/ miércoles 25 de octubre de 2023

El dilema de Claudia SheinabumEl dilema de Claudia Sheinabum 

De mantenerse las actuales tendencias electorales reflejadas en los sondeos de opinión, el próximo año Claudia Sheinbaum podría convertirse en la primera mujer en ocupar la Presidencia de la República, un hecho que, sin duda alguna, marcará una nueva etapa en la historia del país por el enorme logro que representaría para varias generaciones que han luchado en favor de la paridad de género. También lo sería por tratarse de la primera ocasión en que un personaje surgido de las bases de los movimientos de izquierda alcance la Jefatura de Estado.

Efectivamente, la ex jefa de gobierno capitalino nació en un hogar cuyos integrantes siempre han pertenecido a esta corriente ideológica. En ese entorno se desarrolló y creció en medio del pensamiento progresista del México de la segunda década del siglo pasado, con la figura preponderante de su padre Carlos Sheinbaum y de su madre Annie Pardo, ambos activistas políticos que participaron en el movimiento estudiantil de 1968.

Fue esa creciente conciencia sobre los asuntos públicos y la defensa de una corriente que se desarrolló en México pese a las presiones de una mayoría oficialista la que impulsó a Claudia Sheinbaum a convertirse en una de las principales cabezas del Consejo Estudiantil Universitario, un movimiento surgido en la UNAM en 1986 -casa de estudios que le permitió cursar su licenciatura, maestría y doctorado- para oponerse a la reforma que impulsaba el entonces rector Jorge Carpizo.

De ese movimiento nació una vocación por el servicio público y la primera plataforma que serviría para ello fue la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD), instituto político en el que se la recuerda como fundadora. En 2000 ocupó su primer cargo relevante, el de Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien rápidamente se convirtió en mentor y figura central en su carrera política. Vendría después la defensa de los postulados obradoristas en 2006 y 2012, la jefatura delegacional en Tlalpan, la victoria electoral en 2018, la jefatura de gobierno capitalino y ahora la posibilidad de ser candidata presidencial.

En los más de 20 años de lucha al lado de López Obrador, Sheinbaum ha intentado, sin lograrlo hasta hoy, construir una personalidad propia que la diferencie del líder de movimiento que la tiene en la antesala de Palacio Nacional.

La ex jefa de gobierno enfrenta un dilema, el de mantener el discurso del político tabasqueño, cuya trayectoria se ha caracterizado por la confrontación permanente con todo personaje o institución que represente una afronta para su proyecto, o el de construir un nuevo concepto progresista con sello propio.

La futura abanderada morenista se encuentra frente a una oportunidad histórica de ejercer un mandato que finque las bases para crear una nueva izquierda mexicana, impulsora de un pacto nacional que permita transitar hacia una forma distinta de ejercer el poder y que renuncie a la disputa permanente como fuente de legitimidad.

Andrés Manuel López Obrador va de salida y difícilmente el país podría aguantar seis años más de encono y disputa impulsada desde la Presidencia de la República. Por el bien de la izquierda que sus padres vieron crecer en el México del siglo pasado y del futuro de los movimientos progresistas de América Latina, Claudia Sheinbaum tiene en sus manos la decisión del camino que habrá de tomar en caso de alcanzar el triunfo en las elecciones del próximo año. Sólo de ella depende.

sdelrio1934@gmail.com


De mantenerse las actuales tendencias electorales reflejadas en los sondeos de opinión, el próximo año Claudia Sheinbaum podría convertirse en la primera mujer en ocupar la Presidencia de la República, un hecho que, sin duda alguna, marcará una nueva etapa en la historia del país por el enorme logro que representaría para varias generaciones que han luchado en favor de la paridad de género. También lo sería por tratarse de la primera ocasión en que un personaje surgido de las bases de los movimientos de izquierda alcance la Jefatura de Estado.

Efectivamente, la ex jefa de gobierno capitalino nació en un hogar cuyos integrantes siempre han pertenecido a esta corriente ideológica. En ese entorno se desarrolló y creció en medio del pensamiento progresista del México de la segunda década del siglo pasado, con la figura preponderante de su padre Carlos Sheinbaum y de su madre Annie Pardo, ambos activistas políticos que participaron en el movimiento estudiantil de 1968.

Fue esa creciente conciencia sobre los asuntos públicos y la defensa de una corriente que se desarrolló en México pese a las presiones de una mayoría oficialista la que impulsó a Claudia Sheinbaum a convertirse en una de las principales cabezas del Consejo Estudiantil Universitario, un movimiento surgido en la UNAM en 1986 -casa de estudios que le permitió cursar su licenciatura, maestría y doctorado- para oponerse a la reforma que impulsaba el entonces rector Jorge Carpizo.

De ese movimiento nació una vocación por el servicio público y la primera plataforma que serviría para ello fue la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD), instituto político en el que se la recuerda como fundadora. En 2000 ocupó su primer cargo relevante, el de Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien rápidamente se convirtió en mentor y figura central en su carrera política. Vendría después la defensa de los postulados obradoristas en 2006 y 2012, la jefatura delegacional en Tlalpan, la victoria electoral en 2018, la jefatura de gobierno capitalino y ahora la posibilidad de ser candidata presidencial.

En los más de 20 años de lucha al lado de López Obrador, Sheinbaum ha intentado, sin lograrlo hasta hoy, construir una personalidad propia que la diferencie del líder de movimiento que la tiene en la antesala de Palacio Nacional.

La ex jefa de gobierno enfrenta un dilema, el de mantener el discurso del político tabasqueño, cuya trayectoria se ha caracterizado por la confrontación permanente con todo personaje o institución que represente una afronta para su proyecto, o el de construir un nuevo concepto progresista con sello propio.

La futura abanderada morenista se encuentra frente a una oportunidad histórica de ejercer un mandato que finque las bases para crear una nueva izquierda mexicana, impulsora de un pacto nacional que permita transitar hacia una forma distinta de ejercer el poder y que renuncie a la disputa permanente como fuente de legitimidad.

Andrés Manuel López Obrador va de salida y difícilmente el país podría aguantar seis años más de encono y disputa impulsada desde la Presidencia de la República. Por el bien de la izquierda que sus padres vieron crecer en el México del siglo pasado y del futuro de los movimientos progresistas de América Latina, Claudia Sheinbaum tiene en sus manos la decisión del camino que habrá de tomar en caso de alcanzar el triunfo en las elecciones del próximo año. Sólo de ella depende.

sdelrio1934@gmail.com