/ lunes 19 de agosto de 2024

Desaforada / Cómo logró México el grado de inversión

Hace unos días surgió la premisa de si México está en riesgo de perder el grado de inversión, que significa básicamente si el país cuenta con la suficiente solvencia para hacer frente a sus compromisos financieros como el pago de intereses de la deuda del país, que al cierre de este año superará los 18 billones de pesos.

Esta evaluación las dan las ocho agencias calificadoras que contrata el gobierno como Moody’s, Fitch Ratings, S&P y HR Ratings. Hasta ahora, cada una de ellas ha ratificado la calificación crediticia de México y mantuvo la perspectiva estable.

En alguna entrevista que me dio Francisco Gil Díaz, exsecretario de Hacienda en el gobierno de Vicente Fox, me compartió cómo México logró el grado de inversión, un suceso que no es nada fácil para un mundo globalizado y hambriento de capital privado.

Iniciaba el siglo XXI y el país venía de fuertes cambios como la transición del PRI al PAN, una crisis financiera, las grandes expectativas del TLCAN y las creces de EZLN.

Gil Díaz cuenta que pidió a sus colaboradores investigar qué requisitos se necesitaban para obtener el grado de inversión y una vez palomeada la lista, emprendieron el vuelo a Nueva York. En un sólo día visitaron a todas las agencias calificadoras y a las semana siguiente Standar & Poor´s fue la primera en dar a México el grado de inversión, y días después hicieron lo propio Fitch Rating y Moody´s.

Este grado de inversión no es solo una medalla de mérito, sino que es un aspecto que permite que al país se le preste dinero a tasas más bajas y con ciertas flexibilidad de pago para que pueda financiar sus proyectos de inversión. Es como no estar en el buró de crédito.

Gracias a este grado, las grandes empresas tienen la confianza de invertir en el país, de hacer planes de expansión y que ello se traduzca en mayores empleos, productividad e ingresos para el país.

No estoy segura de si las agencias aún tienen la calidad moral de seguir avalando si un país es apto o no para invertir o si es sostenible o no (no hay que olvidar su papel en la crisis financiera de 2008), pero mientras no existan otras instituciones que pongan en paz los nervios de los inversionistas, el grado de inversión que asignen seguirá siendo relevante.

Si México pierde el grado de inversión, esto complicaría todo el panorama económico porque si no tienen ingresos suficientes, tendrá que pedir prestado y ese crédito le saldrá muy caro, lo que puede llevar a que el país se endeude sólo para pagar intereses y así entrar en un círculo vicioso.

Todo esto lo comento porque recientemente el fondo de inversión Franklin Templeton indicó que ve difícil que el siguiente sexenio de Claudia Sheinbaum pueda mantener el grado de inversión en los primeros dos años de su administración. La principal presión surge porque no creen que los ingresos sean suficientes para sostener todos los compromisos de gasto y en nivel de déficit que este año llegará a 4.9% del PIB.

Esta preocupación la han manifestado las tres principales agencias calificadoras. Fitch tiene a un escalón de que México pierda este grado, mientras Moody´s y S&P a dos escalones. Las tres han indicado que esperarán a la entrega del Paquete Económico de 2025 hasta noviembre para ver qué tan realistas son las metas y expectativas de Rogelio Ramírez de la O que se quedará al frente de la Secretaría de Hacienda.

Esperemos que no sea el gobierno de Sheinbaum el que sea recordado como el sexenio en que le quitaron a México el grado de inversión.


Correo: elizabeth.albarran@elsoldemexico.com.mx


X: @ElizaAlbarran
TikTok: @elizalbarran11

Hace unos días surgió la premisa de si México está en riesgo de perder el grado de inversión, que significa básicamente si el país cuenta con la suficiente solvencia para hacer frente a sus compromisos financieros como el pago de intereses de la deuda del país, que al cierre de este año superará los 18 billones de pesos.

Esta evaluación las dan las ocho agencias calificadoras que contrata el gobierno como Moody’s, Fitch Ratings, S&P y HR Ratings. Hasta ahora, cada una de ellas ha ratificado la calificación crediticia de México y mantuvo la perspectiva estable.

En alguna entrevista que me dio Francisco Gil Díaz, exsecretario de Hacienda en el gobierno de Vicente Fox, me compartió cómo México logró el grado de inversión, un suceso que no es nada fácil para un mundo globalizado y hambriento de capital privado.

Iniciaba el siglo XXI y el país venía de fuertes cambios como la transición del PRI al PAN, una crisis financiera, las grandes expectativas del TLCAN y las creces de EZLN.

Gil Díaz cuenta que pidió a sus colaboradores investigar qué requisitos se necesitaban para obtener el grado de inversión y una vez palomeada la lista, emprendieron el vuelo a Nueva York. En un sólo día visitaron a todas las agencias calificadoras y a las semana siguiente Standar & Poor´s fue la primera en dar a México el grado de inversión, y días después hicieron lo propio Fitch Rating y Moody´s.

Este grado de inversión no es solo una medalla de mérito, sino que es un aspecto que permite que al país se le preste dinero a tasas más bajas y con ciertas flexibilidad de pago para que pueda financiar sus proyectos de inversión. Es como no estar en el buró de crédito.

Gracias a este grado, las grandes empresas tienen la confianza de invertir en el país, de hacer planes de expansión y que ello se traduzca en mayores empleos, productividad e ingresos para el país.

No estoy segura de si las agencias aún tienen la calidad moral de seguir avalando si un país es apto o no para invertir o si es sostenible o no (no hay que olvidar su papel en la crisis financiera de 2008), pero mientras no existan otras instituciones que pongan en paz los nervios de los inversionistas, el grado de inversión que asignen seguirá siendo relevante.

Si México pierde el grado de inversión, esto complicaría todo el panorama económico porque si no tienen ingresos suficientes, tendrá que pedir prestado y ese crédito le saldrá muy caro, lo que puede llevar a que el país se endeude sólo para pagar intereses y así entrar en un círculo vicioso.

Todo esto lo comento porque recientemente el fondo de inversión Franklin Templeton indicó que ve difícil que el siguiente sexenio de Claudia Sheinbaum pueda mantener el grado de inversión en los primeros dos años de su administración. La principal presión surge porque no creen que los ingresos sean suficientes para sostener todos los compromisos de gasto y en nivel de déficit que este año llegará a 4.9% del PIB.

Esta preocupación la han manifestado las tres principales agencias calificadoras. Fitch tiene a un escalón de que México pierda este grado, mientras Moody´s y S&P a dos escalones. Las tres han indicado que esperarán a la entrega del Paquete Económico de 2025 hasta noviembre para ver qué tan realistas son las metas y expectativas de Rogelio Ramírez de la O que se quedará al frente de la Secretaría de Hacienda.

Esperemos que no sea el gobierno de Sheinbaum el que sea recordado como el sexenio en que le quitaron a México el grado de inversión.


Correo: elizabeth.albarran@elsoldemexico.com.mx


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