/ martes 13 de agosto de 2024

De la pluma de María García / ¿Hacia dónde va el INE?

Por María García*

Tras la organización y ejecución del Proceso Electoral Federal (PEF) 2023-2024, el más complejo de la historia del país, y que está por concluir en todas sus etapas, el Instituto Nacional Electoral (INE) tiene que empezar a recorrer la ruta para su consolidación institucional y dar un nuevo rostro a la ciudadanía con la garantía de que mantenga y mejore la confianza que ha logrado a lo largo de más de 30 años de existencia, iniciando su paso por el sistema electoral desde su origen en el Instituto Federal Electoral. Esta ruta está marcada por diversos desafíos que definirán su futuro en los meses por venir.

Así, a partir del próximo 1 de septiembre, coincidiendo con la instalación de la nueva Legislatura en ambas cámaras del Congreso de la Unión, el INE, como órgano autónomo del Estado mexicano, deberá enfrentar diversas situaciones coyunturales que requieren de toda la experiencia acumulada en el Instituto para modelar y crear su propio futuro.

En ese sentido, existe la necesidad, en su interior, de tomar una serie de decisiones que le permitan al máximo órgano electoral del país, ser más productivo y hacer más eficiente su operación, eliminando viejos comportamientos y hábitos institucionales que pudieron haber sido de utilidad en el pasado, pero que es evidente que ya han agotado su aportación al Instituto y a la sociedad en general. El primer paso para lograrlo es iniciar con la reorganización de las áreas que contribuyen directamente en el cumplimiento de las atribuciones de la Presidencia del Consejo General, con el objetivo de avanzar hacia una nueva etapa que le permita al INE tener una mayor proximidad con la ciudadanía y con la población en general.

Entre otros beneficios, este tipo de reorganización interna permitiría cubrir el déficit que la institución viene acumulando desde hace más de 15 años en materia de la promoción de los valores democráticos en nuestro país, es decir, en las políticas de educación cívica, así como aquellas funciones y procesos en materia electoral que se han estancado por los límites burocráticos que han generado una zona de confort institucional, lo cual no le permite romper ataduras heredadas desde su creación a principios de los años noventa.

Recientemente, se ha comunicado a nivel interno en el INE sobre uno de los primeros ajustes organizacionales que permitirán a la Presidencia del Consejo General establecer nuevas formas y mecanismos de colaboración con sus colegas de una manera integral, o al menos, es lo que podría intuirse e interpretarse de esa decisión de alto impacto. De manera extraoficial, se sabe que la Consejera Presidenta ha aceptado la separación por decisión propia del Dr. Flavio Cienfuegos Valencia, de la posición de Jefe de Oficina de la Presidencia del Consejo General, posición clave en la planeación, organización y coordinación ejecutiva del reciente proceso electoral, con el fin de que esto se sume al establecimiento de condiciones para iniciar un nuevo reacomodo de las posiciones ejecutivas, de tal suerte que se dé inicio a un nuevo ciclo de gestión institucional en los hechos.

Esta renuncia a un cargo de alto nivel ejecutivo, y de hecho, de gran cercanía en la toma de decisiones de la Presidencia del INE, tiene un gran simbolismo institucional ya que a propósito de la indefinición en los nombramientos de diversas posiciones clave de la Junta General Ejecutiva, destacando entre estos cargos el de la Secretaría Ejecutiva, que se presentó desde el 21 de junio del año pasado, se ha mencionado de manera generalizada en el INE, que se tuvieron que hacer adaptaciones normativas, administrativas y operativas en las oficinas de la Presidencia y de la Secretaría Ejecutiva, en los márgenes establecidos en el diseño institucional regulado por la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y en su Reglamento Interior, para poder sortear las debilidades organizacionales impuestas al no permitir a la Presidencia del Consejo General cubrir con solvencia la posición de la Secretaría Ejecutiva desde el año pasado. Fue derivado de esta situación, que se instauró dicho modelo organizacional emergente el cual operó y dio resultados satisfactorios en el marco del Proceso Electoral que está a punto de concluir, por lo que se anticipa desde ahora que su vigencia terminará a finales del mes de agosto.

El Consejo General del INE, conformado por la Consejera Presidenta y diez Consejeras y Consejeros Electorales, que son quienes tienen derecho a voz y voto, y son ellas y ellos quienes definen en gran medida el rumbo y el ritmo institucionales, tienen ante si la gran oportunidad de empezar una nueva etapa que pudiera caracterizarse por la apertura al cambio y la consolidación institucional, alejándose de las ataduras que pudieran haberse presentado de manera natural en años recientes en cada uno de ellas y ellos, debido a la génesis de sus nombramientos.

Es momento de ver hacia adelante y de construir de manera colegiada el futuro de esta gran institución del Estado mexicano, y de establecer condiciones de manera colectiva para generar mejores condiciones organizacionales para el INE y todo su personal, las cuales contribuyan a que se mantenga y mejore la apropiación social de la vida electoral en nuestro país.


Politóloga**


Por María García*

Tras la organización y ejecución del Proceso Electoral Federal (PEF) 2023-2024, el más complejo de la historia del país, y que está por concluir en todas sus etapas, el Instituto Nacional Electoral (INE) tiene que empezar a recorrer la ruta para su consolidación institucional y dar un nuevo rostro a la ciudadanía con la garantía de que mantenga y mejore la confianza que ha logrado a lo largo de más de 30 años de existencia, iniciando su paso por el sistema electoral desde su origen en el Instituto Federal Electoral. Esta ruta está marcada por diversos desafíos que definirán su futuro en los meses por venir.

Así, a partir del próximo 1 de septiembre, coincidiendo con la instalación de la nueva Legislatura en ambas cámaras del Congreso de la Unión, el INE, como órgano autónomo del Estado mexicano, deberá enfrentar diversas situaciones coyunturales que requieren de toda la experiencia acumulada en el Instituto para modelar y crear su propio futuro.

En ese sentido, existe la necesidad, en su interior, de tomar una serie de decisiones que le permitan al máximo órgano electoral del país, ser más productivo y hacer más eficiente su operación, eliminando viejos comportamientos y hábitos institucionales que pudieron haber sido de utilidad en el pasado, pero que es evidente que ya han agotado su aportación al Instituto y a la sociedad en general. El primer paso para lograrlo es iniciar con la reorganización de las áreas que contribuyen directamente en el cumplimiento de las atribuciones de la Presidencia del Consejo General, con el objetivo de avanzar hacia una nueva etapa que le permita al INE tener una mayor proximidad con la ciudadanía y con la población en general.

Entre otros beneficios, este tipo de reorganización interna permitiría cubrir el déficit que la institución viene acumulando desde hace más de 15 años en materia de la promoción de los valores democráticos en nuestro país, es decir, en las políticas de educación cívica, así como aquellas funciones y procesos en materia electoral que se han estancado por los límites burocráticos que han generado una zona de confort institucional, lo cual no le permite romper ataduras heredadas desde su creación a principios de los años noventa.

Recientemente, se ha comunicado a nivel interno en el INE sobre uno de los primeros ajustes organizacionales que permitirán a la Presidencia del Consejo General establecer nuevas formas y mecanismos de colaboración con sus colegas de una manera integral, o al menos, es lo que podría intuirse e interpretarse de esa decisión de alto impacto. De manera extraoficial, se sabe que la Consejera Presidenta ha aceptado la separación por decisión propia del Dr. Flavio Cienfuegos Valencia, de la posición de Jefe de Oficina de la Presidencia del Consejo General, posición clave en la planeación, organización y coordinación ejecutiva del reciente proceso electoral, con el fin de que esto se sume al establecimiento de condiciones para iniciar un nuevo reacomodo de las posiciones ejecutivas, de tal suerte que se dé inicio a un nuevo ciclo de gestión institucional en los hechos.

Esta renuncia a un cargo de alto nivel ejecutivo, y de hecho, de gran cercanía en la toma de decisiones de la Presidencia del INE, tiene un gran simbolismo institucional ya que a propósito de la indefinición en los nombramientos de diversas posiciones clave de la Junta General Ejecutiva, destacando entre estos cargos el de la Secretaría Ejecutiva, que se presentó desde el 21 de junio del año pasado, se ha mencionado de manera generalizada en el INE, que se tuvieron que hacer adaptaciones normativas, administrativas y operativas en las oficinas de la Presidencia y de la Secretaría Ejecutiva, en los márgenes establecidos en el diseño institucional regulado por la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y en su Reglamento Interior, para poder sortear las debilidades organizacionales impuestas al no permitir a la Presidencia del Consejo General cubrir con solvencia la posición de la Secretaría Ejecutiva desde el año pasado. Fue derivado de esta situación, que se instauró dicho modelo organizacional emergente el cual operó y dio resultados satisfactorios en el marco del Proceso Electoral que está a punto de concluir, por lo que se anticipa desde ahora que su vigencia terminará a finales del mes de agosto.

El Consejo General del INE, conformado por la Consejera Presidenta y diez Consejeras y Consejeros Electorales, que son quienes tienen derecho a voz y voto, y son ellas y ellos quienes definen en gran medida el rumbo y el ritmo institucionales, tienen ante si la gran oportunidad de empezar una nueva etapa que pudiera caracterizarse por la apertura al cambio y la consolidación institucional, alejándose de las ataduras que pudieran haberse presentado de manera natural en años recientes en cada uno de ellas y ellos, debido a la génesis de sus nombramientos.

Es momento de ver hacia adelante y de construir de manera colegiada el futuro de esta gran institución del Estado mexicano, y de establecer condiciones de manera colectiva para generar mejores condiciones organizacionales para el INE y todo su personal, las cuales contribuyan a que se mantenga y mejore la apropiación social de la vida electoral en nuestro país.


Politóloga**