/ domingo 21 de julio de 2024

Democracia o populismo

MIRAR

Desde que era Vicario General en Toluca, y luego como obispo en Chiapas, de cuando en cuando llegaban grupos pequeños o manifestaciones tumultuosas, para pedir algo, como que se les cambiara de párroco, o que no se les cambiara, y el líder, que nunca falta, decía que el pueblo pedía tal y cual cosa, siendo que no representaba a la mayoría del pueblo, sino al grupo encabezado por él, a veces con razones válidas y, en otras, movidos por diferentes intereses. Nuestra tarea era escucharles con atención, darles una palabra, quizá investigar más a fondo el asunto, a veces aceptar su propuesta, pero no dejarnos impresionar por el lenguaje del líder.

Nunca faltan demagogos, que se dicen intérpretes del pueblo, pero que sólo saben cómo manejarlo. Cuando se organizan consultas o foros, puede ser para escuchar de verdad lo que dicen los que saben de lo que se trata y estar dispuestos a cambiar o retirar una propuesta, o puede ser sólo fachada para encubrir lo que el líder quiere o impone. No siempre que se habla de pueblo es realmente pueblo, sino grupos adictos al líder, o multitudes manejadas por la propaganda, por las dádivas gubernamentales, o por otros intereses. En las votaciones en que participa la mayor parte de la ciudadanía, sus resultados se respetan, porque son expresión comprobable del sentir del pueblo, aunque también en estos casos hay que discernir si fue un voto razonado o sólo interesado.

Los obispos de Venezuela, con ocasión de las próximas elecciones presidenciales del 28 de julio, han emitido un importante documento. Después de analizar la grave situación global en que se encuentra el país, invitan a la gente a salir a votar, para que la participación mayoritaria exprese si quieren seguir con un régimen populista y casi dictatorial, que ha provocado miles de migrantes que huyen de la pobreza y de la opresión, o quieren un cambio.

DISCERNIR

El Papa Francisco participó en la clausura de la 50ª. Semana Social de los Católicos de Italia, realizada en Trieste, al norte de ese país, que tuvo como tema: En el corazón de la democracia. Participar entre la historia y el futuro. Dijo: “Esto nos interesa y nos preocupa, porque está en juego el bien del hombre, y nada de lo que es humano puede sernos ajeno.

La palabra «democracia» no coincide simplemente con el voto del pueblo. ¿Qué significa eso? No es sólo el voto del pueblo, sino que exige que se creen las condiciones para que todo el mundo pueda expresarse y pueda participar. La democracia exige siempre pasar del partidismo a la participación, de la «ovación» al diálogo. Todos deben sentirse parte de un proyecto comunitario; nadie debe sentirse inútil. El asistencialismo, por sí solo, es enemigo de la democracia, enemigo del amor al prójimo. Y ciertas formas de asistencialismo que no reconocen la dignidad de las personas son hipocresía social. El corazón de la política es la participación. Hace falta valor para pensar en uno mismo como pueblo y no como yo o mi clan, mi familia, mis amigos”.

ACTUAR

Como ciudadanos, no sólo juzguemos qué hacen los gobernantes; participemos más activamente. En tu calle, en tu barrio o colonia, en tu comunidad, haz propuestas para que haya justicia y paz, desarrollo integral y respeto por la ecología integral. Como creyentes, no esperes que todo lo haga tu párroco; pregúntale en qué puedes participar, o hazle propuestas para que el servicio eclesial sea mejor.

MIRAR

Desde que era Vicario General en Toluca, y luego como obispo en Chiapas, de cuando en cuando llegaban grupos pequeños o manifestaciones tumultuosas, para pedir algo, como que se les cambiara de párroco, o que no se les cambiara, y el líder, que nunca falta, decía que el pueblo pedía tal y cual cosa, siendo que no representaba a la mayoría del pueblo, sino al grupo encabezado por él, a veces con razones válidas y, en otras, movidos por diferentes intereses. Nuestra tarea era escucharles con atención, darles una palabra, quizá investigar más a fondo el asunto, a veces aceptar su propuesta, pero no dejarnos impresionar por el lenguaje del líder.

Nunca faltan demagogos, que se dicen intérpretes del pueblo, pero que sólo saben cómo manejarlo. Cuando se organizan consultas o foros, puede ser para escuchar de verdad lo que dicen los que saben de lo que se trata y estar dispuestos a cambiar o retirar una propuesta, o puede ser sólo fachada para encubrir lo que el líder quiere o impone. No siempre que se habla de pueblo es realmente pueblo, sino grupos adictos al líder, o multitudes manejadas por la propaganda, por las dádivas gubernamentales, o por otros intereses. En las votaciones en que participa la mayor parte de la ciudadanía, sus resultados se respetan, porque son expresión comprobable del sentir del pueblo, aunque también en estos casos hay que discernir si fue un voto razonado o sólo interesado.

Los obispos de Venezuela, con ocasión de las próximas elecciones presidenciales del 28 de julio, han emitido un importante documento. Después de analizar la grave situación global en que se encuentra el país, invitan a la gente a salir a votar, para que la participación mayoritaria exprese si quieren seguir con un régimen populista y casi dictatorial, que ha provocado miles de migrantes que huyen de la pobreza y de la opresión, o quieren un cambio.

DISCERNIR

El Papa Francisco participó en la clausura de la 50ª. Semana Social de los Católicos de Italia, realizada en Trieste, al norte de ese país, que tuvo como tema: En el corazón de la democracia. Participar entre la historia y el futuro. Dijo: “Esto nos interesa y nos preocupa, porque está en juego el bien del hombre, y nada de lo que es humano puede sernos ajeno.

La palabra «democracia» no coincide simplemente con el voto del pueblo. ¿Qué significa eso? No es sólo el voto del pueblo, sino que exige que se creen las condiciones para que todo el mundo pueda expresarse y pueda participar. La democracia exige siempre pasar del partidismo a la participación, de la «ovación» al diálogo. Todos deben sentirse parte de un proyecto comunitario; nadie debe sentirse inútil. El asistencialismo, por sí solo, es enemigo de la democracia, enemigo del amor al prójimo. Y ciertas formas de asistencialismo que no reconocen la dignidad de las personas son hipocresía social. El corazón de la política es la participación. Hace falta valor para pensar en uno mismo como pueblo y no como yo o mi clan, mi familia, mis amigos”.

ACTUAR

Como ciudadanos, no sólo juzguemos qué hacen los gobernantes; participemos más activamente. En tu calle, en tu barrio o colonia, en tu comunidad, haz propuestas para que haya justicia y paz, desarrollo integral y respeto por la ecología integral. Como creyentes, no esperes que todo lo haga tu párroco; pregúntale en qué puedes participar, o hazle propuestas para que el servicio eclesial sea mejor.

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