El poder es un centauro: mitad coerción, mitad legitimidad.
Antonio Gramsci
De nueva cuenta, el triunfo de Trump pone de frente a dos populistas. Antes fue López Obrador, ahora su alumna, Claudia Sheinbaum. En efecto, dos personajes de orientación similar se encontrarán en los próximos meses.
El lenguaje de los dos gobiernos es distinto, pero en el fondo mantienen la misma idealización del “pueblo” y lo usan como escudo para justificar sus prácticas autoritarias.
Donald Trump se mueve en las praderas delirantes del fascismo y el racismo; por su parte, Sheinbaum habita en los territorios del populismo nacionalista y neopriista. Ambas visiones pueden adaptarse, tal como lo hizo AMLO, quien se entregó a las exigencias de Trump.
Ambos personajes tienen otro punto en común, poseen un poder hegemónico en la esfera legislativa, Sheinbaum ya lo presume con soberbia. También tendrán una fuerza indiscutida en el poder judicial. Ambos hechos son relevantes, puesto que les permitirá tener margen de maniobra para posibles acuerdos.
Un punto para el análisis, es la relación comercial entre México y Estados Unidos que presenta un saldo significativo: las exportaciones hacia el vecino del norte, entre enero y agosto de 2024, fueron de 338 mil millones de dólares. Además, el año pasado México se convirtió en el principal proveedor de mercancías a Estados Unidos, dejando en segundo lugar a China y en tercero a Canadá.
De cumplirse los nuevos chantajes de Trump de carácter proteccionista tendrían un efecto recesivo en la economía mexicana, que tiene un crecimiento más que mediocre y urgencia de reducir el déficit que dejó López Obrador. Los ejes de presión que usará el nuevo habitante de la Casa Blanca serán la migración y el tráfico de fentanilo, los cuales no podrá resolver Sheinbaum, dada la debilidad de su gobierno para enfrentar a la delincuencia organizada.
Con el nombramiento de Tom Homan, Zar fronterizo, y Stephen Miller, subdirector de Política de la Casa Blanca, la amenaza es evidente, ambos ya han declarado el inicio de la separación de familias y una deportación masiva sin importar los costos económicos.
Sheinbaum tiene pocas opciones, por ello cumplirá los caprichos de Trump: aceptará ser el tercer país seguro, mandará más militares a arrestar migrantes, aceptará nuevas condiciones en el T-MEC y entregará algunos pequeños líderes del narco. Con ello, se demostrará que su discurso nacionalista es simple oropel.
En efecto, veremos como se desmoronan las poses de la presidenta y los gestos ridículos de Ebrard y De la Fuente. El diálogo entre estos populistas será marcado por las reglas que impone el imperialismo voraz.
@pedro_penaloz