La democracia es un diálogo incesante entre los poderes de la Unión y los ciudadanos, una conversación interminable de los matices que se asoman ante las decisiones de los elegidos por el pueblo, entre lo que es y lo que podría ser.
Es el espacio donde las voces se unen o se contradicen, donde el disenso y la pluralidad tienen la capacidad de coexistir y construir consensos. Democracia, no es una etiqueta que se pone o se quita al antojo del poder. No es tampoco, la tranquilidad superficial o la falta de ella cuando las estructuras que limitan el poder son desmanteladas, de poquito en poquito o de un solo jalón.
La esencia máxima, siendo la división de poderes: la vital maquinaria que pone en equilibrio las fuerzas, las decisiones, los límites y tiene como supremacía el Estado de derecho, más no la reciente aprobada reforma de supremacía constitucional. Democracia es un escudo frente a la arbitrariedad, es el reconocimiento de que el poder no puede ser encarnado en una sola persona, partido o grupo político.
Democracia es libertad y no es, la militarización camuflada bajo el manto de la protección ciudadana y de los derechos humanos. Es la seguridad, más no el ruido de tragedias bajo la sombra de una protección que no genera paz, sino más violencia. Democracia es la defensa de los derechos humanos respetando la delgada línea que se puede llegar a manipular bajo argumentos evidentemente sin sentido. Democracia, es la garantía de las libertades individuales, la construcción y respeto de las instituciones y la creación de un tejido social que no dependa de la fuerza, sino de la justicia.
La democracia no es la polarización que hoy se nota en nuestro país, no porque estemos en desacuerdo, sino porque hay quienes se cuestionan y quienes han dejado de hacerlo. La democracia no es el silencio de la diversidad bajo una narrativa oficial, no es hacer callar, sino escuchar, reflexionar y dialogar. Es ahí, donde caemos en cuenta que hay un margen de error posible y que, al reconocerlo se puede retroceder, porque en la democracia no existe la uniformidad sino la invitación a la diferencia y el enriquecimiento que nos ofrecen otros puntos de vista.
En definitiva, la democracia es más que millones de votos y que el resultado de una elección. Es la lucha diaria por la verdad, la libertad, la justicia, la igualdad y la paz. Un camino inacabado, un proceso interminable, una seguridad infinita, siempre y cuando, la democracia sea el máximo poder que guía las decisiones.
No basta con simplemente declararla, sino garantizarla, protegerla y no atentar contra ella. No basta decir que se gobierna para el pueblo, se debe gobernar con el pueblo, con todas las voces a favor y en contra.
Co-fundadora y Presidenta de Proyecto Jusitica Humanitaria A.C.