino del norte en busca ya sea de un familiar o una vida mejor.

Esta vez, incitados o no, decidieron hacerlo en grupo. Con esta motivación dejaron de ser fantasmas que transitan y hoy son visibles. Esto lo hacen por un solo motivo: la unión les garantiza seguridad al pasar por un país que es una mina de inseguridad y cadáveres, todo con un solo fin: VIVIR.
Por ende, hacer un llamado y generar desde el estado una campaña de concientización no es una propuesta ambiciosa, ni descabellada. Los mecanismos legales para poder dar cauce a este éxodo se encuentran plasmados ya en la Ley de Migración. Rechacemos el discurso de odio siendo nosotros como mexicanos quienes generemos diálogos incluyentes.


Asociada COMEXI

@ natushuren

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