/ miércoles 27 de noviembre de 2024

Deben retailers revivir una “vieja tecnología”

Por Brian Kinsella

Si algo está claro es que la industria de la tecnología rara vez revive tendencias pasadas en sus productos para redefinir su futuro. Sin embargo, las etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID) podrían ser uno de esos casos extraños que desafían esa regla no escrita.

Lo viejo es nuevo otra vez, pero en esta ocasión, las etiquetas RFID vuelven con un enfoque renovado en su valor para las tiendas y los consumidores, en lugar de los centros de distribución, como justamente fue hace unos años.

Vayamos primero a la parte anecdótica. En 2003, Walmart anunció que utilizaría RFID a partir de enero de 2005. Montado en una gran ola de expectativas, esta solución de identificación por radiofrecuencia estaba destinada a ser la próxima gran innovación en la tecnología de ejecución de la cadena de suministro.

Entonces, ¿por qué esta primera ola de implementación de RFID no cumplió sus promesas de precisión perfecta en el inventario y trazabilidad completa del producto en toda la cadena de suministro? El alto costo de los lectores de RFID fue el principal obstáculo, superando incluso al costo de las etiquetas.

Cualquier persona que haya trabajado en tecnología de tiendas está familiarizado con el temido efecto multiplicador: el diseño tecnológico perfecto para una sola tienda suele ser asequible, pero expandir esa configuración a una flota de cientos o miles de tiendas es otra cosa.

En el caso de RFID, equipar cada tienda con suficiente tecnología de lectura era un obstáculo demasiado grande para todos.

La conclusión de que los lectores eran demasiado caros era clara: desde una perspectiva de costos, RFID solo era viable para los centros de distribución, pero esto nos lleva a cuestionarnos cuál era el costo-beneficio.

Los centros de distribución ya contaban con una precisión de inventario casi perfecta. La mayoría de las grandes empresas operaban sistemas de gestión de almacenes que lograban una precisión superior al 99%, en contraste con las tiendas, donde típicamente se encontraba entre el 65% y el 85%.

En resumen, donde había un beneficio, había demasiado costo, y donde el costo era manejable, simplemente no había suficiente beneficio. Entonces, ¿qué es diferente esta vez para las tiendas? En pocas palabras, los costos de los lectores han bajado considerablemente y los beneficios para las tiendas son incluso mayores que antes.

Comencemos con los costos. La mayoría de los minoristas están implementando ahora casos de uso de gestión de inventario con RFID, como recepción, ajustes y conteo cíclico, utilizando lectores portátiles, que son menos costosos que las opciones de lectores RFID fijos del pasado.

Además, estos lectores portátiles RFID tienen una doble función: a menudo son dispositivos Android que también se utilizan para puntos de venta móviles, recogida y empaquetado en la tienda, y otras numerosas tareas.

En efecto, el costo gradual de agregar lectores RFID en las tiendas ha disminuido, aprovechando casi sin un aumento adicional las inversiones en dispositivos móviles que la mayoría de los minoristas ya están realizando.

Pero quizás el aspecto más interesante de lo que ha cambiado son los beneficios, pues a medida que las tiendas digitales evolucionan, tener altos niveles de precisión en el inventario se está convirtiendo en algo esencial para mejorar la experiencia de compra.

Para los clientes, verificar la disponibilidad de un artículo en línea antes de ir a la tienda, reservar para recogerlo, hacer un pedido el mismo día o recibir envíos desde la tienda hoy es algo muy normal.

De hecho, cada vez que un artículo inventariado no está en el Sistema de Gestión de Pedidos o donde el sistema de la tienda espera que esté, los minoristas corren el riesgo de ofrecer una experiencia al cliente deficiente.

Una solución RFID en la tienda no solo eleva la precisión del inventario a un nivel del 90%, también aumenta la confianza del consumidor en la disponibilidad de los productos que ve en línea, incrementa la probabilidad de que un pedido esté listo para recoger en el horario seleccionado, mejora la capacidad de ejecutar pedidos y asegura la puntualidad de los envíos en pedidos de entrega estándar desde la tienda.

Y es cierto, aunque no es una tecnología nueva, lo que sí es importante es voltear a ver cómo hoy la parte del costo-beneficio sí está mejor planteada y ejecutada, enfocándose en lo que a cada uno de los retailers –sin importar su nicho– le importa: mejorar significativamente la experiencia del cliente.

Brian Kinsella es Vicepresidente Senior de Gestión de Producto en Manhattan Associates. Síguelo en https://www.linkedin.com/in/brian-kinsella-92ab731/