/ sábado 24 de diciembre de 2022

Cuchillito de palo | Desperdicio de alimentos

Hay casas en las que el pavo está a punto de entrar al horno para la gran cena de Nochebuena. Hay otras en las que se busca poder completar para comprar un triste atole y un pan. La desigualdad y la injusticia se revelan en el festejo que debería poner al frente, las necesidades de los que menos tienen.

Y si los supermercados y las tiendas de abarrotes están llenas de productos variadísimos, entre los que podemos elegir, la realidad es que existe un enorme desperdicio de alimentos, que podría llenar el vacío estomacal de millones de seres.

Un desperdicio que, a primera vista se piensa que consiste en la mucha comida que se deja en el plato, o simplemente se tira. La desgracia es que, lo que no se usa para la alimentación representa un 37 por ciento de la producción agropecuaria.

Millones de kilos de granos, frutas, cereales, carnes, aves y verduras se quedan sin posibilidades de consumo, por problemas fuera del alcance de aquellos que más los echan de menos. La pérdida supone una cantidad que podría dar de comer a siete millones de personas con carencia alimentaria.

Entre las frutas que más se desperdician está la guayaba -57.7 por ciento de la producción anual- y el mango -54.5 por ciento-. El arroz, un 46, la carne de res un 40 y la leche un 37 por ciento.

La mayor parte del desperdicio se da en las fases de producción y comercialización. Habría que buscar la forma de enlatar los alimentos que se pierden, lo que garantizaría su duración por cuando menos otros dos años, aunque no en todos los casos es posible.

Lo más importante es el apoyo a agricultores facilitándoles técnicas de avanzada y ayudándolos con sus planes de financiamiento. Sexenio tras sexenio se oye la misma cantinela, sobre el respaldo que le darán al campo, transcurren las administraciones y la vida para quienes se dedican a cultivar la tierra, sigue igual.

En este Régimen se acelera la emigración a Estados Unidos, fenómeno que se había logrado detener a fuerza de desarrollo. Tan la miseria se ha reproducido, que los pueblos se vuelven a vaciar de varones que se lanzan a la aventura del sueño americano.

Con el incremento actual en el número de pobres -reconocido por el propio gobierno-, volverán las lacras como las del raquitismo y las anemias en los niños, factores que los estigmatizan a lo largo de sus vidas.

Una oficialidad que se dice de izquierda, nada ha hecho para sacar adelante a quienes pasan hambre. Los apoyos sociales se han enfocado a posibles votantes. su único interés.

Por el contrario, en la CDMX se eliminaron los comedores populares que, mal que bien ayudaban, aunque fuera a un número reducido. Comer no es un lujo. Si se atacaran las causas del desperdicio de alimentos, algo se podría paliar el creciente problema.

Espero para todo México, una Noche de Paz y tranquilidad, que logre envolvernos en un enorme abrazo. ¡Feliz Navidad!

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Hay casas en las que el pavo está a punto de entrar al horno para la gran cena de Nochebuena. Hay otras en las que se busca poder completar para comprar un triste atole y un pan. La desigualdad y la injusticia se revelan en el festejo que debería poner al frente, las necesidades de los que menos tienen.

Y si los supermercados y las tiendas de abarrotes están llenas de productos variadísimos, entre los que podemos elegir, la realidad es que existe un enorme desperdicio de alimentos, que podría llenar el vacío estomacal de millones de seres.

Un desperdicio que, a primera vista se piensa que consiste en la mucha comida que se deja en el plato, o simplemente se tira. La desgracia es que, lo que no se usa para la alimentación representa un 37 por ciento de la producción agropecuaria.

Millones de kilos de granos, frutas, cereales, carnes, aves y verduras se quedan sin posibilidades de consumo, por problemas fuera del alcance de aquellos que más los echan de menos. La pérdida supone una cantidad que podría dar de comer a siete millones de personas con carencia alimentaria.

Entre las frutas que más se desperdician está la guayaba -57.7 por ciento de la producción anual- y el mango -54.5 por ciento-. El arroz, un 46, la carne de res un 40 y la leche un 37 por ciento.

La mayor parte del desperdicio se da en las fases de producción y comercialización. Habría que buscar la forma de enlatar los alimentos que se pierden, lo que garantizaría su duración por cuando menos otros dos años, aunque no en todos los casos es posible.

Lo más importante es el apoyo a agricultores facilitándoles técnicas de avanzada y ayudándolos con sus planes de financiamiento. Sexenio tras sexenio se oye la misma cantinela, sobre el respaldo que le darán al campo, transcurren las administraciones y la vida para quienes se dedican a cultivar la tierra, sigue igual.

En este Régimen se acelera la emigración a Estados Unidos, fenómeno que se había logrado detener a fuerza de desarrollo. Tan la miseria se ha reproducido, que los pueblos se vuelven a vaciar de varones que se lanzan a la aventura del sueño americano.

Con el incremento actual en el número de pobres -reconocido por el propio gobierno-, volverán las lacras como las del raquitismo y las anemias en los niños, factores que los estigmatizan a lo largo de sus vidas.

Una oficialidad que se dice de izquierda, nada ha hecho para sacar adelante a quienes pasan hambre. Los apoyos sociales se han enfocado a posibles votantes. su único interés.

Por el contrario, en la CDMX se eliminaron los comedores populares que, mal que bien ayudaban, aunque fuera a un número reducido. Comer no es un lujo. Si se atacaran las causas del desperdicio de alimentos, algo se podría paliar el creciente problema.

Espero para todo México, una Noche de Paz y tranquilidad, que logre envolvernos en un enorme abrazo. ¡Feliz Navidad!

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq