Raquel Buenrostro, la matemática que encabeza el Servicio de Administración Tributaria (SAT), tal como se esperaba, se molestó cuando le quitaron las aduanas, pero no renunció, aunque todos los involucrados en el movimiento estratégico esperaban que lo hiciera.
No la quieren porque parece que, igual que el Andrés Manuel López Obrador, da la sensación que no escucha a la gente que le habla. Pero a diferencia del tabasqueño, ella no es la jefa máxima del gobierno en turno, simplemente es una pieza de recaudación que no ha conseguido movilizar los recursos que le exigen en Palacio Nacional.\u0009
La creación de la Agencia Nacional de Aduanas de México genera muchas interrogantes, sobretodo en el tema de seguridad nacional y fondos secretos para la presidencia de México. Llama mucho la atención que los encargados de la transición, que se espera en septiembre a más tardar, han tratado de transparentar todos sus movimientos, en espera de cualquier ataque que trate de opacar sus esfuerzos.
Lo cierto es que Horacio Duarte Olivares, un político de Texcoco que destaca por ser uno de los abogados de Andrés Manuel López Obrador, en los días más difíciles del tabasqueño, se convirtió de la noche a la mañana en un hombre clave de la administración que actualmente ostenta el poder y las reglas del juego. Se convirtió en una pieza clave que le resta poder a Buenrostro --que ya andaba operando por su cuenta— y abre un nuevo horizonte en la recolección de dinero que en estos momentos no se percibe desde ninguna trinchera. Los empresarios incluso bromean, dicen que esta administración está como compuesta por hijos de millonarios, juniors de 20 años que saben gastar, pero no saben ganarse el dinero. No se ve, luego de tres años de gobierno, una seriedad en la forma de generar dinero, solamente gasto y pretextos.
Sin desviarnos del asunto, resulta que la nueva agencia de aduanas estará recolectando más dinero, este año esperan hasta un billón de pesos por ese concepto. Horacio Duarte tiene una misión muy delicada, recolectar fondos y además combatir el tráfico de diésel desde el norte, combustible que le pega directamente a los negocios de Pemex y que genera una red de tráfico de influencias que desde Palacio Nacional quieren anular. Además, un tema que preocupa a Ken Salazar, el próximo embajador de Estados Unidos en México, es el tráfico de fentanilo que pasa desde China, por México, hasta su país. Es una de las grandes preocupaciones de Washington de la que están conscientes en la Cuarta Transformación. Eso también cae dentro de la cancha de Duarte. Y hay muchos asuntos que conocen y que saben que deben combatir, como el tráfico de otras drogas, de textiles, de automóviles y de amiguismo en puntos clave para la seguridad nacional.
Nos confían en corto que ya están en la mira muchos personajes de la 4T que siguen haciendo negocios al margen de la ley, amparados por las redes que se han tejido en aduanas con poder, dinero y violencia. Que Horacio Duarte sabe lo que está pasando y con su perfil político y amistad con el mandatario tratará de combatir de frente, pulcramente, antes de que todo se salga de control y el ajuste en aduanas se quede como una anécdota más de los buenos deseos de este gobierno.
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