Y un año enorme de satisfacción. Siempre con el mismo cariño y admiración que siento por el poeta de Granada, don Manuel Benítez Carrasco del que tuve el honor de ser amiga, les escribo su maravilloso
VILLANCICO TAURINO
En Belén nace un torero
Y se llamará Jesús.
Tendrá por capa y muleta
Palabras y obras de luz,
Por banderillas tres clavos
Y por estoque una cruz.
Yo ofrezco mis zapatillas
Para quien, sangre y dolor,
Se irá como maletilla,
Un maletilla de amor,
Por los campos y los pueblos
De la Redención.
Yo, mi vestido de luces;
Porque, de luces vestido
de, mientras llega su hora,
al esportón del olvido,
el vestido de amargura
con que se vera vestido.
Y yo ofrezco mi montera
Para el torero divino
que, ante la muerte más fiera
y ante al más alto destino,
brindara su vida entera
en una plaza campera
de trigo y pan, parra y vino.
Capa y muleta de luz,
Por banderillas tres clavos
Y por estoque una cruz,
Hoy nace el mejor torero
Y se llamara Jesús.
DE LA CORRIDA GUADALUPANA
Con el bravo, noble y emotivo Diácono de Jaral de Peña, Andrés Roca Rey se sacó la espina que en dos temporadas no le pudo al toro mexicano. Fue con este del hierro de Juan Pedro Barroso Díaz Torre al que recibió con antiestéticos lances de rodillas, ´pueblerinos y descubrió que le cayó del cielo y poder reivindicarse. Tarde que inició veinte minutos tarde, pretextos no faltaron, devolución del quinto anunciado, un inválido de Teófilo Gómez que correspondía al artista gitano Morante de la Puebla.
También inexplicable que no hubo cabestros para sacarlo y la corrida perdió su ritmo. Joselito Adame pudo, pues su primero tuvo tela para realizar una faena mejor a la que realizó y Oscar Flores no tuvo suerte y se fue en blanco. Una corrida de la que se esperaba mucho para recordar, salir toreando, que confirmó “Corrida de expectación, corrida de decepción". Eso sí, los carajillos circularon profusamente.