/ miércoles 23 de octubre de 2024

El futuro de la CNDH

La contienda por la titularidad de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) comenzó, trayendo consigo nombramientos de posibles personas a ocupar el cargo. Una de las candidatas es Rosario Piedra Ibarra, quien ha liderado la CNDH desde noviembre del 2019 y que busca la reelección en el cargo.

En un contexto marcado por la creciente crisis de derechos humanos y el cuestionamiento sobre la autonomía e independencia del organismo, una cuestión que, sin duda, es fundamental para garantizar la protección de las víctimas y la defensa de los derechos fundamentales, así como el estado de derecho, se comienza a desatar un intenso debate en México sobre los resultados que se dieron en los últimos años y el futuro de la Comisión.

La gestión de Rosario Piedra Ibarra ha sido objeto de críticas constantes por la pasividad con la que se ha enfrentado la CNDH ante diversas situaciones de violaciones a derechos humanos en problemáticas urgentes. La percepción de muchos agentes sociales y víctimas se alinea con la falta de conexión hacia éstas y la lejanía para atender situaciones alarmantes en México: desapariciones forzadas, feminicidios, tortura, un panorama de militarización en la seguridad pública con situaciones que terminan en tragedias en la ciudadanía, entre otros, con lo cual queda implícita la falta de eficacia de las instituciones encargadas de salvaguardar los derechos humanos.

Según el medio de comunicación Animal Político, en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se presentaron alrededor de 1800 quejas por violaciones a derechos humanos de la Guardia Nacional, misma que solamente fue objeto de 13 recomendaciones por parte de la CNDH. En contraste, otras dependencias de las que se recibieron menos quejas, fueron acreedoras de un mayor número de quejas. Esto último, y otros cuestionamientos han llevado a diferentes actores a pronunciarse sobre la parcialidad de Piedra Ibarra en cuestiones críticas.

Ante el deterioro institucional que ha caracterizado a la CNDH, es imperativo buscar restaurar la confianza y la eficacia de la misma en la sociedad, pues es esencial la labor que realiza para determinar la ruta de acción ante las problemáticas que se viven en México. La CNDH no puede verse como un organismo pasivo. Es urgente la adopción de estrategias claras y programas que demuestren resultados tangibles y que muestren a la sociedad la fortaleza, independencia y compromiso para avanzar hacia un futuro en el que los derechos humanos sean protegidos en todos los ámbitos. Es esencial que la CNDH esté a la altura de los retos que enfrenta y que actúe con cercanía, empatía y justicia hacia las víctimas.

Piedra Ibarra, propuso en enero de este año la disolución del organismo por “no responder a las necesidades del pueblo”, las críticas que ha recibido no han sido solamente externas. Internamente, trabajadores de la CNDH han hecho distintas acusaciones por corrupción y diversas cuestiones. La transformación de la Comisión es imprescindible, pero comienza desde un punto de inflexión ante la situación que desencadena la labor interna. Aun cuando renombrar a las instituciones viene de la mano con nuevas estrategias y distintos caminos a los andados, hemos sido testigos de que ello, no es ese punto.

En palabras de Octavio Paz: “La crítica despliega una posibilidad de libertad y así una invitación a la acción”. La acción que se emprenda en torno a este tema, en muchos sentidos, marcará el futuro de la protección y garantía de los derechos humanos en México.

La contienda por la titularidad de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) comenzó, trayendo consigo nombramientos de posibles personas a ocupar el cargo. Una de las candidatas es Rosario Piedra Ibarra, quien ha liderado la CNDH desde noviembre del 2019 y que busca la reelección en el cargo.

En un contexto marcado por la creciente crisis de derechos humanos y el cuestionamiento sobre la autonomía e independencia del organismo, una cuestión que, sin duda, es fundamental para garantizar la protección de las víctimas y la defensa de los derechos fundamentales, así como el estado de derecho, se comienza a desatar un intenso debate en México sobre los resultados que se dieron en los últimos años y el futuro de la Comisión.

La gestión de Rosario Piedra Ibarra ha sido objeto de críticas constantes por la pasividad con la que se ha enfrentado la CNDH ante diversas situaciones de violaciones a derechos humanos en problemáticas urgentes. La percepción de muchos agentes sociales y víctimas se alinea con la falta de conexión hacia éstas y la lejanía para atender situaciones alarmantes en México: desapariciones forzadas, feminicidios, tortura, un panorama de militarización en la seguridad pública con situaciones que terminan en tragedias en la ciudadanía, entre otros, con lo cual queda implícita la falta de eficacia de las instituciones encargadas de salvaguardar los derechos humanos.

Según el medio de comunicación Animal Político, en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se presentaron alrededor de 1800 quejas por violaciones a derechos humanos de la Guardia Nacional, misma que solamente fue objeto de 13 recomendaciones por parte de la CNDH. En contraste, otras dependencias de las que se recibieron menos quejas, fueron acreedoras de un mayor número de quejas. Esto último, y otros cuestionamientos han llevado a diferentes actores a pronunciarse sobre la parcialidad de Piedra Ibarra en cuestiones críticas.

Ante el deterioro institucional que ha caracterizado a la CNDH, es imperativo buscar restaurar la confianza y la eficacia de la misma en la sociedad, pues es esencial la labor que realiza para determinar la ruta de acción ante las problemáticas que se viven en México. La CNDH no puede verse como un organismo pasivo. Es urgente la adopción de estrategias claras y programas que demuestren resultados tangibles y que muestren a la sociedad la fortaleza, independencia y compromiso para avanzar hacia un futuro en el que los derechos humanos sean protegidos en todos los ámbitos. Es esencial que la CNDH esté a la altura de los retos que enfrenta y que actúe con cercanía, empatía y justicia hacia las víctimas.

Piedra Ibarra, propuso en enero de este año la disolución del organismo por “no responder a las necesidades del pueblo”, las críticas que ha recibido no han sido solamente externas. Internamente, trabajadores de la CNDH han hecho distintas acusaciones por corrupción y diversas cuestiones. La transformación de la Comisión es imprescindible, pero comienza desde un punto de inflexión ante la situación que desencadena la labor interna. Aun cuando renombrar a las instituciones viene de la mano con nuevas estrategias y distintos caminos a los andados, hemos sido testigos de que ello, no es ese punto.

En palabras de Octavio Paz: “La crítica despliega una posibilidad de libertad y así una invitación a la acción”. La acción que se emprenda en torno a este tema, en muchos sentidos, marcará el futuro de la protección y garantía de los derechos humanos en México.