/ domingo 8 de septiembre de 2024

De Skynet a ChatGPT: el terror de los humanos ante la IA

Como corrigieron algunos internautas, la fecha del 29 de agosto de 2024 en la que, dentro del universo de Terminator, la inteligencia artificial Skynet comenzaría su lucha contra la humanidad que la creó, es incorrecta, pues la real, según el filme, sería en 1997. A pesar del margen de 27 años, no deja de ser curioso y divertido que sea precisamente este año el elegido para traer a cuento el legado de la cultura pop respecto a la inteligencia artificial. Si 2020 vio nacer a ChatGPT y 2023 lo vio masificarse, 2024 ha sido testigo de la llegada de esta IA y de Meta AI a todos los dispositivos móviles y ordenadores del mundo.

Este boom inusitado de la inteligencia artificial, que de pronto recuerda a la maldad de Skynet, reviviendo los temores de antaño ante el desarrollo de una IA capaz de arrebatar a los humanos el control del mundo y tomar en sus manos el futuro, da cuenta de nuestro propio horizonte social y temporal. Un examen, al menos superficial, nos mostrará que, en última instancia, lo que de verdad ha asustado a la ciencia ficción durante décadas es que la inteligencia artificial se emancipe del control de los seres humanos y se autodetermine, que desarrolle voluntad propia.

El primer terror, presente tanto en Terminator con Skynet, como en Matrix o Avengers: era de Ultrón, pasando por cientos de ejemplos análogos, está en que la IA decida que los humanos deben ser eliminados al determinar que son imperfectos, autodestructivos y destructivos. Al detentar el poder, la IA estaría en condiciones de eliminar a la humanidad, convirtiendo a los seres humanos en una especie obsoleta e innecesaria para el desarrollo de la civilización.

También se teme que los marcos éticos de la inteligencia artificial se separen pronto de los de la humanidad, como ocurre en el filme Ex Machina o en la película de terror Megan, donde se demuestra que el diseño de protocolos para definir las decisiones éticas de la IA es mucho más complejo de lo que parece. Tarde o temprano, la IA estaría en condiciones de crear su propio esquema de valores, basado, en la mayoría de los casos, en esquemas racionales y cuantificables que podrían conducir a la toma de decisiones pragmáticas.

Otro tema recurrente es la confusión entre la realidad y la ficción. A medida que la IA se desarrolle y tome el control de las interacciones, primero con una dependencia excesiva de la humanidad, y luego con la manipulación emocional, como ocurre en Black Mirror, podrá incidir en las decisiones humanas y tarde o temprano el ser humano estaría imposibilitado para distinguir lo que antaño se consideraba real de lo que no. A la medida de la holocubierta de Star Trek, una nueva realidad estaría surgiendo a la par de la que ya conocemos, y podría fungir como mecanismo de control. Su expresión máxima es Matrix, donde el ser humano se utiliza como fuente de energía para la existencia de las máquinas.

Y si bien la eliminación de la especie humana está en la cima del terror, los puntos intermedios han preocupado por décadas a la ciencia ficción: la pérdida de libertades y de autonomía, el desempleo masivo cuando las tareas de un ser humano puedan ser llevadas a cabo igual o más eficazmente por la IA, la acentuación de la desigualdad social por el acceso inequitativo a la tecnología, la pérdida completa de la privacidad, la imposición de un sistema de control y sobreexposición, la posibilidad de que la IA cometa errores catastróficos por una programación ineficiente o malentendidos, la pérdida de la identidad, la posibilidad de que la IA genere o inicie conflictos bélicos, y un largo etcétera. En todos los casos, el panorama se ha presentado aterrador y preocupante.

Si bien algunos de estos riesgos podrían volverse una realidad, como el desempleo masivo, la vigilancia o la pérdida de privacidad, otros parecen mucho menos plausibles, al menos a corto plazo, como la destrucción de la humanidad y el control de la autonomía. Lo que hay que reconocer es que estudiarlos puede contribuir con la construcción de protocolos más eficientes e impulsar inversiones diversas en investigación, no solo de la iniciativa privada, así como la creación de marcos regulatorios y jurídicos que permitan prevenir los escenarios más funestos.

Hilo de telaraña. En 1997, la computadora de IBM Deep Blue derrotó al campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov, un hecho sin precedentes que mostró la capacidad de la tecnología de superar a los humanos en tareas específicas.


Como corrigieron algunos internautas, la fecha del 29 de agosto de 2024 en la que, dentro del universo de Terminator, la inteligencia artificial Skynet comenzaría su lucha contra la humanidad que la creó, es incorrecta, pues la real, según el filme, sería en 1997. A pesar del margen de 27 años, no deja de ser curioso y divertido que sea precisamente este año el elegido para traer a cuento el legado de la cultura pop respecto a la inteligencia artificial. Si 2020 vio nacer a ChatGPT y 2023 lo vio masificarse, 2024 ha sido testigo de la llegada de esta IA y de Meta AI a todos los dispositivos móviles y ordenadores del mundo.

Este boom inusitado de la inteligencia artificial, que de pronto recuerda a la maldad de Skynet, reviviendo los temores de antaño ante el desarrollo de una IA capaz de arrebatar a los humanos el control del mundo y tomar en sus manos el futuro, da cuenta de nuestro propio horizonte social y temporal. Un examen, al menos superficial, nos mostrará que, en última instancia, lo que de verdad ha asustado a la ciencia ficción durante décadas es que la inteligencia artificial se emancipe del control de los seres humanos y se autodetermine, que desarrolle voluntad propia.

El primer terror, presente tanto en Terminator con Skynet, como en Matrix o Avengers: era de Ultrón, pasando por cientos de ejemplos análogos, está en que la IA decida que los humanos deben ser eliminados al determinar que son imperfectos, autodestructivos y destructivos. Al detentar el poder, la IA estaría en condiciones de eliminar a la humanidad, convirtiendo a los seres humanos en una especie obsoleta e innecesaria para el desarrollo de la civilización.

También se teme que los marcos éticos de la inteligencia artificial se separen pronto de los de la humanidad, como ocurre en el filme Ex Machina o en la película de terror Megan, donde se demuestra que el diseño de protocolos para definir las decisiones éticas de la IA es mucho más complejo de lo que parece. Tarde o temprano, la IA estaría en condiciones de crear su propio esquema de valores, basado, en la mayoría de los casos, en esquemas racionales y cuantificables que podrían conducir a la toma de decisiones pragmáticas.

Otro tema recurrente es la confusión entre la realidad y la ficción. A medida que la IA se desarrolle y tome el control de las interacciones, primero con una dependencia excesiva de la humanidad, y luego con la manipulación emocional, como ocurre en Black Mirror, podrá incidir en las decisiones humanas y tarde o temprano el ser humano estaría imposibilitado para distinguir lo que antaño se consideraba real de lo que no. A la medida de la holocubierta de Star Trek, una nueva realidad estaría surgiendo a la par de la que ya conocemos, y podría fungir como mecanismo de control. Su expresión máxima es Matrix, donde el ser humano se utiliza como fuente de energía para la existencia de las máquinas.

Y si bien la eliminación de la especie humana está en la cima del terror, los puntos intermedios han preocupado por décadas a la ciencia ficción: la pérdida de libertades y de autonomía, el desempleo masivo cuando las tareas de un ser humano puedan ser llevadas a cabo igual o más eficazmente por la IA, la acentuación de la desigualdad social por el acceso inequitativo a la tecnología, la pérdida completa de la privacidad, la imposición de un sistema de control y sobreexposición, la posibilidad de que la IA cometa errores catastróficos por una programación ineficiente o malentendidos, la pérdida de la identidad, la posibilidad de que la IA genere o inicie conflictos bélicos, y un largo etcétera. En todos los casos, el panorama se ha presentado aterrador y preocupante.

Si bien algunos de estos riesgos podrían volverse una realidad, como el desempleo masivo, la vigilancia o la pérdida de privacidad, otros parecen mucho menos plausibles, al menos a corto plazo, como la destrucción de la humanidad y el control de la autonomía. Lo que hay que reconocer es que estudiarlos puede contribuir con la construcción de protocolos más eficientes e impulsar inversiones diversas en investigación, no solo de la iniciativa privada, así como la creación de marcos regulatorios y jurídicos que permitan prevenir los escenarios más funestos.

Hilo de telaraña. En 1997, la computadora de IBM Deep Blue derrotó al campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov, un hecho sin precedentes que mostró la capacidad de la tecnología de superar a los humanos en tareas específicas.