La Secretaría de la Defensa Nacional, pilar en la llamada Cuarta Transformación del país que pregona Andrés Manuel López Obrador, es una de las dependencias que ha recurrido a la simulación en las licitaciones y a adquirir productos para su personal de baja calidad a un sobreprecio.
Así lo demuestra lo sucedido en la Licitación procedimiento No. LA-007000998-E277-2021 para la “Adquisición de placas balísticas Stand Alone nivel especial FAVE-01 para programa de producción 2021”.
Desde que inició el proceso llamó la atención que solo fueran cuatro las empresas interesadas en la proveeduría de uno de los elementos más esenciales en el equipo que portan nuestros soldados mexicanos.
De esas, la decisión solo recayó en las firmas Protective Materials Technology y Baher Asesores Integrales que iba en alianza con Mex MSF SCO, ya que las otras dos no terminaron el proceso.
Desde aquí comenzaron las especulaciones, pues PMT, quien a la postre resultó ganadora del contrato de 275 millones de pesos, y Baher Asesores Integrales, mantienen una relación comercial, pues la primera ha sido una de los principales proveedoras de la segunda, con operaciones por unos 27 millones de pesos en los últimos años.
En el sector hubo más de uno que levantó la ceja debido al excesivo monto. Sin embargo, el principal cuestionamiento es la calidad del producto, ya que, contrario a sexenios pasados donde se adquiría tecnología de Israel, nación que comúnmente es punta de lanza en armamento y equipamiento, en esta ocasión el equipo es de China.
Y es que PMT adquiere sus placas balísticas de la empresa Longfri Technologies LTD, basada en Long Beach, California. Sin embargo, la empresa americana no es más que una fachada para importar productos desde China y venderlos como si fueran de calidad americana, pues las placas que vende esta firma son placas genéricas adquiridas de Surrey Hi Tech INC, establecida en Shanghai.
Así, los únicos afectados son los integrantes de la Sedena, pues desde el escritorio deciden adjudicar a este grupo de empresas que lo que ponderan la reducción de costos por encima de la seguridad del personal que realmente se encuentra en operaciones en el día a día.
Sin mencionar que estas empresas han sido proveedoras de más de 50 dependencias de los tres niveles de gobierno que, al parecer, no se han tomado la molestia de verificar la calidad de estos productos. Increíble que la delincuencia organizada tenga lo último en tecnología, mientras el Estado siga consintiendo a las mismas por encima del bienestar de sus integrantes.
Difícil creer que el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, esté al tanto de, no solo el sobreprecio, sino también de la mala calidad con la que sus soldados estarán equipados y no haga nada al respecto.