/ martes 16 de julio de 2024

Cuerda floja y equilibrio

Por Catherine Prati Rousselet*

Hace cincuenta años, el 7 de agosto de 1974, el (todavía) funambulista Philippe Petit, recorrió ocho veces, un camino de 42 metros, en un cable tendido a 1350 pies de altura (411 metros) entre las (hoy) desaparecidas Torres Gemelas. No podía imaginar que, veintisiete años después, con los atentados en contra de los centros estratégicos estadunidenses, iba a surgir, lo que ciertos se han aplicado a denominar, “un nuevo orden mundial”.

A lo largo de la historia “moderna” el sistema internacional ha conocido tremendas trasformaciones; todas, consecuencias de eventos bélicos (1815, 1919, 1945, 1989, 2001). A casi un cuarto de siglo de los actos terroristas orquestados por Al Qaeda, es el sistema político global el que se encuentra en la “cuerda floja” y, … con poco talento para conservar el equilibrio.

Aunque los líderes mundiales (léase, el conjunto de jefes de Estado y de gobierno de las 193 naciones miembros de la ONU), eventualmente, se manifiesten en contra de los atropellos cometidos en contra de la población civil en controversias internacionales, así como en conflictos internos (demasiadas, numerosas guerras olvidadas), poco se hace para detener la transgresión a los propósitos y principios de la Carta de San Francisco que, entre otros, prohíbe terminantemente recurrir a la fuerza armada.

Los próximos 22 y 23 de septiembre, previamente a la apertura anual del Debate General de la Asamblea General de la ONU, se llevará a cabo la Cumbre del Futuro: soluciones multilaterales para un mañana mejor. El objetivo de este evento de (muy) alto nivel, es, evaluar los magros resultados, al momento, generados para cada uno de los 17 ODS (objetivos de desarrollo sostenible) de la Agenda 2030.

De acuerdo con el último informe sobre la Agenda, sólo 17% de las metas van por buen camino, 48% están en riesgo moderado o grave de no cumplirse, 37% en claro retroceso (ONU Noticias) y el Secretario General, António Guterres, inmutable en su estilo, siempre políticamente correcto, de declarar: “La conclusión es simple: nuestra incapacidad para asegurar la paz, enfrentar el cambio climático e impulsar las finanzas internacionales está socavando el desarrollo” (sic).

Con el lema “Mejorar el presente para salvaguardar el futuro”, Alemania y Namibia, cofacilitadores de la Cumbre, han dado a conocer el borrador preliminar que servirá de base para las deliberaciones intergubernamentales para la adopción del “Pacto para el Futuro”. El documento actual consta de 20 cuartillas articuladas en cinco tópicos: 1) Desarrollo sostenible y financiamiento del desarrollo 2) Paz y seguridad internacionales, 3) Ciencia, tecnología, y cooperación digital, 4) Juventud y generaciones futuras, 5) Transformación de la gobernanza global.

Salvo error y hablando de “un nuevo (impostergable) orden mundial”, lo que está destinado a ser el “Pacto para el Futuro” que se quiere “ambicioso, conciso y orientado a la acción” parece una deslucida cataplasma más no el comprometido y dinámico tratamiento que requiere el combate inmediato a las perversas amenazas a la seguridad humana y a la seguridad internacional.

Un peligroso ejercicio de equilibrio en una cuerda cada vez más delgada.

* Profesora de la Facultad de Estudios Globales. @CathPrati

Por Catherine Prati Rousselet*

Hace cincuenta años, el 7 de agosto de 1974, el (todavía) funambulista Philippe Petit, recorrió ocho veces, un camino de 42 metros, en un cable tendido a 1350 pies de altura (411 metros) entre las (hoy) desaparecidas Torres Gemelas. No podía imaginar que, veintisiete años después, con los atentados en contra de los centros estratégicos estadunidenses, iba a surgir, lo que ciertos se han aplicado a denominar, “un nuevo orden mundial”.

A lo largo de la historia “moderna” el sistema internacional ha conocido tremendas trasformaciones; todas, consecuencias de eventos bélicos (1815, 1919, 1945, 1989, 2001). A casi un cuarto de siglo de los actos terroristas orquestados por Al Qaeda, es el sistema político global el que se encuentra en la “cuerda floja” y, … con poco talento para conservar el equilibrio.

Aunque los líderes mundiales (léase, el conjunto de jefes de Estado y de gobierno de las 193 naciones miembros de la ONU), eventualmente, se manifiesten en contra de los atropellos cometidos en contra de la población civil en controversias internacionales, así como en conflictos internos (demasiadas, numerosas guerras olvidadas), poco se hace para detener la transgresión a los propósitos y principios de la Carta de San Francisco que, entre otros, prohíbe terminantemente recurrir a la fuerza armada.

Los próximos 22 y 23 de septiembre, previamente a la apertura anual del Debate General de la Asamblea General de la ONU, se llevará a cabo la Cumbre del Futuro: soluciones multilaterales para un mañana mejor. El objetivo de este evento de (muy) alto nivel, es, evaluar los magros resultados, al momento, generados para cada uno de los 17 ODS (objetivos de desarrollo sostenible) de la Agenda 2030.

De acuerdo con el último informe sobre la Agenda, sólo 17% de las metas van por buen camino, 48% están en riesgo moderado o grave de no cumplirse, 37% en claro retroceso (ONU Noticias) y el Secretario General, António Guterres, inmutable en su estilo, siempre políticamente correcto, de declarar: “La conclusión es simple: nuestra incapacidad para asegurar la paz, enfrentar el cambio climático e impulsar las finanzas internacionales está socavando el desarrollo” (sic).

Con el lema “Mejorar el presente para salvaguardar el futuro”, Alemania y Namibia, cofacilitadores de la Cumbre, han dado a conocer el borrador preliminar que servirá de base para las deliberaciones intergubernamentales para la adopción del “Pacto para el Futuro”. El documento actual consta de 20 cuartillas articuladas en cinco tópicos: 1) Desarrollo sostenible y financiamiento del desarrollo 2) Paz y seguridad internacionales, 3) Ciencia, tecnología, y cooperación digital, 4) Juventud y generaciones futuras, 5) Transformación de la gobernanza global.

Salvo error y hablando de “un nuevo (impostergable) orden mundial”, lo que está destinado a ser el “Pacto para el Futuro” que se quiere “ambicioso, conciso y orientado a la acción” parece una deslucida cataplasma más no el comprometido y dinámico tratamiento que requiere el combate inmediato a las perversas amenazas a la seguridad humana y a la seguridad internacional.

Un peligroso ejercicio de equilibrio en una cuerda cada vez más delgada.

* Profesora de la Facultad de Estudios Globales. @CathPrati