/ sábado 13 de julio de 2024

Disco duro / Dignidad de la pobreza 

Durante todo el reciente proceso electoral, las encuestas más o menos rigurosas (de las que no hubo muchas) registraron que las personas se decían insatisfechas con lo logrado en materia de seguridad y salud por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, a pesar de esos déficits importantes, la gran mayoría anticipó que votaría (como lo hizo) por Morena.

Esta semana, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) divulgó un estudio que arrojó que México es uno de los países que dicen tener una mayor confianza en su gobierno central, junto a Suiza, Luxemburgo y algunos anglosajones o del norte de Europa.

Un 53.6 por ciento de los mexicanos afirmaron tener una gran confianza en su gobierno en la encuesta realizada en octubre y noviembre pasado sobre la percepción de las instituciones, cuando la media de los 30 países participantes era del 39.3 por ciento.

Sólo hay dos países en los que el porcentaje era mayor, Suiza (61.9 por ciento) y Luxemburgo (55.6 por ciento).

Más aún, López Obrador mantuvo altas y estables sus calificaciones de aceptación popular en las encuestas especializadas durante todo el sexenio, aun en los momentos de mayor discusión pública sobre su desempeño.

¿Qué factor explicaría que habiendo el reconocimiento de graves problemas como la inseguridad o la mala calidad de servicios de salud, entre otros, la gente confíe en el gobierno que ha sido incapaz de proveerlos?

Decir que sólo es por el dinero que reciben los pobres, vía las transferencias sociales, parecería insuficiente y simplista.

La narrativa epopéyica y “robinhoodesca” del presidente, fustigando a los ricos y malos todas las mañanas de manera tenaz, podría abonar también, pero sin ser la clave del éxito total. Siempre es redituable para el populismo pintar mundos maniqueos, de buenos y malos, para simplificar el discurso y hacerlo accesible para quienes meditan menos sus motivaciones políticas.

Pero recientemente, en estas mismas páginas editoriales, la politóloga y activista de derechos humanos Flor Yáñez aportó un elemento que me pareció importante y poco abordado por muchos:

“Pienso que esta es una clave que ha hecho que AMLO y Morena sean tan “exitosos” hoy en día. No es tanto porque sean un partido excepcional, tengan ideas brillantes o personas extraordinarias en su bando, simplemente reconocieron la dignidad de las personas en situación de pobreza (por lo menos en la parte de respeto).

“Cuando viví en Oaxaca trabajando en el proyecto Transístmico, visité comunidades indígenas desde Salina Cruz, Oaxaca, hasta Coatzacoalcos, Veracruz. AMLO visitó las comunidades, mandó funcionarios sin intermediarios para ver sus necesidades, les preguntó qué y cómo lo querían, y aunque muchas veces cayó en la negociación de necesidades básicas a cambio de lo que él quería, el sólo hecho de las personas sentirse escuchadas e importadas en su dignidad, fue suficiente para que se ganara seguidores, incluso admiradores”.

Y remataba Yáñez: “La dignidad humana es más compleja que sólo la escucha activa, pero con tan sólo reconocer a una persona como ser sufriente, humano, lleno de emociones, es un primer paso para construir bases hacia algo mejor”.

Ese reconocimiento de la dignidad dentro de la pobreza puede ser un elemento vital para complementar la lista de razones del éxito electoral del actual gobierno, a pesar incluso de los graves problemas que no pudo resolver.

Durante todo el reciente proceso electoral, las encuestas más o menos rigurosas (de las que no hubo muchas) registraron que las personas se decían insatisfechas con lo logrado en materia de seguridad y salud por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, a pesar de esos déficits importantes, la gran mayoría anticipó que votaría (como lo hizo) por Morena.

Esta semana, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) divulgó un estudio que arrojó que México es uno de los países que dicen tener una mayor confianza en su gobierno central, junto a Suiza, Luxemburgo y algunos anglosajones o del norte de Europa.

Un 53.6 por ciento de los mexicanos afirmaron tener una gran confianza en su gobierno en la encuesta realizada en octubre y noviembre pasado sobre la percepción de las instituciones, cuando la media de los 30 países participantes era del 39.3 por ciento.

Sólo hay dos países en los que el porcentaje era mayor, Suiza (61.9 por ciento) y Luxemburgo (55.6 por ciento).

Más aún, López Obrador mantuvo altas y estables sus calificaciones de aceptación popular en las encuestas especializadas durante todo el sexenio, aun en los momentos de mayor discusión pública sobre su desempeño.

¿Qué factor explicaría que habiendo el reconocimiento de graves problemas como la inseguridad o la mala calidad de servicios de salud, entre otros, la gente confíe en el gobierno que ha sido incapaz de proveerlos?

Decir que sólo es por el dinero que reciben los pobres, vía las transferencias sociales, parecería insuficiente y simplista.

La narrativa epopéyica y “robinhoodesca” del presidente, fustigando a los ricos y malos todas las mañanas de manera tenaz, podría abonar también, pero sin ser la clave del éxito total. Siempre es redituable para el populismo pintar mundos maniqueos, de buenos y malos, para simplificar el discurso y hacerlo accesible para quienes meditan menos sus motivaciones políticas.

Pero recientemente, en estas mismas páginas editoriales, la politóloga y activista de derechos humanos Flor Yáñez aportó un elemento que me pareció importante y poco abordado por muchos:

“Pienso que esta es una clave que ha hecho que AMLO y Morena sean tan “exitosos” hoy en día. No es tanto porque sean un partido excepcional, tengan ideas brillantes o personas extraordinarias en su bando, simplemente reconocieron la dignidad de las personas en situación de pobreza (por lo menos en la parte de respeto).

“Cuando viví en Oaxaca trabajando en el proyecto Transístmico, visité comunidades indígenas desde Salina Cruz, Oaxaca, hasta Coatzacoalcos, Veracruz. AMLO visitó las comunidades, mandó funcionarios sin intermediarios para ver sus necesidades, les preguntó qué y cómo lo querían, y aunque muchas veces cayó en la negociación de necesidades básicas a cambio de lo que él quería, el sólo hecho de las personas sentirse escuchadas e importadas en su dignidad, fue suficiente para que se ganara seguidores, incluso admiradores”.

Y remataba Yáñez: “La dignidad humana es más compleja que sólo la escucha activa, pero con tan sólo reconocer a una persona como ser sufriente, humano, lleno de emociones, es un primer paso para construir bases hacia algo mejor”.

Ese reconocimiento de la dignidad dentro de la pobreza puede ser un elemento vital para complementar la lista de razones del éxito electoral del actual gobierno, a pesar incluso de los graves problemas que no pudo resolver.