/ viernes 15 de mayo de 2020

Economía USA | Cómo crear una depresión pandémica

La semana pasada, la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos validó de manera oficial lo que ya sabíamos: tan solo unos meses después de iniciada la crisis ocasionada por el Covid-19, este país ya tiene un nivel de desempleo como el de la Gran Depresión. Sin embargo, eso no es lo mismo que decir que estamos en una depresión. No sabremos si lo estamos hasta que veamos si el desempleo extremadamente alto continúa por mucho tiempo, digamos durante un año o más.

Por desgracia, el gobierno de Donald Trump y sus aliados están haciendo todo lo que pueden para que sea más probable que se genere una depresión a gran escala.

Antes de que lleguemos ahí, permítanme comentar algo sobre el informe del desempleo. Observen que no dije “el peor nivel de desempleo desde la Gran Depresión”; dije “un nivel como el de la Gran Depresión”, una declaración mucho más fuerte.

Para entender por qué dije eso, necesitan leer el informe, no solo ver las cifras que se mencionan en los encabezados. Una tasa de desempleo del 14.7 por ciento es bastante terrible, pero la oficina incluyó una nota que indica que es probable que ciertas dificultades técnicas hayan ocasionado que esta cifra sea inferior al desempleo real por casi cinco puntos porcentuales.

Si esto es cierto, en este momento tenemos una tasa de desempleo de alrededor del 20 por ciento, lo que significaría que es peor que la de casi todos los años de la Gran Depresión, excepto los dos peores. La interrogante es cuán rápidamente podremos recuperarnos.

Controlar el virus no significa “aplanar la curva”, lo cual, por cierto, ya hicimos, pues logramos disminuir la propagación de la Covid-19 lo suficiente para que nuestros hospitales no se saturaran. Controlar el virus significa aplastar la curva: hacer que la cantidad de estadounidenses contagiados disminuya y luego mantener un alto nivel de pruebas para identificar los casos nuevos de inmediato, en combinación con la trazabilidad de contactos para que podamos poner en cuarentena a quienes tal vez hayan estado expuestos al virus.

Sin embargo, para llegar a ese punto, primero necesitaríamos mantener un régimen estricto de distanciamiento social durante todo el tiempo que sea necesario para reducir las nuevas infecciones a un nivel bajo. Y luego tendríamos que proteger a todos los estadounidenses con el tipo de pruebas y medidas de trazabilidad ya disponibles para la gente que trabaja directamente con Donald Trump, pero casi para nadie más.


Aplastar la curva no es fácil, pero es muy factible. Sin embargo, hay que mantener el curso. Y eso es lo que Trump y compañía no quieren hacer.

Durante un tiempo pareció como si, por fin, el gobierno de Trump estuviera dispuesto a tomarse en serio la COVID-19. A mediados de marzo, el gobierno introdujo las directrices de distanciamiento social, aunque sin imponer regulaciones federales.

Pero en fechas recientes todo lo que escuchamos de la Casa Blanca es que necesitamos reabrir la economía, aunque todavía estamos muy alejados de donde deberíamos estar para poder hacerlo sin arriesgarnos a tener una segunda ola de infecciones.

La semana pasada, la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos validó de manera oficial lo que ya sabíamos: tan solo unos meses después de iniciada la crisis ocasionada por el Covid-19, este país ya tiene un nivel de desempleo como el de la Gran Depresión. Sin embargo, eso no es lo mismo que decir que estamos en una depresión. No sabremos si lo estamos hasta que veamos si el desempleo extremadamente alto continúa por mucho tiempo, digamos durante un año o más.

Por desgracia, el gobierno de Donald Trump y sus aliados están haciendo todo lo que pueden para que sea más probable que se genere una depresión a gran escala.

Antes de que lleguemos ahí, permítanme comentar algo sobre el informe del desempleo. Observen que no dije “el peor nivel de desempleo desde la Gran Depresión”; dije “un nivel como el de la Gran Depresión”, una declaración mucho más fuerte.

Para entender por qué dije eso, necesitan leer el informe, no solo ver las cifras que se mencionan en los encabezados. Una tasa de desempleo del 14.7 por ciento es bastante terrible, pero la oficina incluyó una nota que indica que es probable que ciertas dificultades técnicas hayan ocasionado que esta cifra sea inferior al desempleo real por casi cinco puntos porcentuales.

Si esto es cierto, en este momento tenemos una tasa de desempleo de alrededor del 20 por ciento, lo que significaría que es peor que la de casi todos los años de la Gran Depresión, excepto los dos peores. La interrogante es cuán rápidamente podremos recuperarnos.

Controlar el virus no significa “aplanar la curva”, lo cual, por cierto, ya hicimos, pues logramos disminuir la propagación de la Covid-19 lo suficiente para que nuestros hospitales no se saturaran. Controlar el virus significa aplastar la curva: hacer que la cantidad de estadounidenses contagiados disminuya y luego mantener un alto nivel de pruebas para identificar los casos nuevos de inmediato, en combinación con la trazabilidad de contactos para que podamos poner en cuarentena a quienes tal vez hayan estado expuestos al virus.

Sin embargo, para llegar a ese punto, primero necesitaríamos mantener un régimen estricto de distanciamiento social durante todo el tiempo que sea necesario para reducir las nuevas infecciones a un nivel bajo. Y luego tendríamos que proteger a todos los estadounidenses con el tipo de pruebas y medidas de trazabilidad ya disponibles para la gente que trabaja directamente con Donald Trump, pero casi para nadie más.


Aplastar la curva no es fácil, pero es muy factible. Sin embargo, hay que mantener el curso. Y eso es lo que Trump y compañía no quieren hacer.

Durante un tiempo pareció como si, por fin, el gobierno de Trump estuviera dispuesto a tomarse en serio la COVID-19. A mediados de marzo, el gobierno introdujo las directrices de distanciamiento social, aunque sin imponer regulaciones federales.

Pero en fechas recientes todo lo que escuchamos de la Casa Blanca es que necesitamos reabrir la economía, aunque todavía estamos muy alejados de donde deberíamos estar para poder hacerlo sin arriesgarnos a tener una segunda ola de infecciones.