/ jueves 22 de agosto de 2024

El Observador / No nos creen…

Así respondió Jonathan Heath, el subgobernador del Banco de México, a la reportera Leonor Flores de El Universal en una entrevista publicada hace una semana. Heath, se refería a que los expertos en economía ya no creen en las proyecciones del banco central sobre el crecimiento futuro de los precios.

Pues, mis estimados, ése es uno de los graves problemas que traemos en esta gran comarca llamada México: Falta de credibilidad. Es un asunto serio para el futuro inmediato de la economía, y no sigo con otros ámbitos porque no son motivo de este agobiado columnista. Pero en lo que concierne a la economía más vale que doña Claudia agarre el toro por los cuernos, antes que sea demasiado tarde.

Mire. Guste o no (no se trata de gustos, es un hecho) los que administran las grandes inversiones financieras en el mundo ya voltearon a calibrar las consecuencias (no lo habían hecho) sobre las reformas de AMLO, principalmente la del poder judicial. No les gusta por la sencilla razón de que creen que tal y como está planteada la reforma sus inversiones en México no estarán seguras en el futuro, por la incertidumbre sobre el marco jurídico y la aplicación de las reglas; ni siquiera se trata de democracia. Se trata de credibilidad. De que la palabra empeñada por la presidenta electa (“no se preocupen”, les respondió ayer) no es suficiente. Ya ni hablamos del transexenal secretario de Hacienda o de la gobernadora del Banco de México, cuyas voces están en off desde hace algún tiempo.

No vayamos lejos. ¿Acaso López Obrador no le torció el brazo a Germán Larrea con el asunto de las vías de Ferrosur en Veracruz? ¿Y qué pasó con su compra de Banamex? ¿Alguien se atreverá a demandar a Pemex, a CFE, o al gobierno federal por algún incumplimiento, sin pagar consecuencias? ¿Detendrá la nueva Corte alguna arbitrariedad o ilegalidad del gobierno? Esas son las preguntas que brincan cuando se trata de poner dinero en México, sobre todo de largo plazo. Un “no se preocupen” no basta.

A ver, mis estimados. Tengo la impresión que lo dicho en estos días por Fitch, Morgan Stanley y Bank of America son apenas las primeras ráfagas de la tormenta que podría alcanzarnos. O sea, aún es ruido. Pero no se confundan, porque el ambiente se ha deteriorado muy rápido y todo puede pasar en una coyuntura tan gelatinosa como la actual. Y más aún cuando desde Hacienda no dicen ni pío (¿están acalambrados?), como si nada pasara. Y, claro, la confianza ha sufrido… y mucho. Y para muestra allí les dejo un botón: Se acabó el tan cacareado Mexico Moment II. ¡A las pruebas!

Ante este panorama (y ni le digo el de las próximas 5 semanas), doña Claudia ya es tan responsable como el inquilino de Palacio Nacional, así que tendría que enviar señales concretas, comenzando por Pemex, de que se puede confiar en su palabra; además, de que alguien en Hacienda ya tendría que hacer labor de convencimiento. La tarea luce muy complicada. Pero es cuestión, como dijo Heath, de que ya “no nos creen”.

Colofón

Hay que ponerle un ojo a la rentabilidad negativa que traen Nafin y Bancomext, porque estaban en positivo cuando las recibieron en diciembre de 2018. Serán claves para Sheinbaum, ya sea con Ebrard o Ramírez de la O.

* Cualquier comentario que aporte enviarlos al correo: samuel@arenapublica.com

Así respondió Jonathan Heath, el subgobernador del Banco de México, a la reportera Leonor Flores de El Universal en una entrevista publicada hace una semana. Heath, se refería a que los expertos en economía ya no creen en las proyecciones del banco central sobre el crecimiento futuro de los precios.

Pues, mis estimados, ése es uno de los graves problemas que traemos en esta gran comarca llamada México: Falta de credibilidad. Es un asunto serio para el futuro inmediato de la economía, y no sigo con otros ámbitos porque no son motivo de este agobiado columnista. Pero en lo que concierne a la economía más vale que doña Claudia agarre el toro por los cuernos, antes que sea demasiado tarde.

Mire. Guste o no (no se trata de gustos, es un hecho) los que administran las grandes inversiones financieras en el mundo ya voltearon a calibrar las consecuencias (no lo habían hecho) sobre las reformas de AMLO, principalmente la del poder judicial. No les gusta por la sencilla razón de que creen que tal y como está planteada la reforma sus inversiones en México no estarán seguras en el futuro, por la incertidumbre sobre el marco jurídico y la aplicación de las reglas; ni siquiera se trata de democracia. Se trata de credibilidad. De que la palabra empeñada por la presidenta electa (“no se preocupen”, les respondió ayer) no es suficiente. Ya ni hablamos del transexenal secretario de Hacienda o de la gobernadora del Banco de México, cuyas voces están en off desde hace algún tiempo.

No vayamos lejos. ¿Acaso López Obrador no le torció el brazo a Germán Larrea con el asunto de las vías de Ferrosur en Veracruz? ¿Y qué pasó con su compra de Banamex? ¿Alguien se atreverá a demandar a Pemex, a CFE, o al gobierno federal por algún incumplimiento, sin pagar consecuencias? ¿Detendrá la nueva Corte alguna arbitrariedad o ilegalidad del gobierno? Esas son las preguntas que brincan cuando se trata de poner dinero en México, sobre todo de largo plazo. Un “no se preocupen” no basta.

A ver, mis estimados. Tengo la impresión que lo dicho en estos días por Fitch, Morgan Stanley y Bank of America son apenas las primeras ráfagas de la tormenta que podría alcanzarnos. O sea, aún es ruido. Pero no se confundan, porque el ambiente se ha deteriorado muy rápido y todo puede pasar en una coyuntura tan gelatinosa como la actual. Y más aún cuando desde Hacienda no dicen ni pío (¿están acalambrados?), como si nada pasara. Y, claro, la confianza ha sufrido… y mucho. Y para muestra allí les dejo un botón: Se acabó el tan cacareado Mexico Moment II. ¡A las pruebas!

Ante este panorama (y ni le digo el de las próximas 5 semanas), doña Claudia ya es tan responsable como el inquilino de Palacio Nacional, así que tendría que enviar señales concretas, comenzando por Pemex, de que se puede confiar en su palabra; además, de que alguien en Hacienda ya tendría que hacer labor de convencimiento. La tarea luce muy complicada. Pero es cuestión, como dijo Heath, de que ya “no nos creen”.

Colofón

Hay que ponerle un ojo a la rentabilidad negativa que traen Nafin y Bancomext, porque estaban en positivo cuando las recibieron en diciembre de 2018. Serán claves para Sheinbaum, ya sea con Ebrard o Ramírez de la O.

* Cualquier comentario que aporte enviarlos al correo: samuel@arenapublica.com