Por Bertha Banuet
Estrés psicológico, desabastecimiento de productos de primera necesidad, entrega de productos por drones, pruebas de COVID-19 diario y condiciones insalubres en centros de cuarentena son solo algunas de las consecuencias que presentan las ciudades chinas sometidas en cuarentena causadas por el cumplimiento estricto de la tan polémica política que ha acaparado los medios de todo el mundo con imágenes impactantes de las condiciones que sufren los confinados.
Aunque es bien sabido que el gobierno chino comenzó a implementar este tipo de medidas extremas a principios de 2020, año que el COVID-19 fue dado a conocer por primera vez en Wuhan una ciudad al (suroeste de China) para después transmitirse en todo el mundo. No es hasta Agosto de 2021, a un mes de la celebración centenaria de la fundación del Partido Comunista Chino (PCCh), que se implementa oficialmente: “la política dinámica cero contagio de COVID” que se convierte en una de las principales tareas del gobierno a cumplir. Dicha política esta en camino a cumplir un año de su implementación y ha demostrado que su aplicación ha logrado contener el contagio y frenar la propagación, y por el otro lado se cuestiona si vale la pena el sacrificio en distintos aspectos como es la educación, la vivienda, el trabajo y el bienestar social alrededor de todo el país.
Una de las principales razones para que la política tomara lugar a mediados del año pasado fue la rápida propagación de la variante Delta que trajo severos desafíos para la prevención y el control de la epidemia, llevando a tener más de 200 áreas de medio y alto riesgo extendidas a más de 20 provincias de China. La propia política auguró que su continúo empleo seguiría logrando el máximo efecto de prevención epidémica al menor costo, dejando en claro en repetidas ocasiones que no busca cero contagio del virus absoluto ante críticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tachándola de insostenible.
Sin embargo, a solo cinco meses después de su cabal implementación, la variante Ómicron aún más agresiva que su variante anterior empezó a propagarse rápidamente en distintas ciudades alrededor del país, convirtiéndose en una amenaza nacional y causando un mayor control en el encierro de ciudades de todo el país.
Aunque en Shanghái, una de las ciudades más recientemente afectadas y mejor conocida como el pulmón financiero del gigante asiático, sus 25 millones de habitantes han vuelto prácticamente a la normalidad, el país no ha podido librarse de los rezagos evidenciados en las cadenas de suministro global en varios niveles, de presentar dificultades para crecer más rápido que Estados Unidos por primera vez en más de 30 años, del desplome de su bolsa de valores y del creciente temor entre los inversores extranjeros; principalmente en el sector inmobiliario.
Si bien, la crisis inmobiliaria no es nueva, el paro total en ciudades aceleró la caída de la venta de viviendas en un 50% aproximadamente. Por consiguiente, Airbnb anunció su reiterada de este mercado para el verano debido a la baja actividad comercial y las restricciones operativas empeoradas por el coronavirus. El mercado minorista también va en picada y entre las marcas que han reportado una disminución en sus ventas son: Cartier, KFC así como automóviles, por un 11% comparado al año anterior.
Pero no todo es malas noticias, el sistema de vacunación ha alcanzado casi un 90%, mismo logro que aleja el riesgo de abrumar el frágil sistema de salud pública del país, de igual manera se ha logrado mantener un número relativamente bajo de fallecidos y ha creado un ambiente de seguridad y alivio entre su población, donde alrededor del 30% son adultos mayores y forma parte de los más vulnerables, que desconoce las agresiones de las nuevas variantes descubiertas y por descubrir. En las redes sociales, la mayoría expresa su apoyo antes estas medidas y las pocas quejas que circulan son casi mayormente censuradas.
Ha llegado el verano y así la mitad de año que pareciera pintar un panorama desalentador con problemas latentes de una guerra en Ucrania, un desacoplamiento de la marcha de la economía china con la recuperación económica del mundo, y una pertinaz política pero no son solo más que un enigma para conocer el futuro geopolítico del gigante asiático, donde el presidente chino, Xi Jinping, se presentaría por su tercer mandato como secretario general del PCCh en la próxima reunión, rompiendo la norma reciente que los líderes se retiran después de dos.
Ante un enfoque severo para cesar una pandemia en extensión, una falta de pragmatismo para administrar su economía, China se encuentra en un momento crítico donde debe decidir si cambiar su fórmula actual o seguir apostando por un entorno más geopolítico que sanitario, sin dejar atrás que cualquier resfriado inesperado sucumbiría al mundo.
Bertha Banuet es asociada del COMEXI, licenciada en Negocios Internacionales por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y maestra en Economía Internacional por la Universidad de Beijing. Twitter: @berthabanuet