Hace alarde de que de todo sabe. Lo mismo habla de política internacional, que de finanzas y economía, o sus “consejitos” de curandera de pueblo, para que los jóvenes no se droguen. Intenta dar la impresión de que es genio, pero, a la primera de cambio, cuando le sueltan un cuestionamiento un poco menos superficial, se le “hace bolas el engrudo” y reluce su inconcebible ignorancia. En días pasados .y que no se olvide-, la reportera Nayeli Roldán lo hizo sudar la gota gorda, aunque en su soberbia piense que “la bateó”.
Al frente de México, alguien por completo incapaz para el cargo y que encima se rodea de gente de undécima. De acuerdo a su estrechez mental inhibe el que se noten sus defectos y aparezca como el tuerto como rey, en el reino de los ciegos. Su miopía se agudiza conforme avanza el sexenio y ve que pierde poder, circunstancia que cada vez más lo lanza a barbaridades como la de liquidar al Instituto para la Transparencia.
El INAI fue una gran conquista para abrir el gasto público a los ojos de la sociedad, la que puede informarse del destino de los recursos que aporta. Le resulta incómoda, puesto que está al alcance de cualquiera y es una herramienta para destapar corrupción y malos manejos. Si su amiguito, Ignacio Ovalle, no vio el fraude por siete mil millones de pesos, que se cometió en Segalmex cuando estaba al frente, porqué mostrarlo a los ojos de todos.
Para que pueda realizar sus actividades necesita tener a todos sus comisionados. Se venció el plazo de dos de ellos y el tabasqueño se ha negado a que se les nombre. Esta semana, la Cámara de Senadores al fin se decidió por un par de candidatos: a los pocos minutos ya los había vetado. Reiteró su rechazo al INAI y a la posibilidad de que siga en funciones, un ataque más a un órgano independiente, garante de un ejercicio democrático. Así sigue destrozando a este país y escondiendo el desastre oficialero
Para el Instituto Nacional Electoral quiere de presidenta -en sustitución de Lorenzo Córdoba, quien está a punto de terminar su periodo- a Bertha Alcalde Luján, hija del abogado laboralista, Arturo Alcalde y de su incondicional y fiel amiga, Bertha Luján. Es hermana, a su vez, de la ineficiente y se diría hasta inexistente secretaria del trabajo, Luisa María Alcalde, cínica fémina que ha cobrado por “irse a hacer manicure y arreglarse los pelos”, porque de su chamba no mueve un dedo.
La damisela llegó al extremo de ni siquiera aparecerse en el lugar del último accidente de una mina, en el que fallecieron 10 hombres (Pinabete, Sonora). Después de Pasta de Conchos y, a pesar de las promesas de AMLO, no se han recuperado los cuerpos de ninguno de estos trabajadores, que quedaron atrapados, ni se les ha cumplido a las familias con las ayudas e indemnizaciones. En este régimen la información está cooptada por las mañaneras y difícilmente se tratan temas de interés y que afectan directamente a la sociedad.
De lo que hacen los badulaques secretarios -como la señora Alcalde- poco se sabe y si se solicita información la que dan es raquítica. El siguiente paso del emperador, para acabar con el Instituto Nacional Electoral, es imponer a consejeros afines a la 4T, lo que acabaría con su autonomía. Lo terrible es que va a ser imposible detener su capricho de colocar a la Alcalde. Lo .único que queda es la Suprema Corte de Justicia, que esperemos pueda ponerle un alto a esta demencial aberración.
@catalinanq