/ miércoles 15 de marzo de 2023

Cuchillito de palo | Verde olivo enojados y la reivindicadora Nayeli

Al fin un sector del Ejército se atrevió a hacerlo público. El domingo pasado, algunas docenas de militares se manifestaron en varios estados de la República, además de la Ciudad de México. En compañía de sus familias reclamaron la imposibilidad que tienen de responder a las agresiones de la delincuencia organizada, a lo que demandan poder contestar con la fuerza de quienes no le temen a la confrontación, pero sí a la parálisis obligada.

En cuanto se supo el porqué de su presencia en las calles, el emperadorzuelo los calificó de actuar por órdenes del narco y pertenecer a un cártel. De sus mentiras ya nadie se asusta y menos se creen, aunque conllevan la típica amenaza contra quienes lo contradicen.

Es un error pensar que los soldados están en Jauja. Los altos mandos, como jamás lo soñaron, viven una plena luna de miel con el tlatoani, que los ha comprado de cabo a rabo. Los de abajo pasan por las penurias propias de los subordinados sujetos a un régimen duro, con salarios raquíticos y su vida en constante peligro, como lo confirma el alto número de asesinados. Son muchos los que han muerto a manos de los sátrapas que tienen tomado a México como si fueran sus propietarios, en ese empecinamiento de la consigna de los abrazos y no balazos.

A los seis años les queda muy poco como para cambiar la estrategia, a pesar de que, AMLO debe estar consciente de que ha sido un desastre. Pero, si es incapaz de reconocer el mínimo error, menos va a hacerlo en un tema de gran sensibilidad, que ha lastimado a tantísimas víctimas. Ni va a dar su brazo a torcer ni permitirá que los uniformados se salgan del guion que les impuso.

Hubo esposas que comentaron lo difícil de un trabajo, que te somete a horarios exhaustivos, movilizaciones a otras entidades, obediencia ciega a los mandos y demás reglamentación extrema. Encima les impiden cumplir con su función de defensa. Las quejas crecen, así haya sordera a cargo del gurú y de la jerarquía militar. Que no se olviden quienes son la mayoría de las fuerzas.

La comunicadora, Nayeli Roldán, por su parte, reivindicó la dignidad del oficio y de los auténticos profesionales. Con argumentos sólidos, educación, pero contundente y lapidaria, dejó en ridículo a un presidente que, ni siquiera, entiende la similitud entre espionaje e inteligencia. Se presentó en la mañanera y cuestionó el uso que le ha dado el Ejército al sistema de espionaje Pegasus, con el que se ha metido a la vida privada de políticos, periodistas, académicos.

López insiste en que, en su gobierno no se han vuelto a utilizar estas herramientas -que se compraron en el peñanietismo- y miente con todos los dientes. Lo demostró Nayeli, la que tuvo como respuesta un ataque visceral agresivo, de los que acostumbra el investido tlatoani. Insultó al medio que representa, Animal Político; salió con sus falacias de que “antes cobraban”, por supuesto los tachó de corruptos, pero no pudo negar el que “los que son distintos”, han espiado

Fue una de sus más amargas críticas, cuando candidato, para acabar -como lo ha hecho en todos los aspectos de su administración- colocándose en lo más rancio del ancestral prinosauriado.

Roldán dio una clase de periodismo y de la ética que debe tener un profesional, dispuesto a darle la cara al todopoderoso, que sabemos bien a lo que se arriesga.

Empieza a multiplicarse el descontento: era hora de abrir los ojos.

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@catalinanq