*Nadine Gasman Zylbermann
El mundo avanza hacia una nueva era. México atestigua el impacto de profundas revoluciones pacíficas, como la irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación a nuestra cotidianidad, la aparición de la inteligencia artificial, pero sobre todo la fuerte oleada feminista, fortalecida por las jóvenes y niñas que le han dado un nuevo aire a la reivindicación por la igualdad y la justicia social, resignificado la forma en que nos relacionamos en sociedad. Es una profunda transición generacional que visualizamos y asimilamos desde el gobierno de la cuarta transformación.
Este horizonte es el punto de partida de la Nueva Escuela Mexicana (NEM). Nuestro sistema educativo necesitaba una resignificación para ofrecer nuevas formas de ver la vida y el mundo, así como dotar de herramientas y aptitudes que permitan una transformación social de gran envergadura, porque no se puede formar a las generaciones futuras con los valores y conocimientos del pasado. Por eso, se deja atrás la tradicional pedagogía basada en materias aisladas y ciclos escolares inconexos (preescolar, primaria y secundaria), para dar paso a un nuevo modelo estructurado a partir de cuatro campos formativos y siete ejes articuladores.
Uno de los cambios imprescindibles en este modelo fue precisamente la incorporación de la igualdad de género como uno de los ejes articuladores de la NEM. En esta tarea el Inmujeres fue coparticipe y por ello, este y los siguientes dos artículos, servirán para compartir algunos puntos clave que no se deben perder de vista. Iniciaré por subrayar que, en el centro de esta transformación, está la inclusión de las necesidades de las niñas, adolescentes y jóvenes en la mirada de la educación pública nacional con igualdad.
Lejos de toda desinformación, esta nueva perspectiva va más allá de la sola incorporación del lenguaje incluyente en el aula y los libros de texto. Se trata de una visión crítica de los roles y estereotipos de género que persistían en las dinámicas familiares, escolares, comunitarias, así como en la asignación de actividades y de tareas diferenciadas entre niñas y niños; de generar nuevas manera distributivas del cuidado, de romper el modelo de trabajos feminizados, que repercute en la desigualdad en la selección de profesiones y, en consecuencia, en el acceso a los mejores salarios y la movilidad social. Nos esforzamos en salir del individualismo neoliberal para construir en colectividad, desde lo comunitario, desde y para la igualdad.
La NEM propone redimensionar el concepto de educación, para convertirla en una llave hacia la autonomía y libertad de nuestras niñas, adolescentes y jóvenes, quienes mañana serán las mujeres líderes que nos representarán en paridad y conducirán los destinos del país. Queremos una educación que nos prepare para los nuevos desafíos del planeta y la modernidad y nos integre al desarrollo sostenible. Por eso es fundamental desarraigar ideas conservadoras, como que las mujeres solamente deben aprender y escribir, mientras se casan y obtienen el sustento económico de un hombre. Las niñas y las mujeres serán ahora reconocidas como sujetas activas del conocimiento y de la transformación de nuestra nación
La NEM es una visión a 20 años, una ruta para avanzar hacia una sociedad más igualitaria y justa. Es un logro histórico para el país y para el feminismo que merece todo el reconocimiento de la sociedad mexicana. Estamos dejando atrás prácticas institucionalizadas que asignaban a las personas una identidad sexual, racial y un género, mandatos que terminan estableciendo desigualdades educativas y sociales para las niñas y jóvenes Por ello, estamos poniendo en el centro el empoderamiento de las niñas y la visibilización de la contribución histórica de las mujeres en la educación y las ciencias. Se trata de caminar juntas y juntos hacia nuevas formas de convivir y relacionarnos con respeto y dignidad, para que ninguna se quede atrás ni nadie afuera.
Los alcances esperados de la incorporación de la igualdad de género en la NEM son que las niñas y jóvenes cuentan con las mismas oportunidades para acceder pero sobre todo, permanecer en la educación básica, así como lograr su inserción en las aulas universitarias. Con plena libertad y autonomía para diseñar sus planes de vida y contar con las oportunidades para su integración en el mercado laboral con igualdad. Teniendo un piso parejo desde el inicio, erradicando las brechas con las que actualmente las mujeres inician sus carreras laborales.
En este caminar, también se busca que las madres de estas niñas, sus hermanas, sus tías, sus abuelas, sean reconocidas en los ámbitos comunitarios donde se desarrollan, porque la igualdad en las aulas desde la NEM tiene el poder transformador de impactar a las familias y las comunidades, logrando transformaciones sociales que permitan generar mayor desarrollo para las sociedades en su conjunto.
Además, es fundamental destacar que estos cambios no solo benefician a las niñas, sino que también son esenciales para los niños. Cambiar el sistema educativo tiene como objetivo fundamental que tanto niñas como niños se vean desde el inicio como iguales, cuestionando los estereotipos de género y fomentando un cambio positivo en la percepción de los roles de género desde una edad temprana.
Hacia allá vamos, ya nos vi, juntas y juntos.
Los ejes articuladores: pensar desde nuestra diversidad. https://bit.ly/46Dgggu
*Presidenta de INMUJERES